lunes, 2 de marzo de 2015

Último Rugido (IX)







IX
Eyland

-Entonces... Es un adiós.
-Puedes volver otro día, Eyland.
-No. Tengo que despedirme de la que fue mi ciuad.
-¿Por qué?
-Mis motivos tengo. -Respondo cortante.
-¿Para siempre?
-Para dentro de mucho tiempo, como mínimo.
Tengo que hacerlo, debo dejar Niflheim atrás. No me trajo más que problemas ya desde hace un tiempo. Además, ya nada me une realmente a este lugar: Mamá está viviendo ahora en Agder, a Desmond obviamente se lo llevaron de aquí, y papá y Paul...
-Nos vamos ya, Engla.
-Como quieras, Shinjin. -Se me acerca lentamente y me abraza por la espalda con ternura.
-Te quiero, señorita Fire. -Últimamente ha cogido esa costumbre, la de mantenerme pegado a ella siempre que puede, y he de reconocer que me encanta.
-Y yo a ti, señor Rise.
-Tenemos que partir ya.
-En marcha.
Asiente y me separo de ella, despacio. Abro las compuertas de la nave recién repuesta de combustible, haciendo caer la escalinata de acceso ante nosotros. Subo tras Engla, admirándola desde atrás; maldita sea, no puedo resistirme a esta chica. Intentando controlar mi líbido, me giro por última vez a la ciudad a mi espalda.
-Adiós para siempre, Niflheim. -Digo, para mí mismo.
-Vamos, Eyland. No te quedes ahí.
Engla me tiende la mano, sonriendo de esa forma tan adorable en la que solo pueden hacerlo Lysandra y ella. Me agarro a ella y, en un rápido movimiento, estoy abrazado de nuevo a mi amada. Aunque todo eso sigue sin ser suficiente para animarme, claro. Justo aquí mismo asesiné a tu hermana, Engla, ¿cómo puedes estar tan animada y cariñosa?
-¿Sabes? Yo estaré bien siempre y cuando esté a tu lado. -Dice de pronto. Casi parece que me haya leído la mente.
-Lo mismo digo. -Le sonrío, ahora sí de verdad, de vuelta.
-Subamos.
Y, nada más lo dice, lo hacemos; dejando así por fin atrás la maltrecha ciudad a la que solía llamar hogar. Recuerdo cuando volvimos aquí después de pasar por el archipiélago de Lofoten mamá, papá y yo. Estaba tremendamente triste a causa de la desaparición de mi primo, que supuestamente era Tyr, pero me animé en cuanto vi Niflheaim desde la cubiera del barco.
-Te echaré de menos, a pesar de todo.
Parece ser que Engla escucha mi emotiva despedida, pues se pone a sollozar en cuanto dejo de hablar. ¿Tanto te ha emocionado, cariño? No creo que sea para tanto, la verdad. ¿O será que te acabas de dar cuenta de algo importante?
-Eyland, yo... -Parece que va a hablar. Nunca ha tenido esa iniciativa, realmente.
-Dime, Engla.
-Yo... Yo... Me gustaría volver a Upsala. -Vaya, eso no me lo esperaba.
-¿Allí? ¿Por qué?
-Al menos una vez más. Yo... Yo crecí allí. Ese es mi hogar.
-En cuanto descansemos en Agder, vamos.
-No, Eyland. No lo entiendes. Allí ya no hay nadie, se fueron.
-¿Cómo? -No puede ser.
-Cuando marchamos sobre sobre tu ciudad. Upsala está desierto ahora. Pero sigue siendo mi casa.
-Pues eso decía. En cuanto hayamos repuesto fuerzas...
-No. Tú has podido despedirte de tu ciudad natal. Yo, en cambio...
-Pero yo voy a a...
-Ambos sabemos que no vas a volver, no tienes intención de ello, Eyland. -¿Cómo ha...? -No nos engañemos. Ninguno de nosotros tiene ahora un verdadero hogar. No tenemos a nad...
Pero, antes de que pueda terminar la frase, un ruido estruendoroso la corta; una nueva llamada de socorro, que aparece en las pantallas. Las luces rojas vuelven a encenderse y a llenarlo todo de ese ambiente caótico y nervioso.
-¡Olaf! -Aprieto el botón para responder. -¡Olaf! ¿Dónde estás?
-Me temo que no, amigo Eyland. -La pantalla se enciende y en ella aparece...
-Joseph... No... No puede ser.... Yo... Yo te maté. Yo te vi... Mi lanza...
Y el hombre se ríe a carcajadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario