martes, 25 de marzo de 2014

Sueños Espiral (VIII)





VIII

-¿Y ahora qué? -Miro a Tyr. -Podríamos ir a algún sitio.

-O podríamos volver a la comisaría.

-No. -Lo miro fijamente. -No quiero volver allí...

Tyr no responde, supongo que prefiere callar antes que decir algo que no sirva para nada. Yo, en su lugar, haría lo mismo. Nos ponemos a caminar por las calles de Niflheim sin rumbo fijo, deambulando por ahí sin más durante unos cuantos minutos.

-Ya sé a dónde podemos ir.

-¿A dónde? -Lo miro sorprendido, después de minutos sin hablar, ha soltado esto de forma muy repentina.

-Ya lo verás. Te gustará.

-Preferiría saber a dónde me dirijo.

-Tú solo... Confía en mí, ¿vale? -Sonríe gentilmente.

-Supongo que estaré bien, no pasará nada, ¿no? -Le devuelvo la sonrisa.

-Hazme caso.

Nos ponemos en marcha, ahora sí con un rumbo, aunque yo no sepa muy bien cuál es.

Sigo a Tyr a través de los callejones perdidos del centro de la ciudad. Nunca me había fijado especialmente en él, pero ahora puedo ver que tiene un tatuaje en el cuello. Es una forma algo rara, parece un tribal, aunque de lejos es más parecido a un tiburón negro. Intento controlarme, pero la curiosidad puede conmigo.

-Tu tatuaje... ¿Qué es?

-¿Esto? -Apunta a su cuello. -Es el sello de mi familia. Un recuerdo de mi pasado. Es un tiburón sobrevolando el mar. Hace generaciones que lo llevamos, es como un nexo de unión hacia nuestras raíces.

-Vaya...

La historia realmente me impresiona. En mi familia no hay nada parecido a eso. Somos aburridos y no tenemos muchas tradiciones. La única que recuerdo es la de comer todos juntos en estas fiestas, y yo las ignoré yendo al Loud'n Rock...





-Eso... eso es bonito.

-Sí, lo es. Estoy muy unido a mi familia. ¿Tú no?

-Sí... supongo.

Realmente no sé qué responder a la pregunta, mi familia y yo nunca hemos estado del todo unidos, no somos así, no es nuestra naturaleza. Siempre hemos sido algo fríos y distantes los unos con los otros. Hoy mismo se ha demostrado, mi padre ni siquiera me ha abrazado tras tres días de preocupación por mí. Supongo que somos así, y aun así nos queremos más que muchos.

De pronto, Tyr se frena en seco y se gira hacia mí:

-Podemos empezar por ir primero a la comisaría, hemos desaparecido repentinamente.

La idea no suena mal, papá y mamá deben estar preocupados, y además hace mucho que no paso nada de tiempo con Desmond, y ahora que tengo vacaciones agradecerá que juegue un poco con él.

-Sí, supongo que deberíamos ir.

Retomamos nuestra marcha como podemos, parándonos cada poco tiempo para coger aire, resistiéndonos de nuestras recientes heridas.

El sol empieza a caer, dejando un hermoso tono rosado sobre los tejados de las casas de Niflheim , es maravilloso ver cosas así, es maravilloso vivir aquí. He pasado tanto tiempo encerrado en aquel lugar, que hasta había olvidado estas cosas; Había olvidado qué momento del día era.

-Hey, chico, al final lo conseguiste.

Otra vez esa siniestra voz. Alzo la vista y lo veo allí, de nuevo, plantado frente a mí, el hombre con pinta de mafioso. Sigue produciéndome malas sensaciones. Ni siquiera recuerdo del todo su nombre...

-¡Joseph! -Tyr se lanza hacia él y lo abraza.

-Espera... -Esto me acaba de descolocar. -¿Alguien me puede explicar qué está pasando aquí? -Ambos me miran y ríen.

-Chico, este de aquí, Spirit, es mi sobrino. -Lo mira y vuelve a centrar sus ojos en mí.

-Pero entonces usted... ¿Qué es lo que quería exactamente?

-Nada en especial. -Su forma de hablar sigue dándome mala espina. -Haceros felices a los dos, ya sabes, os veía preocupados.





-Un momento, un momento. ¿Os conocéis? -Tyr suena tan sorprendido como yo. Esta escena es de locos.

-Sí, se podría decir que sí. ¿Verdad, chico? -Joseph, al decir esto, se ríe.

-Sí, supongo que sí. Entonces... Para que me quede claro... ¿vosotros dos sois familia? -Los miro a ambos, no se parecen en nada.

-Claro, fíjate. -Tyr levanta la solapa de la americana de Joseph y me muestra un bordado blanco exactamente igual que su tatuaje. -¿Ves? -Apunta de nuevo a la chaqueta y luego al dibujo de su cuello.

-Vale, vale. Lo capto. -Me ayudo de las manos para expresarme. -Sello de familia, ¿no?

-Mmm... Algo así, sí.

-Bueno chicos. -Joseph se separa de Tyr. -Tengo que marcharme ahora.

-Oh... -Siento la desilusión en la cara y las palabras de Tyr, parece quererle mucho. -¿Cuándo volveré a verte, tío Josh?

-Oh, muy pronto, no lo dudes... -Sonríe y se gira bruscamente hacia mí. -Pronto. -Sonríe. -Un placer, chico.

Vale... Eso ha sido raro. Es un hombre muy agradable, pero sigue dándome mala espina. No sé, no me transmite ninguna confianza.

De nuevo y por segunda vez, retomamos nuestro rumbo.

-¿Crees que mi madre estará preocupada? -Es la primera vez que pienso en ella desde mi marcha precipitada. -No sé, me fui tan de repente...

-Eylen... -Coloca su mano sobre mi hombro. -Estate tranquilo. -Sonríe. -Ella lo comprenderá.

-Sí... -Le devuelvo el gesto. -Supongo.

Al cabo de una media hora andando, llegamos al edificio donde mi tortura tuvo lugar. Parece ahora muy diferente; A pesar de ser de día, tiene ese toque típico que tienen las cosas cuando la noche cae. No se parece en nada al triste y gris edificio que vi hace tan solo un par de días, aunque sigue teniendo el mismo tono grisáceo, parece que emite colores nuevos, como que tiene una luz propia, algo así como vida.

Veo a Tyr abrir la puerta y pararse a esperarme para entrar tras de mí. No creo que consiga mucho ahí parado:







-Tyr... No... No... -Mis ojos vibran, cada fibra de mi cuerpo se estremece. -No creo que sea capaz de entrar allí de nuevo. -Todos los cortes de mi cuerpo empiezan a palpitar, parece que quieren hacerse notar. -Lo siento, pero no creo que pueda ir allí.

-Eyland... -Me mira triste, puedo percibir que siente lástima por mí.

-¿Puedes...? -Mi voz no le llega. Aclaro mi garganta. -¿Puedes entrar tú y decirle a mi familia que salga?

-Sí... -Sonríe débilmente. -Sí, claro.

Se adentra en el pobre edificio de ladrillo. Ahora que lo miro fijamente me doy cuenta de que el letrero en el que pone la palabra Policía también emite luz. No me di cuenta de eso la primera vez que vine a este lugar.

Supongo que este ahora es un nuevo miedo a afrontar, otra pesadilla que me quitará el sueño cada noche como ya lo hacen unas cuantas más cuando el sol cae.

Desde aquí, apoyado en la barandilla negra de metal de las escaleras de la entrada, puedo ver toda la calle frente a mí, me centro en un Café en concreto. En él, las cosas son mucho más tranquilas que en mi cabeza, la gente sentada en las butacas charla de forma calmada sobre sus vidas o lee el periódico mientras sorbe el llamado néctar del diablo(1).

-¡Eyland! ¡Hermanito! -Desmond sale corriendo de la comisaría y me abraza. -Te echaba de menos, hermanito. -Su reacción me toma de sorpresa y me hace emocionarme, aunque contengo mis lágrimas.

-Yo también a ti, Desmond. Yo también a ti.

Bueno, quizá en esta familia no somos tan fríos como yo pensaba, al fin y al cabo.

Tras mi hermano pequeño aparecen Paul, papá y mamá. Tyr aguanta la puerta para que todos ellos salgan. Me alegra verlos a todos juntos.

-No vuelvas a darme un susto así, y menos aún dos seguidos, eh. -Las lágrimas siguen cayendo por el rostro de mi madre. ¿Realmente ha dejado de llorar en algún momento desde que me vio hace una hora?

-No, claro que no. -Sonrío y le doy un beso en el pelo. -Lo lamento mucho.

Pasamos unos minutos así, abrazados, sin decir más. El silencio ahora vale más que mil palabras, vale más que cualquier cosa que podamos decir.


(1) Néctar del diablo: Hace referencia al café. Según la religión cristiana, el café alteraba tanto el cuerpo como el alma y debía ser una invención del diablo, al igual que todas las drogas.




-Bueno, quería pedirte permiso para algo.

-Claro. -Saca su cabeza de bajo de mi brazo bruscamente. -¿De qué se trata?

-Tyr quería llevarme a un sitio especial para él, ¿puedo ir?

-Sí, claro, parece algo importante. Ve con él. -Sonríe y me se separa de mí.

-Te quiero mucho. -Lo suelto antes de que se separe completamente, es casi un susurro, pero ella lo escucha y puedo ver como su sonrisa se ensancha.

-Yo también a ti. -La veo alejarse y colocarse junto a papá, ellos realmente se aman, siempre los he visto juntos desde que tengo memoria, son los únicos que daban muestras de amor.

-Puedo llevarme a Desmond conmigo, si quieres.

-¿Puedo, mamá? -Al niño se le ilumina la cara, parece impaciente.

-Confío en ti para que cuides de él. -Hace un gesto con la cabeza y tomo a mi hermano de la mano.

-Podemos irnos, Tyr.

-Claro.

Sonríe y comenzamos a caminar, esta vez en un grupo de tres. Al cabo de un rato Desmond se cansa, por lo que lo subo a mi espalda.

-¿Puedo preguntar a dónde vamos?

-Oh, no, no, no. -Mueve el dedo a la vez que sonríe, parece que se divierte con esto. -No puedo decirte cuál es nuestro destino, estropearía la magia del momento.

-Pero... Pero yo quiero saberlo... -Desmond se enfurruña e hincha los mofletes en señal de enfado.

-Tranquilo, llegaremos pronto. -Tyr se gira hacia el niño y le acaricia la cabeza para que se relaje y se anime un poco.

-Bueno... Vale... Esperaré.

-Así me gusta, buen chico. -Se gira y seguimos caminando.

A medida que avanzamos empiezo a hacerme una idea de la clase de lugar al que nos dirigimos, pasamos todo tipo de barrios de la ciudad hasta que salimos de ella. Puedo ver la playa y las montañas a los lejos.




-Bueno, hemos llegado. -Tyr se para de pronto.

-¿Llegado... dónde? Estamos en medio de la nada.

-¿Seguro? -Se gira y entonces lo veo, una pequeña apertura en la base de la montaña, como una especie de galería.

-Wow. -Muestro mi asombro abiertamente. -¿Cómo encontraste este lugar?

-Fue por casualidad. -Se frota la nuca. -Y eso no es todo.

-¿Hay más? -Los ojos de Desmond parece que van a salirse de sus órbitas.

-Claro que hay más. Este conducto atraviesa la montaña entera, y tiene otra salida cerca de la cima.

-¿Podemos... Podemos subir allí? -Genial, ya sueno como Desmond. Muy maduro Eyland...

-Claro, vamos.

Nos adentramos en la cueva. Es un pasadizo enorme y bastante bien iluminado, a pesar de todo. Puedo ver en el interior con claridad, cosa sorprendente. Parece que no somos los únicos que conocemos este sitio, pues hay diferentes dibujos tallados en las paredes del túnel. Entre ellos, soy capaz de distinguir uno.

-Este símbolo... ¿No es igual al de tu familia?

-Oh, te has dado cuenta. Sí, lo es. Lo dibujé yo cuando descubrí este sitio. No sé, me gustó tanto que quise darle mi toque.

-Entiendo.

Vaya, este chico es muy poético, de cabo a rabo. Me impresiona, ciertamente.

Seguimos por el camino de la cueva casi perfectamente trazado. Andamos durante un par de minutos hasta que vuelvo a ver una luz cegadora al final.

-Mira, hermano, allí está la salida. -Desmond señala al frente.

-Eh, tienes razón. Tienes una gran vista, Desmond. -Le sonrío y lo bajo de mi espalda.

-¿Por qué me bajas? Jo.

-Tienes que andar un poco, no vale que cargue yo siempre contigo, es trampa.

-Jo, vale. -Medio enfurruñado se dirige solo hacia la abertura en la motaña.

-Deberíamos seguirlo. -Tyr y yo nos miramos y reímos.




Continuamos hasta que salimos de la semioscura galería y aparecemos en una parte de la montaña que para mí es realmente conocida. ¿Cómo pensar que aquí había este tipo de paso subterráneo?

-Desmond, espera, no corras tanto, ven aquí.

-Vale...


-¡Desmond! ¡No! -Salgo corriendo lo más rápido que puedo en dirección hacia él. 

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