VIII
Eyland
Van
a ejecutarme aquí en Tennō, otra vez. Esta situación se siente
como un dejà vu(1),
aunque tengo muy claro que no lo es. La otra vez se siente muy lejos,
pero se siente tan real como esta de ahora. ¿Es que va a intentar
matarme cada persona que me cruce?
-¿Y
por qué iba a prestarme a eso?
-Oh.
-Engla se acerca a mí y se para a escasos centímetros de mí. -Pues
porque te conviene.
-¿Cómo
va a ser eso adecuado para mí? Hablamos de mi vida, maldita sea.
-Respondo completamente escandalizado.
-¿Le
darás la oportunidad a Capomafia o a Spirit de que acaben contigo y
sean felices o, por contra, dejarás que lo hagamos nosotros?
Espera,
¿de qué va esto? ¿Ellos están en contra de Tyr y Joseph? ¿Por
qué? No puede ser. Esto tiene que ser una estrategia para volver a
encerrarme o para torturarme de la forma en la que únicamente Shaw
sabe.
-¿Sois
rebeldes?
-Oh
no, para nada. -Interviene Shaw mientras se ríe.
-¿Y
entonces por qué queréis ejecutarme aquí y vosotros dos?
-Digamos
que... -Engla vuelve a tomar el control de la conversación. -Te
tengo demasiadas ganas.
-Sois
iguales que ellos. -Respondo con desprecio.
-Claro
que no. Tú no lo entiendes. -Se queja Shaw.
-Confía
en mí, todo irá bien.
Engla
susurra a mi oído a la vez que su compañero me habla. ¿Por qué
debería hacerle caso y fiarme de ella? La última vez que lo hice me
entregó a Tyr y consiguió que Haruka muriera en vano. No puedo
creerla, pero tiene aquí a uno de los más sadicos seres que conozco
y no puedo huir, así que no tengo otra opción más que seguirles el
juego, aunque sea por ahora.
(1)
Dejà vu: Es la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha
experimentado previamente una situación nueva.
-Está
bien.
-¿Vendrás
con nostros? -A Shaw se le ilumina la cara. Está claro que disfruta
con mi sufrimiento, si sólo con pensarlo ya está así...
-Eso
es lo que he dicho. -Cierro los ojos.
-Bueno,
pues vamos a prepararlo todo.
-Claro.
-Engla pone su mano en el hombro de Shaw. -Te lo dejo a ti. Sé que
lo harás mejor que bien, o lo espero. -Ríe.
-Siempre
fui mejor que tú en estas cosas, Cometa.
-Oh,
hacía mucho que no me llamaba nadie así. -Engla se sonroja.
-Se
me vino a la mente. Ya sabes, siempre volabas por encima de todos.
-¿Hola?
-Interrumpo su momento de recuerdos. -Sigo aquí.
-Ya
lo sabía. -Engla mueve la nariz. -Tu olor te delata.
Ambos
ríen a carcajadas y continúan bromeando entre ellos y recordando
viejos momentos. Parecen tener una estrecha relación, a pesar de que
nunca hasta ahora los había visto juntos.
De
pronto y sin previo aviso, la atmósfera entre ellos cambia:
-Engla.
-Él la abraza. -Te quiero...
-Shaw...
-Intenta apartarse de sus brazos, pero la tiene bien sujeta por las
muñecas. -No es como tú piensas...
-¿Por
qué?
-Porque...
-Se gira hacia mí de pronto. -Por él.
-¿Por
mí?
-¿Por
él? -Gritamos al unísono con asombro.
-Sí,
por él. -Me mira a los ojos fijamente. -No me parece correcto con
nuestro objetivo aquí mirando.
-Ah...
-La suelta. -Está bien.
Suspiro
aliviado. Así que era eso... Vaya susto, por un momento llegué a
pensar que se refería a que me quería o algo por el estilo. ¿Te
imaginas, Engla y yo? Sería de locos. Río para mí mismo.
-Bueno,
Martin, creo que deberías ir ya.
-Sí,
tienes razón, jefa. -Asiente. -En cuanto esté todo preparado te
mando a Kisho para que te avise.
-Perfecto
entonces.
Engla
acompaña a Shaw a la puerta y la cierra en cuanto sale, casi
golpeándole en el talón. Una vez el guardia está fuera, se gira
hacia mí y me mira fijamente.
-Tú...
Tú... -Respira mucho más pesadamente, Su cara se torna de un color
rojizo. Parece un toro a punto de asestar su cornada.
-¿Qué
pasa? -Retrocedo todo lo que puedo hasta chocar contra el pupitre.
Gotas de sudor recorren mi cuello. Cuando ella está furiosa
realmente da miedo.
-Tú...
-Levanta un dedo y se dirige hacia mí hasta que su dedo se posa en
mi nuez. Aprieta tanto que casi se siente como un cuchillo, su uña
me rasga la piel.
-¿Yo?
-Tú.
-Respira profundamente. -¿Qué demonios me has hecho?
De
repente, Engla separa su dedo índice de mi garganta y se echa las
manos a la cabeza. Poco a poco va cayendo hasta que se encuentra
arrodillada en el suelo, meciéndose como una loca.
-¿Estás
bien? -Acerco mi mano a su hombro, para consolarla. Pero se gira
bruscamente antes de que pueda hacerlo.
-¡No!
-Me mira con los ojos inyectados de rabia. -No estoy bien... -Se gira
de espaldas a mí y llora de forma desconsolada.
-¿Qué
rayos te pasa? -La corto.
-¿Es
que todavía no lo entiendes?
Voltea
su rostro de nuevo. Está tan desmejorada... Sus ojos vidriosos y su
pelo completamente despeinado. Hiperventila, parece un niño al que
le acaban de robar su caramelo.
-Lo
siento.
Me
agacho para ponerme a su altura y pongo mi mano en su rostro para
intentar hacerla sentir mejor. Odio a esta mujer, pero verla llorar
es demasiado para mí, ¿qué es lo que me pasa? Yo no soy así.
-No
sé lo que ha pasado, pero aún así lo siento.
No
parezco yo. ¿Desde cuando siento compasión por un asesino? Y lo que
es más importante, ¿desde cuando me importa lo que le pase a esta
chica? Su único objetivo desde que nos conocemos fue matarme.
Incluso cuando me trataba bien acabé en problemas.
-¿No
sabes lo que pasa? -Acaricia mi mano con la suya y suaviza su
enfadado y destrozado rostro. -Me pasas tú...
Empieza
a llorar de nuevo, ¿yo? ¿Cómo puedo afectarle yo? ¿Es que se
siente frustada por no haber acabado conmigo en todas las ocasiones
que ha tenido? Es la única explicación que encuentro a esta
situación.
-Tranquila,
¿vale?
Sin
saber realmente por qué ni cómo, mis labios acaban por encontrarse
con los suyos. ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué no soy consciente
de mis actos? Esta chica tiene demasiada influencia sobre mí.
-No...
-Dice en mis labios. -No.
Me
empuja y me aparta de su lado. Retrocede acariciando sus labios con
sus dedos índice y corazón. ¿Ves? Malditos impulsos los míos,
¡sabía que ella no me quería! ¿Por qué acabé besándola?
-Lo
siento, Eyland. -Vuelve a acercarse a mí. ¿Es que esta chica es
bipolar o qué le ocurre? -Es solo que...
-¿Es
solo que qué?
-Que
no puede ser. No saldría bien.
-¿Pero
y si fuera así? -Las palabras salen sin pasar por mi cerebro. ¿Por
qué no consigo tomar el control de mis labios?
-No
tenemos futuro. Lo entiendes, ¿no?
-Sí.
-Asiento. -Claro.
-Me
alegro de que así sea.
Me
besa de nuevo. Un beso casto y tremendamente breve. Quiero más,
necesito más. Maldita sea, hace diez minutos la odiaba, ¿por qué
ahora no puedo vivir sin ella? Aunque bueno, eso no es nada negativo,
voy a dejar de vivir igualmente...
-Quiero
que quede claro que este ha sido nuestro último beso.
-No
pensaba darte más. -Le respondo. -El de antes ha sido un error y no
se volverá a repetir.
-Vaya,
ahora el pollo se nos pone gallito. -Se ríe sola.
-Señora.
-Una voz al otro lado de la puerta interrumpe nuestro ahora tan
incómodo momento. Debe de ser Kisho.
-¿Ya
está?
-Todo
listo y preparado, señora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario