jueves, 6 de marzo de 2014

Sueños Espiral


















Sueños espiral

Daniel Conesa Bernal































A mis ayudantes anónimos
llamados sueños, donde
todo es posible y nada puede
ser totalmente destruido.





































































I

Las guitarras golpean con fuerza, la batería retumba por todo el estadio mientras Paul, mi mejor amigo, se mantiene entretenido con los labios de una chica punk que acaba de conocer.

Un día más, mejor dicho una noche más, me encuentro en un concierto en una de las noches más especiales de este lugar al que puedo llamar mundo, la noche de los Sueños Espiral. Y, una vez más, estoy solo mientras mis amigos encuentran cosas mejores que hacer que estar atentos al festival. Bueno, ellos se pierden la música.

I wanna rock...
Rock!

El humo de las hogueras de la playa ya llega hasta el concierto y empieza a confundirse con el humo que desprenden los cigarros de polen y marihuana. Y eso solo es la base de la espiral de drogas en la que me encuentro envuelto... Ahora creo que comienzo a entender el por qué del nombre de la festividad.

Me alejo de la zona, prefiero que no me relacionen con estas mierdas. Este mundo gira demasiado rápido y brilla tanto que ciega, hay demasiada actividad... Bah, yo con la música tengo de sobra. De pronto, me encuentro sentado en la hierba y con un mastodonte de dos metros de alto por dos de largo, o al menos desde este ángulo lo parece, frente a mí; debe haberme golpeado.



- Eh, chico, ¿estás bien? -La voz llega a mis oídos de forma celestial, pero no soy capaz de ver su origen. -Vaya golpe te has dado... Pobrecito.

Poco a poco abro los ojos, mientras noto las manos del desconocido chico en mi nuca y mi ahora dolorida espalda. Por fin luz. Poco a poco se disipa la bruma de delante de mis ojos y empiezo a ser capaz de distinguir las formas y colores. ¡Oh, qué bello es! Realmente parece uno de los surfistas del sur de la villa. Tiene un tono de piel similar al color de la arena y los rizos rubios de su pelo caen de forma tremendamente sutil sobre sus hombros. Es realmente mágico de ver. ¿Qué hará aquí?

- Hey, ya despiertas. Qué alegría. -Puedo vislumbrar con los ojos entrecerrados cómo sonríe de forma abierta. El brillo de su dentadura es cegador.

- Eh... ¿Qué ha pasado? -El chico ríe al notar en mi voz un tono soñoliento similar al de un niño pequeño. -Chaval, te estás durmiendo encima mía. -Ríe. -Te has chocado contra un poste. Míralo, ahí tienes a tu agresor. -El joven señala un viejo poste de madera oscura en el que se puede leer Loud'n Rock, el nombre del festival. Enseguida enrojezco.

- Vaya... Qué vergüenza... ¿Lo has visto todo? -No puedo sentirme más embarazoso, ¡un poste! Vaya luchador nato estoy hecho...

- Absolutamente todo, bajaba del escenario cuando pasó y supongo que sentí lástima.

- ¡Eh! -Me sonrojo aún más. -¡¿Lástima de qué?! ¡Puede pasarle a cualquiera! -Mi cara tiene cada vez más tonos rojos.

- Ya, ya... Lo que tú digas.... -El muchacho ríe a carcajadas en este momento. -¿Y cómo te llamas, amante de los postes?

¿Amante de los postes? ¿Enserio? Es ridículo, este chico se está riendo de mí.

- ¿Qué te pasa? ¿Te has quedado mudo? -Continúa riendo, lo cual empieza a cabrearme.

- No... -Me duele la cabeza cada vez más. -Me llamo Eyland(1). -El chico me mira extrañado.

- ¿Eyland? Vaya un nombre...

- ¡Eh! -Empiezo a enfurecer. -¡No te metas con mi nombre! ¡Era el nombre que me pusieron porque se me daba bien pintar! No es cosa mía...

- ¿Porque... se te daba bien pintar? Bueno, da igual, sólo bromeaba. -Ese comentario me alivia, respiro y empiezo a recuperar mi color natural. -Oye... una pregunta...

- ¿Sí? Dime.



(1) Eyland: Cliff Eyland es un pintor y escritor canadiense, nacido en 1954. Eyland está representado por Katzman Kamen Gallery de Toronto.


- ¿Puedo recuperar mis manos? Llevas ya un rato tumbado encima mía...

- Ah... sí.. perdón... -Me levanto de forma apresurada. Parece que este chico tiene una habilidad especial para hacerme sentir vergüenza.

- No te sientas mal, Eylen. Te has golpeado fuerte.

- Es Eyland, gracias. ¿Y tu nombre es...?

- ¿Para qué quieres saberlo? Eso es lo de menos. -¿Pero y este de qué va? Yo le he dicho mi nombre. -Vale, vale. No me mires así. Me llamo Tyr(1), aunque por aquí todos me llaman Spirit. -De pronto, una duda surge en mi mente.

- ¿Cómo es que no te he visto antes? Esto no es muy grande... Además, tu nombre no es muy común, te recordaría.

- La verdad, yo mismo me lo estaba preguntando.

Esto es extraño, en este sitio tan pequeño se conoce todo el mundo, al fin y al cabo este mundo es una simple gran habitación de literas. He leído que debe haber otros mundos diferentes, es una simple teoría, yo no lo creo. ¿Otros mundos? Para mí todo lo considerado mundo es este lugar, este oscuro y lúgubre lugar. Sinceramente... no creo que sea capaz nunca de creer eso de que existen más lugares diferentes a este, es una bobada.

- Eyland... ¿Estás bien? Llevas un rato bastante callado.

- ¿Eh? -El comentario de Tyr detiene mi travesía mental. Sacudo la cabeza.

- Tío, estás tremendamente embobado, ¿qué pasa? ¿Hay una chica? ¿Dónde? -Mi nuevo amigo mueve la cabeza de un lado a otro en una búsqueda inútil.

- ¿Tú... crees en la existencia de otros mundos?

- ¿Otros mundos? -Junta sus manos, parece que va a echar humo de tanto pensar. - Mmm... sí, yo creo que sí. ¿Por qué no? Es posible que existan. Al menos, no soy quién para dar una explicación concreta a esa pregunta. ¿Por qué lo preguntas?

- Ah, no... por nada. ソQuieres que hagamos algo? Este sitio ya empieza a aburrirme, y mis amigos están completamente desaparecidos.

- ¿Algo... como qué?

- No sé. Podemos empezar por irnos de este sitio. ¿Te hace?



(1) Tyr: Tyr era el dios nórdico de la sabiduría y la guerra, papeles que se daban de forma errónea a Thor, dios nórdico del trueno. Formaba parte de los Æsir, grupo de grandes dioses nórdicos.


-Claro, ¿por qué no?

Volvemos a movernos de nuevo y emprendemos nuestra marcha hasta la entrada del festival que, tras mi pelea me es mucho más familiar. <<Adiós, has sido un digno rival>>, me despido del poste y salimos del festival en busca de un destino aún sin determinar.

-Bueno, ¿y ahora qué?

Eso mismo pienso yo. ¿Y ahora qué? No tengo ni idea de qué vamos a hacer. Si seguimos andando sin rumbo podríamos perdernos, pero, si nos paramos, acabaremos por aburrirnos. Ahora hasta volver al concierto me parece una buena idea. Todavía se puede oír la música...

Y si me miras y te vas
tan lejos que me olvidarás,
pensando que ya...
será un recuerdo más.

-Eyland, ¡Eyland! -Vale, tendría que dejar de distraerme tanto, no me hace bien.

- ¿Sí?

- ¿Te parece bien ir a mi casa? No queda muy lejos, y allí, tengo buena música.

- ¿Eh? Claro.

-Es que te he visto seguir el ritmo con los pies sin ni siquiera mirar y claro, se me ha venido a la cabeza -Ríe.


- Ah... Ya, claro.

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