V
-Eyland...
Eyland... -Una voz de mujer me llama, pero no consigo ver quién es.
-Eyland... ¿No me oyes?
-Sí,
claro que te oigo.
-Abre
los ojos, Eyland.
-Sí,
claro.
Obedezco
sin saber realmente por qué a la mujer que me llama al otro lado de
mis párpados, pero, una vez los abro, allí no hay nadie. ¿Dónde
está? Juraría que me acababa de llamar.
-¿Dónde
has ido?
-Estoy
aquí. -Responde la mujer, pero “aquí” no hay nadie.
-No
te veo.
-¿No?
Y,
tan pronto como dice esto, las luces de la nave se apagan. ¿Qué
demonios acaba de pasar? Si ha sido cosa suya, no creo que este sea
el mejor sistema para que pueda verla, la verdad.
-Eyland.
¿De verdad que no me encuentras?
-No.
-Esto es frustrante.
-Pues
estoy justo aquí.
Sin
previo aviso, alguien me pone su mano en mi mejilla, y las luces
vuelven a encenderse. Es Engla quien me hablaba, ¿hemos llegado ya?
Está muy pegada a mí, y por las ventanas no se ve más que cielo y
nubes.
-Un
momento...
Aquí
pasa algo raro, ahora que me fijo. Axell lleva sin moverse varios
minutos, pero sin tan siquiera pestañear. ¿Y qué demonios hace Tyr
suelto campando a sus anchas por la nave? Esto me huele muy mal.
-Oh,
así que te has dado cuenta...
-¿De
verdad? -Responde el tuerto. -Puede que no sea tan tonto.
Y
entonces, tan pronto como acaba de pronunciar esas palabras, Axell se
cae del asiento, golpeándose directamente conta el suelo de la nave.
Tiene un profundo corte en el cuello y la piel realmente pálida.
-¡Está
muerto! -Grito.
-¿Sí?
-Sonríe Engla. -Ni me había dado cuenta.
Es
entonces cuando lo entiendo todo. Ellos dos nos engañaron, nos
utilizaron, ¡siempre estuvieron en el mismo bando! Y aquí y ahora
se van a cobrar mi muerte, tal y como tenían planeado. Debí haberlo
sabido.
-Sois
unos monstruos.
-Y
asesinos. -Sonríe y me clava un puñal en el estómago. Vomito
sangre al instante.
-Yo
te quería... -Digo, como puedo mientras saca el arma y me la vuelve
a clavar.
-Oh...
¿De verdad? -Finge una cara de tristeza. -Resulta que al final fui
mejor actriz de lo que pensaba.
-Acaba
con él, Spirit.
El
joven sonríe, saca una pistola de debajo de su asiento y me apunta.
Cierro los ojos mientras aprieta el gatillo. Si voy a morir aquí y
ahora, no pienso querer verlo, no me merece la pena. Noto el impacto
de la bala y caigo al suelo.
Abro
los ojos de golpe. Tyr vuelve a estar esposado y Engla lo vigila. Más
adelante, en el asiento del piloto, Axell hace pequeñas correcciones
durante el vuelo. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Estaba soñando?
-¿Estás
bien, Shinjin? Pareces exhausto.
Y
tiene muchísima razón. Estoy hiperventilando, me falta el aire y
las gotas de sudor caen por mi cuello formando grandes hileras. Y
como si eso fuera poco, las lágrimas asoman en mis ojos, pero no se
dignan a salir.
-Sí.
-Asiento. -Tranquila. -¿Habrá colado o soy tan mal actor como
creía?
-Ven
aquí. -Da un par de golpecitos al asiento al lado del suyo y me
siento en él.
-Dime.
-Sé
que lo estás pasando mal.
-“Y
peor que será.” -Y Adam se ríe a carcajadas.
La
tengo a ella, déjame en paz.
-“Las
pesadillas son simples representaciones de nuestros mayores miedos.”
Pero
me quiere.
-“Lo
dudo bastante.”
-Eyland,
¿me estabas escuchando?
-No,
no. Lo siento. -Enrojezco. -¿Qué decías?
Adam
tiene razón, ¿por qué iba a confiar en ella? Al fin y al cabo, los
peores ratos de mi vida los he pasado por su culpa. La tortura, estar
al borde de la muerte, en diferentes ocasiones, asesinar a una gran
amiga... Fue todo cosa suya, aunque no siempre directamente.
-Te
avisaba de que ya estamos llegando a Agder.
-Oh,
¿ya tan pronto? -Mis ojos se abren exageradamente.
-Bueno...
-Se rasca la nuca. -Técnicamente llevamos casi diez horas de viaje.
-¡¿Y
me has dejado dormir tanto?! -Nueve horas... Impresionante.
-Es
que estabas tan mono durmiendo... -Se sonroja. -Que me daba pena.
-Bueno.
-Mi cara se vuelve tan roja o más que la suya. -Da igual. Lo
importante es que veré a mi madre.
-“En
caso de que siga viva.”
Sé
que no ha muerto.
-Yo...
Quería hablarte acerca de eso, chico. -Dice Axell desde su asiento,
unos metros alejado de nosotros tres.
-¿Qué
pasa? ¿Ha ocurrido algo malo? -Ay, no. Por favor, que Adam no tenga
razón.
-Tampoco
es seguro que tu madre esté aquí. Quiero decir, hace ya un tiempo
que me fui, pueden haber pasado muchas cosas.
-Sí...
-¿Y si se ha ido? ¿Y si ya no está? No quiero ni pensarlo.
-Entiendo.
-“Está
muerta, asúmelo.”
-Bueno,
ya estamos.
Dicho
esto, comienzan las maniobras de aterrizaje. Todos nos abrochamos los
cinturones, Tyr incluído y se inicia el descenso. Es mucho más
ligero de lo que yo pensaba, llevaba un par de viajes sin tocar el
suelo de una forma normal.
-Y
voilà.
Los
motores de la nave dejan de funcionar y las puertas se abren. Al
instante, una ráfaga de aire caliente llena toda la instancia, ¿es
que así es el clima de esta pequeña isla? Comparado con la nieve,
es abrasador.
-Recuerda
que estamos aquí por Impeesa.
-Sí,
por supuesto.
Asiento
y comienzo a bajar por las escaleras del vehículo volador. El
paisaje y el ambiente aquí son muy parecidos a Tennō,
pero con mucha menos tecnología ni civilización. Apenas se ven
casas, y mucho menos edificios oficiales. Y la gente... ¿dónde está
la gente?
-Oye
Axell, ¿seguro que es aquí? -Pregunto mientras desciende.
-Claro.
Está igual que lo dejé. Mi hogar...
-¿Y
todo el mundo? -Engla baja a Tyr a empujones.
-Un
momento. -Coge aire y... -¡Chicos! Soy Axell.
El
grito se escucha por todas partes, retumba casi más que el pitido
infernal provocado por Adam. Pero, de pronto, empieza a aparecer
gente de todos lados. ¿Estaban escondidos, por qué?
-¡Has
vuelto!
Una
mujer, más o menos de la edad de mi madre, quizá algo mayor, sale
corriendo y lo abraza, entre lágrimas. Y ella no es la única
emocionada, porque él tiene los ojos rojos y le tiembla el labio,
pero se está conteniendo. ¿Incluso aquí tienes que mantener tu
imagen de tipo duro?
-Me
alegro mucho de verte, ángel de mi vida.
-Te
creía muerto.
-Papá,
¿quién es ella? -Engla interrumpe el bonito reencuentro.
-Pues...
-La mujer se separa de Axell y va hacia la joven, que la espera con
el ceño fruncido hacia su padre. -¿Tú eres Engla, verdad?
-Así
es. -Asiente. -¿Cómo sabes eso? -Se gira hacia su amado, entre
lágrimas.
-Él
me habló mucho de ti mientras estuvo aquí.
-Te
ama, ¿verdad?
-Así
lo creo. Yo a él sí, con locura.
-¿Entonces
eres mi madrastra?
-Prefiero
que me llames Tara.
-Encantada,
Tara. -Se abrazan, y Axell se une a ellas dos. Una familia al
completo de nuevo...
-Eyland.
Eyland, cariño, ¿eres tú? -Una mujer con la cara manchada de polvo
negro y con las ropas destrozadas se acerca a mí.
-Mamá...
-Y una lágrima besa mis labios.
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