sábado, 18 de octubre de 2014

Último Rugido (Prólogo)

Bueno, aquí comienza la tercera parte del proyecto Sueños Espiral, espero que os guste y sigáis leyendo como hasta ahora o incluso más.

 









Por aquel grito ahogado,
ese impresionante rugido,
que fue capaz de callar
las palabras y los sueños.





















Aclaración Parte Final


Ha pasado, muchas veces, que el lector se ha visto confundido o desconcertado con la cronología de la parte final de los libros de esta saga.
Bien, antes que nada, aclarar que, como mínimo, el último bloque de cada volúmen de la saga Sueños Espiral está escrito desde dos puntos de vista.
¿Cómo funciona el tiempo?”, han preguntado muchos.
Es simple:
-En caso de estar juntos los personajes e interaccionando, los capítulos concurren en un distinto marco temporal, es decir, uno tras otro.
-En el caso de encontrarse separados, las acciones serán simultáneas, al mismo tiempo.








Sinopsis:
Después de la inesperada e impresionante muerte de Tyr en la antigua cueva de Impeesa, Eyland y Engla parten en busca del lobo que nunca duerme, dejando a Axell allí tirado. Pero algo en el mundo está ocurriendo y todo se está tornando extraño y amenazador para Eyland. Completamente seguros de estar haciendo lo correcto, los dos jóvenes descubren la verdadera causa del Clan y deben replantearse continuar o no con la lucha, pues iba más lejos de lo que ambos jamás habían creído. Por si no fuera poco, Impeesa los sorprende con un compañero de viaje inesperado.









Índice

Prólogo............................................................................Página 13
Levántate.........................................................................Página 15
Un Daño Irreparable........................................................Página
Fantasmas del Pasado....................................................Página
Fuego..............................................................................Página
Epílogo.............................................................................Página







Prólogo

Me encantaba sentir como la iba penetrando poco a poco, muy lento, deleitándome con su cara. Era la sencación más maravillosa del mundo, verla ahí, atada de pies y manos, inmóvil y a mi merced; sentir cómo desgarraba su piel por partes, lenta, pero incansablemente. Notar como emanaba de ella aquel fluido, era lo más placentero que había vivido nunca. ¿Qué puedo decir? Me encantaba clavarle aquel cuchillo hasta lo más hondo.
La dejé caer a mis brazos. Parecía un peso muerto, como los que se tiran desde un avión, pero sabía que aún respiraba, podía notarlo. La sangre me corría por las manos, pero la verdadera carrera estaba en mi interior. <<Maldita sea, esto me excita>>, pensé.
-Te amo. -Dije. Oh, ¿no me respondes? -Sonreí. -Qué mala persona...
De pronto, la puerta de la habitación se abrió y, tras ella, apareció el mismísimo diablo.
-Mierda, Kisho. No tenías que matarla, era tu mujer.
-Pero... -Solté el cuchillo y la dejé caer todo lo que le permitían las cadenas.
-En fin, tienes que venir conmigo. El señor Impeesa y Olaf requieren de tu presencia allí, aunque no sé para qué.
-Genial.
Con una sonrisa en los labios, me dirigí hacia su despacho, siguiendo al mismísimo diablo a través del pasillo, en busca de mi tan esperado ascenso.
-¿Cómo es que te dejó volver? -Le pregunto.
-Eso no es asunto tuyo, salvaje.
-¿Salvaje? -Tuve ganas de volver a la habitación donde había dejado a mi esposa y seguir clavando el cuchillo, pero no convenía hacer enfadar al señor Impeesa. -Vete a la mierda.


-¿Quería verme, señor? -Pregunté, casi temblando de la emoción, mientras me arrodillaba.
-Así es. -Pero no fue él quién respondió, fue su amada mano derecha, Olaf. ¿Por qué le tenía tanta estima? Contribuyó a la caída del Clan en Niflheim.
-Tenemos una nueva misión para ti, Kisho. -Esta vez, tomó la palabra el mismísimo diablo.
-¿De qué se trata, mis señores? -Todos tenían más rango que yo, y la mayoría llevaban menos tiempo en esto, o al menos estuvieron gran parte de ese tiempo fuera. No llegaba a comprenderlo.
-Vas a volver a casa para acabar con él. Lo esperarás allí. -¿Casa? ¿De verdad? Yo ya no tenía de eso.
-¿Tennō? -El señor Impeesa asintió y, por fin, se dirigió a mí personalmente.
-Tennō.

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