sábado, 6 de septiembre de 2014

Horizontes Nevados (XXVI)






II
Eyland

La nave vuela solitaria por el cielo y yo, también solitario, dejo a mis pensamientos vagar sin rumbo por mi cabeza. ¿Cómo puede ser que esté echando de menos a una persona que creía muerta? Es de locos. Atravesamos varias nubes de la misma manera en la que el recuerdo de Lysandra me atraviesa el pecho como si fuera una daga de acero ardiendo. Si ella estuviera aquí... Si tan solo estuviera viva...

-Todo sería diferente.

-¿Decías algo, Eyland?

La mano de Engla sujeta la mía desde que despegamos, y en este momento me acaricia el dorso de la misma, los nudillos. La chica, en cambio, me mira sonriente, igual que lo habría hecho su hermana.

-No, nada...

Agacho la cabeza, buscando en el suelo con la mirada ese estímulo que sea capaz de sacarme de este pozo de recuerdos y desolación en el que se ha convertido mi viaje en la nave.

-Como quieras, Shinjin. -Me besa la mejilla. -Voy con papá.

Suelta mi mano y se aleja hacia el asiento del copiloto dando saltitos. ¿De dónde saca esa felicidad? Al fin y al cabo, a ella debería dolerle más la pérdida, digo yo. Y es que Lys está muerta y yo, su asesino, aquí, y todo por culpa de...

-Tyr.

-No me... -Alza la cabeza y me mira. -Bueno, da igual.

-Tú mataste a esa chica, no yo.

-Oh, para nada. -Sonríe.

-¿Te estás burlando de mí? -¿Y a este tío qué le pasa? La ira comienza a correr por mis venas y a consumirme.

-Puede. -Su sonrisa se hace aún mayor.

-No te aguanto. -Las venas de mi cuello se hinchan tanto que hasta creo que van a explotar.

-Pues... Me temo que te toca hacerlo.

-¡No puedo más contigo!

Una vez digo esto, salto de mi asiento y casi corro hacia él en el interior de la nave. Una vez lo alcanzo, estiro el brazo y lo agarro del cuello de la camisa, empujándolo contra una de las taquillas para el personal de la embarcación.

-Pues yo veo que eres capaz de levantarme, y me soportas. -Y ahí sigue, su estúpida sonrisa.

-¿Seguro? -Abro el puño y el tuerto cae de bruces contra el suelo. -Yo creo que no.

-Lo tengo merecido. -Se incorpora, sentado contra la pared de contrachapado.

-Un poco sí. -Respondo cortante.

-Supongo que tendrás preguntas. -¿Y esto a qué viene ahora?

-Claro.

No sé dónde pretende llegar Tyr, pero quizá me sea útil seguirle el juego. Aunque claro, este chico, porque hombre no es, es un mentiroso compulsivo. Cosa que le costó un ojo, por cierto.

-¿Vas a responderlas?

Se levanta con dificultad, apoyando la mano en el banco y sujetándose con la otra el costado. ¿Es posible que se lo dejara tocado en Niflheim mientras peleábamos? Bueno, aunque así fuera, él fue quien se lo buscó.

-¿Qué clase de caballero sería si no lo hiciera? -“Pues uno de mierda, como ahora.” Pienso, pero no lo exteriorizo.

-Bien.

-¿Empezamos? -Junta los dedos de las manos, casi parece impaciente.

-¿Por qué mataste a Lysandra?

-Hey, qué directo. -Sonríe de medio lado. Hace un mes era atractivo, ahora simplemente es macabro, no tiene un ojo con el que respaldar la sonrisa. -Pero yo no la maté.

-Bueno, pues... ¿Por qué hiciste que yo le disparase?

-A eso si te puedo responder.

-Es pido. -Le corto antes de que pueda continuar.

-Es simple. Es una Fire.

-¿Y qué con eso? Engla y Axell también lo son.


-Precisamente por eso. -¿Insinúa que quiere matar a los dos que quedan?

-No entiendo.

-No tiene complicación. Simplemente no me fío de ellos; son manipuladores y ambiciosos. Tú tampoco deberías confiar tanto. En especial en Engla.

-Ella nunca me ha mentido, a diferencia de ti. -Ha pasado de advertencia a amenaza contra nuestros compañeros de vuelo, ¿qué pretende?

-¿Estás seguro de eso? -Sonríe abiertamente. -Porque, a mi entender, la conociste como parte de una gran mentira, ¿no es así?

-Ideada por ti. -Puntualizo.

-Eso no es del todo cierto, pero... No voy a entrar en ese tema ahora.

-¿Y si te digo que entres? -Estoy dispuesto a llegar al fondo del asunto.

-Pues te contaré la verdad, una verdad que quizá no querrías oír. -Le sale tan natural todo...

-¿Y cómo sé que lo que dices es verídico? -Lo miro frunciendo el ceño.

-Simple. -Hace una pausa para respirar, hondo, demasiado... ¿Quieres seguir de una vez? -Conozco mucho sobre ti, puede que incluso más que tú mismo.

-¿Algún ejemplo? -¿Tú que vas a saber?

-Por ejemplo: Pasaste los primeros cinco años de tu vida encerrado en casa, casi sin poder salir de tu cuarto, porque padecías una grave enfermedad. -¿Pero cómo...? -Y que, cuando hace unos años, a mitad de diciembre, nació Desmond, pensaste que había sido el mejor regalo de Navidad de toda tu vida. Y aún lo piensas, claro.

-Eres... -¿Cómo puede saber todas esas cosas? ¡Él no estuvo allí!

-¿Un genio? Sí, lo soy. -¿Alguna flor más que echarte?

-Imbécil y embustero, eso eres.

-Yo no miento. Estamos más unidos de lo que crees, Eyland Rise.

-¿Qué diablos quiere decir eso? -¿Yo, unido a ti? Sí, claro...

-Ya lo entenderás.

Sonríe de medio lado, como siempre hace, y se aleja del banco en el que estaba apoyado hacia la parte delantera de la nave. ¿Qué ha sido todo esto? No llego a comprender nada de lo que dice este chico. ¿Tiene que ser siempre tan críptico?

-Me pone nervioso.

Vuelvo a sentarme en mi sitio, al lado de Engla. ¿De verdad debería desconfiar de ella? Me ha salvado muchas veces de las garras de la muerte, ella me ama, maldita sea. ¿Cómo podría intentar algo en mi contra?

-No llego a comprenderlo.

-¿Decías algo, Shinjin? -Vaya, parece que he pensado en voz alta.

-Nada, querida. -Sonrío, tan forzado como siempre. No he sonreído de verdad desde... Bueno, desde la batalla de Niflheim.

-Como quieras. -Me devuelve la sonrisa mientras me siento a su lado y agarro su mano, es tan cálida... -Por cierto y cambiando de tema, ¿sabés qué?

-Pues si no me lo dices... -Miedo me da. -Obviamente no.

-Pues... -Baja de pronto el tono de su voz, casi parece que le cuesta pronunciar las palabras que tiene que decir. -Spirit me dijo que se sentía muy mal por lo que te hizo.

-¡¿Él?! -Grito, soltando de golpe su mano. -Ese no sabe lo que es sentirse mal.

-Está realmente arrepentido, Eyland.

-Miente. -“No ha dejado de intentar matarme desde que nos conocimos.Seguro que hasta lo del ladrón aquel fue cosa suya.” Pienso, pero no se lo digo a Engla.

-Tienes que entenderlo. Era él o tú.

-No creo que Impeesa lo hubiera matado, sinceramente. Está de su lado, ¿por qué hacerlo?

-¿No te diste cuenta cuando leíste la carta? Puede parecer que no, pero ese hombre es lo más egoísta que hay en este mundo. Y algo tiene contra ti, haría lo posible por acabar contigo, incluso si eso implica la muerte de cientos de personas.

-Como en Niflheim.

-Como en Niflheim. -Asiente. -Por eso creo que Spirit dice la verdad. -Es tan buena... Incluso después de todo lo que ha pasado, intenta defenderlo. ¿Cómo pudo decir esas cosas horribles de ella?

-Sigo sin poder creerlo.

-Pero, ¿no hiciste tú lo mismo conmigo en Tennō? Me lanzaste al vacío por el límite de la isla, porque sabías que, si no lo hacías, yo te mataría. -Ahí me ha pillado.

-Bueno sí... Pero aún así...

-Sabes que tengo razón, Eyland. -Responde cortante.

-La tienes, es cierto. Sin embargo, todavía me cuesta confiar en él.

-En ningún momento te he dicho que lo hagas.

-¿Por qué no me lo dijo?

-Oh, venga. Sabes que es demasiado orgulloso para eso.

-Tienes razón.

-Bueno, me tengo que ir, que ya estamos por llegar. -Me da un beso y se separa. -Ah, me pidió que te dijera algo más.

-¿El qué?

-“Eyland y yo estamos más unidos de lo que parece. Ya lo entenderá.” Palabras textuales.

Y ahí esta otra vez esa frase. ¿Qué diablos quiere decir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario