sábado, 4 de octubre de 2014

Horizontes Nevados (XXX)







VI
Eyland

-¿Qué has encontrado, Tyr?

-Ven y te lo muestro. -Eh, no me ha dicho nada sobre llamarlo así. ¿Será que se ha rendido? Nunca he entendido por qué no acepta su nombre.

-Pues... He encontrado algo.

Sonríe abiertamente, aunque aún me parece que de forma siniestra, ante su descubrimiento. Por fin este viaje comienza a tener algo de sentido. Sin dar con Impeesa y estar todo vacío, empezaba a dudarlo... Desde que todo empezó, en el hostal donde vivía hace un mes, o creo que hace un mes, no he tenido ni un momento para descansar. Salvo ahora. Y se agradece.

-Vamos a verlo. -Nada más lo digo, un relámpago surca el cielo, iluminando de más toda la cueva durante unos instantes.

-Qué oportuno. -Tyr ríe.

-Sí.

Asiento y entro tras él a la improvisada vivienda justo cuando las primeras gotas comienzan a caer sobre la isla. Parece un simple chaparrón, pero la lluvia se torna casi un diluvio en tan solo un minuto. ¿Estará bien Engla? Enciendo una hoguera para calentarnos un poco.

-Eylen... ¿Estás preocupado por algo? -Maldita sea, ¿Cómo puede conocerme tan bien? Hablamos por primera vez hace bastante poco, relativamente.

-Un poco. -Respondo, con todo el orgullo del mundo. Si permito que me vea como a alguien débil, podría ser mi perdición.

-Estarán bien. Al fin y al cabo, Axell es el líder que todo grupo necesita, y su hija, como yo siempre dije, la hembra fuerte. -En Niflheim no pensaban lo mismo de Axell, yo era su guía.

-¿Y yo qué soy?

-Tú eres... -Se calla de pronto. Venga chico, dilo. ¿Qué ocurre? -Tú eres...

-Yo soy... -¿Por qué tantas dudas? No pienso hacerte nada malo, a diferencia de ti.

-Un viejo conocido. -Tanto como viejo... Un mes no es tanto tiempo.


-No hace mucho que...

-Te equivocas.

Me corta a mitad de frase. ¿Cómo es posible que no esté en lo cierto? No ha pasado más que unas pocas semanas, ¿o sí? No, no puede ser. Mi aspecto apenas ha cambiado. Los hechos son los hechos.

-¿Por qué?

-Tú y yo hemos estado juntos desde siempre, pero ocurrió algo que nos obligó a separarnos.

-¿De qué hablas? -Encima que me mientes, lo haces en mi cara. Es el colmo.

-Oh, ¿no has relacionado nada, unido cabos?

-Es obvio que no. -Parece decepcionado, aunque eso no me evita tener algo de rabia en mis palabras.

-Somos familia. -Suelta de pronto. No, nada de esto puede ser cierto. Pero la verdad es que parece tan convencido de lo que dice...

-Explícate.

-Tú eres mi primo.

-No. -Me niego a aceptar eso. Tiene que ser mentira.

-Sí. -Asiente. -Me sorprende que no me recuerdes, pero tampoco yo me acordé hasta hace un mes.

-¿Hasta que nos “conocimos”? -Hago el gesto de las comillas con las manos.

-Hasta que vi a tu madre.

-¿Cómo?

-“Ya la había visto antes.” Pensé. Y a tu padre. Entonces fue cuando todos esos recuerdos reprimidos volvieron a mi cabeza. Hasta estuve a punto de decirle a mi tío que se cancelaba la misión, pero me fue imposible.

-¿Habíais estando observando a mis padres?

-No exactamente. -Niega con la cabeza. ¿De qué va todo esto? -Hay una isla al sur de la región llamada Lofoten. Tú y yo de niños éramos inseparables, y un día hicimos un viaje allí con nuestros padres.

-No. No puede ser.

-Déjame terminar, por favor.

-Lo siento. -Asiento y me quedo mirando al suelo. De verdad que no puede... él no.

-Gracias. Nos adentramos en la enorme selva del lugar y nos perdimos, como era de esperar. Pero te seguí, porque dijiste que había un monstruo escondido, y la curiosidad me pudo. Acabamos en un cueva como esta, pero mucho más pequeña que esta, para resguardarnos del frío.

>>Como no teníamos comida, fui a cazar. Hasta ahí conoces lo que pasó, el resto viene ahora. Salí a buscar algún animal pequeño al que atacar con la navaja suiza que me acababa de regalar el tío Joseph, lo único que tenía que fuera útil. Pero escuché ese ruido que tú decías que era un monstruo y me dirigí hacia él.

-¿Qué era? -Pregunto, con los ojos muy abiertos. Si lo que dice es cierto...

-Un lobo. El animal estaba intentando pescar en un río enorme y de pronto, en cuanto reparó en mi presencia, rugió y me lanzó un zarpazo. Yo grité, lloré, pero de pronto apareció un tiburón, sí, un tiburón en un río, y le mordió una pata. El agua se tiñó de rojo, y la bestia peluda aulló y se fue, cojeando.

-¿Te salvó un tiburón?

-Así es. -Asiente. -Pude vivir de la carne del lobo, que agonizaba a pocos metros. Fue la primera vez que maté. A la semana, un equipo de rescate apareció con mi madre y volvimos. Nos mudamos poco después a Upsala, donde, por lo visto, el líder había huido y mi tío había tomado su lugar. ¿Sabes qué hice en cuanto llegué?

-Ni idea.

-Fui a hablar con él y le pedí cambiar el logo del Clan del lobo al tiburón. -Ahora empiezo a entender muchas cosas.

-¿Y dónde entra Engla en todo esto?

-Estaba viviendo con Joseph, así que crecimos juntos. Y también hicimos más cosas juntos.

-¿Tú y ella...?

-¿Lo dudabas? Cuando la conociste aún éramos pareja.

-Pues... -Río. Te dejó en mal lugar. -Ella...

-Lo dejamos justo esa noche. Y bueno, ya sabes el resto.

-No me gusta que se hable de mí cuando no estoy presente.

Engla y Axell aparecen por la entrada trasera de la cueva, completamente empapados, sin mirarse el uno al otro. Ella se acerca a mí, me abraza y se pega todo lo que puede al fuego sin quemarse. Él, en cambio, coge las sábanas de la cama que no vamos a utilizar y las usa a modo de toalla, para luego acabar sentado en el enorme pupitre de madera que hay en el centro de la estancia.

-Te extrañé. -Susurro a la chica a mi lado.

-Bien, ahora que estamos todos, puedo mostraros lo que he encontrado. -Engla no me ha respondido...

-¿De qué se trata? -Quiere saber su padre.

-Unos mapas. Si me haces el favor... Están a tu derecha, en el segundo cajón. -Responde Tyr.

-Claro. -Los saca y los pone sobre la mesa, extendidos. -Acercaros.

-Vamos. -Hacemos lo que dice y lo rodeamos. -Cuidado con Engla, Eyland. Su padre le ha hecho algo. -Me susurra el que fue mi mejor amigo al oído.

-Ahora entiendo por qué querías esperar, Spirit.

-¿Verdad que sí? Es realmente interesante.

-Y tanto. -Miro los mapas y solo veo papeles iguales que el que nos enseñó mamá con líneas rojas y negras.

-He deducido que esto. -Las señala. -Son rutas de viajes. Y, por unos papeles que hay creo que en el cajón de arriba, he descubierto que las rojas son las pendientes, y las negras, las completadas.

-Pero solo hay una roja. -Digo yo.

-Exactamente. -Sonríe. -Lo que quiere decir...

-Que ya tenemos un objetivo. -Finalizo.

-Lofoten. -Anuncia Axell, asintiendo.

-Qué interesante... -Responde Tyr, con esa sonrisa suya tan característica, casi riendo entre dientes.

-Saldremos en cuanto la lluvia se apacigüe. -Dice el exlíder del Clan, ahora ya más sonriente. -Empezaba a odiar este sitio.

-Me parece bien. -No puedo evitar mi sonrisa al decirlo, yo también quiero dejar este lugar cuanto antes.

-Ya que estamos aquí y obligados a quedarnos... Podemos aprovecharlo, ¿no?

-¿A qué te refieres, Engla?

-Yo voy a dormir, que para algo tenemos colchones en condiciones. Papá, tú cocina algo, hay restos de comida en la cocina, si se le puede llamar así.

-Como quieras.

-Te acompaño. -Digo, mientras me acerco a ella caminando, que ya se dirige a su lecho.

-Si no hay más remedio...

Ni se molesta en girarse, simplemente se mueve hacia una de las camas y se sienta sobre ella. ¿Qué va mal? Decido apoyar mi brazo en el cabezal, por lo que me quedo mirándola de frente.

-¿Qué ocurre?

-Tú me ocurres.

Sus ojos son fuego, a pesar de que sus labios y palabras son tan fríos como habitualmente. Tyr dijo que era la hembra fuerte, y no mentía. ¿Sería verdad también lo otro? No, me niego a creerlo, no puede ser.

-¿Qué te he hecho? -La expresión de mi rostro es similar a la de un cachorro de gato, pero no consigue más que enfurecerla.

-Me has hecho... Tú... -Parece que va a explotar, es un volcán en erupción, pero de pronto suspira y vuelve a ser la chica que conocí. -Existir.

-¿En qué te he molestado yo? -Abro los brazos para intentar abrazarla, pero me aparta bruscamente.

-No me toques.

-¿Qué daño te he causado? -Me dejo caer de rodillas ante ella.

-Mucho más del que crees. -Cierra los ojos y aprieta aún más los labios. -No quiero verte.

-Pero...

-Fuera de mi vista. -¿Tendrá la regla? Me sonrojo de solo pensarlo.

-Engla, yo... -Una lágrima me asoma.

-¡He dicho que te vayas! -Sus párpados se abren y la erupción comienza. -¡Que no sigas aquí! ¡Vete!

-¿Por qué...?

-¡Lejos te quiero! -Una de sus manos vuela hacia mí como un relámpago.

-¡¿Qué estás haciendo?! -Grita alguien desde el otro extremo de la cueva, haciendo que detenga su golpe. Gracias Tyr.

-Eso digo yo... ¿Qué estoy haciendo? -Le responde ella, sollozando. -Ni siquiera sé si algo de eso es cierto...

-¿Qué dices, Engla?

-Lo siento, Eyland. -Su rostro se muestra impasible, pero es obvio que por dentro está llorando.

-¿De qué hablas?

-Mi padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario