viernes, 25 de julio de 2014

Horizontes Nevados (XVIII)






III

-Vamos a torturarlo hasta que hable.

Engla sonríe. No conocía este lado suyo tan sádico, la verdad. ¿Qué ha pasado con la líder del Clan/mi novia? Parece ser que ha desaparecido para dejar paso a esta nueva mujer. Una que es mucho más segura de sí misma y que se rebela contra sus propios líderes. Ha cambiado mucho desde nuestro primer encuentro en Tennō.

-¿Y qué queréis que os diga?

-¿Aún no lo sabes?

-“Oh, vamos, hasta yo me he dado cuenta.”

-Nos costará mucho conseguirlo, pero nos lo contará todo.

¿De qué habla? Dímelo.

-“Impaciente.” -De pronto, un nuevo pinchazo en la cabeza tremendamente doloroso que me hace gritar. -“Ella va a decírtelo ahora.”

-Dime Engla. ¿Qué queréis de él?

-La causa. La verdadera causa. ¿Tú no?

¡Casi lo había olvidado! Siempre hablando de ella, pero nadie la conocía, o al menos nadie vivo. Nadie salvo Tyr, él sí que la conoce, él es el líder del Clan y obviamente sabe por qué actúan como lo hacen.

-¿Cómo no se me ocurrió antes?

-Eso digo yo.

-“Eso digo yo.” -Responden al unísono Engla y la voz de mi cabeza.

-¿Y a qué estamos esperando para ir con él?

-“A ti, imbécil.”

-Estábamos retrasando el interrogatorio hasta que tú accedieras.

-“Te lo dije.”

-Ya veo. -Ignoro como puedo a la voz en mi cabeza. Debería ponerle nombre, así sería más llevadero.


-Entonces, ¿vamos? -Dice Engla, tan sonriente como siempre.

-Claro. ¿Dónde lo tenéis?

-En una pequeña habitación sin ventanas. No queda lejos. Creo que antes era la sala de entrenamiento.

-Ah, sí. Allí fue donde estreché lazos con tu padre.

-¿De verdad?

-Sí. Me enseñó a pelear en condiciones.

-Ya decía yo que mucho habías mejorado desde la última batalla cuerpo a cuerpo tuya que vi, le diste una paliza a Spirit.

-Lo sé.

Sonrío de medio lado, entrelazo mi brazo con el suyo y salimos de la habitación de la difunta líder. Todo sigue teniendo ese toque fantasmal, ese aura de muerte, a pesar de que ni ha habido ningún cambio en toda la estancia salvo la arruga en las sábanas de la cama que hemos dejado al sentarnos.

Tal y como había dicho Engla, caminamos a lo largo del antiguo recinto del Loud'n Rock hasta una pequeña sala, la Sala de Entrenamiento 3, ahora reconvertida en un salón de interrogatorios, gran cambio...

Acerco mi pulsera al detector, la luz cambia de roja a verde y la puerta se abre al instante. Esta gran tecnología... Sigo sin creerme que estemos todavía en Niflheim, aunque ya no se parezca en nada a mi ciudad natal.

Entramos, Engla primero y después yo, a la pequeña habitación insonorizada. Allí hay únicamente una silla, y Tyr está sentado en ella, lleno de magulladuras, hematomas y sangre por toda la cara, y eso sin contar la falta de su ojo. Si cuando lo conocí, a aquel hermoso chico, me hubieran dicho que un mes después lo vería de esta forma, no lo habría creído.

-Dijimos que esperaras, padre. -Dice Engla, y parece enfadada.

-“Míralo, fíjate bien en ese ahora horrible chico. Su aspecto es culpa tuya.”

-Se lo ha buscado él mismo. -Axell, quien hasta ahora únicamente había mirado al joven al que había estado torturando, se gira hacia mí y sonríe.

-Gracias por el apoyo, chico.

-Yo... En realidad...

-Ahora estamos todos, ¿proseguimos?

-Claro.

Engla le responde con un gesto de aprobación y Axell comienza a chillar preguntas a diestro y siniestro y a lanzar golpes contra el joven chico cada vez que no responde, que es todas las veces. Al quinto, cierro los ojos. Esto me recuerda tanto a mí mismo... Simplemente hay que cambiar a Tyr por mí y a Axell por Shaw y ya tenemos uno de mis peores recuerdos.

-Eyland, Eyland. -Mi supuesta novia me está zarandeando e interrumpe mis lejanos pensamientos.

-¿Qué? -Respondo de golpe.

-Así no vamos a conseguir nada, este chico no suelta prenda.

-Pero tiene que hablar. -Tyr sonríe al notar la desesperación en mis palabras.

-¿Alguna idea?

-Mmm...

¿Qué podría hacer para que nos lo cuente todo? Quiero decir, yo hablé en todo momento, y me castigaron con sangre y electricidad. Pero no creo que ese método sea efectivo en él, está dispuesto a llevarse el secreto de La Causa a la tumba.

-”Recuerda cómo te hizo hablar él a ti.” -Me dice una voz, pero no la voz habitual.

¿Quién eres? Pero nadie me responde, por lo visto únicamente quería hacerme llegar ese mensaje. Recordar cómo me hizo él hablar a mí... ¡Claro! Qué ciego he estado, si tenía la solución siempre en mi cabeza.

-El líquido amarillo.

-¿El control mental?

-¿El control mental? -Responden Axell y Engla a la vez.

-Eso es. Yo recuerdo cómo se utiliza, y además es una buena venganza.

-Podemos probarlo.

-Total, por probar...

Y, una vez dice esto, Engla sale de la habitación. Vuelve a los pocos minutos con un maletín plateado en la mano, pero durante ese tiempo Axell ha continuado golpeando a Tyr sin descanso.

-Aquí lo tienes. ¿Seguro que sabes cómo usarlo?

Se inyecta el líquido en el cuello, en la yugular. Al instante, el individuo se desmaya, se esperan 3 minutos y se le reanima. Entonces, se comprueba que está bajo tu control y le asignas una única misión, y despertará en cuanto se lleve a cabo.


-Sí, mi memoria está bien. -Digo, sonriendo y dando unos golpecitos en la cabeza.

-Bueno, querrás estar solo.

-Lo preferiría, cariño. -Engla se sonroja. -Aunque algo me dice que no me dejaréis solo del todo.

Señalo a Tyr y todos reímos mientras salen de la habitación. En realidad, estoy seguro que tienen alguna forma de seguir todos mis movimientos aquí dentro, y me reconforta. Él está débil y hecho pedazos mentalmente, pero yo tampoco estoy mucho mejor.

-Bien, ahora vas a probar tu propia medicina.

-¿Qué vas a hacerme? -Responde Tyr, que había perdido la consciencia minutos atrás.

-Se le llama venganza. -Sonrío y saco una de las agujas llenas de líquido amarillento del maletín.

-Oh, ya veo. -Me pongo a su espalda, le sujeto la cabeza y acerco la jeringuilla al cuello, aunque no muestra intenciones de forcejear. -Yo inventé esa cosa, no es efectiva en mí.

Pero se equivocaba. Una vez le inyecto el líquido sus ojos se cierran y se convierte en un peso muerto. De no ser porque está atado a la silla, se caería de bruces contra el frío suelo de la Sala de Entrenamientos 3. Espero los tres minutos necesarios y le doy un par de bofetadas en la cara para que despierte.

-Tyr. -Abre los ojos de golpe, de una manera realmente siniestra. ¿Yo me comportaba igual? Esto ya lo tengo algo más borroso.

-Eylen.

-Eyland, por favor.

-Eyland.

-Tu misión será responder a todas mis preguntas, hasta que vaya de la habitación, ¿entendido?

-Completamente.

-Bien. ¿Por qué lideras el Clan?

-Porque asesiné a mi tío.

-Bien. -Parece que no miente.

-¿Por qué has intentado matarme?

-Por La Causa.

-¿Y cuál es, pues?

-No puedo decirte la verdadera causa, no lo sé. Pero te puedo decir mi causa.

-Adelante. -¿Él tampoco lo sabe? Qué decepción.

-Era matar o morir. El verdadero líder del Clan me amenazó de muerte si no conseguía acabar contigo.

-¿Quién es ese hombre?

-No conozco su nombre. Siempre fue Impeesa para mí.

-¿Algo más que decir?

-No confíes en ellos, Eyland.

Y, antes de formular la siguiente pregunta, la puerta se abre, haciendo que Tyr despierte de pronto. En la habitación entran Axell y Engla, y el primero tiene una gran sonrisa en su cara.

-Así que Impeesa, eh... -Dice.

-¿Cómo conocéis ese nombre? -Pregunta el preso, que acaba de despertar.

-Nos lo has dicho tú.

-Así que al final el control mental pudo conmigo... -Mira al suelo.

-Axell, ¿conoces a Impeesa?

-Lo conozco.

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