IX
-Yo
sé dónde se encuentra su madriguera.
-¿Tú?
¿Por qué?
-Primero
os tengo que contar cómo llegué yo a esta pequeña y alejada isla,
llamada Agder. Así que todos callados.
-Como
quieras. -Obedecemos y dejamos de hablar para escucharla.
-Yo
nací en Upsala.
-¡¿Qué?!
-Responde Axell al escucharla.
-Déjame
que hable, cariño.
-Lo
siento. -Agacha la cabeza. Vaya, es la primera persona que veo
dominar a este hombre.
-Como
iba diciendo, yo nací en la misma ciudad que Impeesa. Tenía un par
de años más que yo, pero nos criamos juntos. Y el día que cumplió
su mayoría de edad, fue cuando ocurrió lo del dibujito. Yo le dije
que nos fuéramos de ese sitio, pero no me hizo caso, y ya habéis
leído el resultado. Yo, por suerte, conseguí desaparecer a tiempo
de ese callejón. Una vez creó El Clan, yo fui su asistente.
>>Un
día decidió visitar y conocer todo el mundo, para tomar datos y
poder ayudar a más gente todavía. Sigo sin saber por qué, pero al
llegar aquí se enamoró del lugar. Pero una noche, de pronto,
desapareció, se retiró a una especie de cueva al norte de Niflheim.
Si tenéis un mapa os lo muestro.
-Voy
por uno. -Dice mamá, y sale corriendo de la casa del líder de la
zona.
-Ahora
puedo continuar yo, Tara.
-Como
quieras, líder.
-Esa
misma noche, me dijo que en uno de sus estudios había encontrado una
especie de anomalía, y fue causada por ti, Eyland.
-¿Por
mí?
-Así
es. -Asiente. -Y me dijo que te dijera lo de su mensaje. Quiere que
lo encuentres.
-Eso
ya lo sé.
-Más
vale que lo hagas, hijo.
-Si
no recuerdo mal, me dijo que quería dejar el cargo de líder del
Clan a su hermano, pero que había un hombre al que todos querían
más. Se llamaba Axell Fire.
-¿Yo?
-Responde.
-Eso
mismo.
-Vaya...
Pues duré poco, digamos que... cierta persona atentó contra mi vida
y consiguió acabar con la de mi esposa.
-Creo
que puedes hacerte una idea de quién fue.
-Un
momento. -Intervengo en la conversación. -¿Estás diciendo que
Joseph es el hermano de Impeesa?
-Muy
bien visto.
-¡¿Qué?!
-Grita Tyr. -¿Impeesa es mi tío, ese al que nunca conocí?
-¿A
que ahora ya tienes motivos para seguir vivo? -Respondo sonriente.
-Mierda.
-Agacha la cabeza. Odia que yo tenga razón. -Sí.
-No
sé por qué voy a decir esto.
-“¿Qué
vas a hacer? No, dime que eso no.”
-Pero,
si quieres, puedes venir a la guarida de Impeesa con nosotros.
-“Hala,
ya lo ha soltado.”
-¿Por
qué yo? -Me mira con los ojos abiertos.
-Era
tu tío. ¿No quieres conocerlo?
-Sí,
pero... -Su voz es apenas un suspiro. -Soy vuestro prisionero.
-En
cierta ocasión salvaste la vida a mi hermano.
-¿Lo
sabías? -Las pupilas se le dilatan.
-¿Que
había alguien del Clan para cogerlo abajo? -Hago una pequeña pausa.
-Al principio no.
-¿Y
qué te hizo saberlo?
-Me
di cuenta de que tú en el fondo eres una buena persona.
-Si
tú lo dices...
-Intentaste
matarme, varias veces, pero es así.
-¿Y
por qué crees tal cosa?
-Por
tu mirada cuando íbamos a subir a la nave y porque, aunque creías
que nadie te veía, lloraste en el funeral de Lysandra.
-¡¿Qué?!
-Grita su hermana mayor. -¿Spirit llorando?
-Así
es. -Asiento. -Yo he visto eso en dos ocasiones, y sé que ninguna de
ellas fue fingida.
-¿Insinúas
que lo del Loud'n Rock fueron lágrimas reales? -Responde Tyr.
-Lo
afirmo. -Lo miro fijamente.
-Te
equivocas.
-Tú
sigue creyendo eso...
-Ya
estoy aquí. -Mamá entra por la puerta jadeante y sudando, ha venido
corriendo.
-¿Tienes
el mapa?
-Aquí
mismo.
Despliega
el pergamino en el enorme escritorio del líder de la zona y por fin
comienzo a ver un poco claro cómo fue mi viaje por las espirales. En
el centro, más grande que cualquiera de las demás, está Niflheim,
imponente, casi parece una capital. Justo encima, no muy lejos, se
encuentra Curanipe, que parece un edificio sobre el mar. Al sur de la
ciudad principal, algo más lejos, hay un punto que representa la
isla volante de Tennō, ahora en contacto con el agua. Al este de la
que, para mí, a partir de ahora será la capital se encuentra la
macronave del Clan, Upsala; ahora entiendo cómo tenían tantos datos
de nosotros. Agder, en cambio, queda mucho más lejos, al norte, que
casi no cabe en el papel. Y, por último, la “madriguera del lobo”
se encuenta al oeste de donde estamos nosotros ahora mismo. Además,
hay un islote alejado de todo, tan al sur que parece que choca con el
margen de la hoja.
-¿Qué
es este sitio? -Lo señalo.
-Nadie
lo sabe.
-¿Y
no se ha ido a investigar?
-Ir
se ha ido, pero no se ha vuelto. Se dice que allí viven unos
salvajes, que te arrancan la piel a tiras cuando te atrapan y luego
se alimentan de tu carne. Son leyendas, pero podrían perfectamente
ser reales.
-El
cazador cazado.
-¿Te
comen vivo? -Engla está de un color verdoso, parece que está a
punto de vomitar.
-Primero
te matarán, digo yo. -Respondo.
-Ah,
vale. -Ríe.
-En
fin, tenemos que partir ya.
-Sí.
Tras
mi frase, empiezan a salir de la sala uno por uno, en fila india,
hasta que al final en la habitación únicamente quedamos mamá, que
se había quedado para recoger el mapa, y yo.
-Así
que te vas, ¿eh? -Sonríe débilmente.
-Sabes
que tengo que hacerlo.
-Es
que han pasado tantas cosas... -Lágrimas empiezan a brotar de sus
ojos.
-Lo
sé. -Mi voz es apenas audible.
-Hace
apenas mes y medio eras un niño que me pedía permiso para ir a un
concierto de rock, y ahora... -Hace un barrido de arriba abajo a mi
cuerpo con la mano. -Mírate, eres todo un hombre, el líder de la
revolución.
-Sigo
siendo yo, mamá.
-Pero
todo queda tan lejos... -Empieza a llorar más y más.
-Te
quiero, y volveré con Desmond.
-Yo
también te quiero, hijo.
Y,
por un instante, todo desaparece: la revolución, El Clan, Impeesa,
Engla, Axell, Tyr... todo, somos solo ella y yo.
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