lunes, 7 de julio de 2014

Horizontes Nevados (XII)






VII

¿Lysandra acaba de dejar el mando de la Resistencia? ¿Por qué?

Quiero salir tras ella, pero ningún músculo de mi cuerpo reacciona. Únicamente siento un enorme dolor entre los ojos... ¡El puñetazo! Sí, ya recuerdo lo que pasó. Ahora entiendo que ella se fuera, pero, ¿dejar la Resistencia? Me parece algo excesivo.

-Agh...

Gimo en el suelo, o creo que es el suelo, e intento incorporarme, sin resultado. Consigo mover los brazos, pero las piernas no ayudan absolutamente nada. Maldita sea, ¿tan fuerte me ha dado? El mareo... La falta de fuerzas... Ahora comienzo a comprender por qué decía que no estaba preparado para un cuerpo a cuerpo.

No, tengo que levantarme. Tengo que conseguirlo. ¿De qué serviría haber llegado hasta aquí si un simple puñetazo se lleva mi consciencia? Pero no puedo, y es que hoy es una de esas noches en las que el día no ha empezado bien y la noche peor ha acabado. Una de esas en las que te duermes y solamente sueñas con un vacío, un negro y oscuro vacío, un pozo en el que te caes. Tus ojos se van cerrando poco a poco, te sientes más ligero por momentos y vas viendo como tanto tu alma como tu corazón van saliendo de tu cuerpo. No veo el fondo, el final del túnel, no sé dónde voy a caer, me pregunto realmente dónde estoy, estoy empezando a preocuparme. De pronto, una voz en mi mente, me resulta extrañamente familiar:

"-¿Ya te rindes? Sinceramente esperaba más de ti. ¡Vamos! ¡Levántate! Alza tu vuelo, creo en ti."

La noche mejora en un solo instante. No sé el cómo, ni el por qué, pero dejo de caer, dejo de caer y me elevo, esas palabras me han hecho volar. Pero, de pronto, algo me frena en seco, no sé de quién es esa voz. Busco en mis recuerdos detenidamente... ¿Qué pasa? Algo falla, cada vez que intento encontrar a quién pertenece vuelvo a caer, mi sudor se pierde en el olvido. No sé qué debo hacer, ni qué pensar, así que decido creer que esa voz es la de mi ángel de la guarda, que está aquí para ayudarme. ¿Podría ser Paul? Poco a poco comienzo a elevarme de nuevo, y una pequeña luz aparece en lo alto de ese pozo.

No entiendo aún el por qué, pero la luz consigue asustarme, ¿debería acercarme a ella o no?. No conozco qué me espera allí, ni lo que pasará cuando llegue. ¿Qué? Estoy cayendo cada vez más rápido, tengo que volver a ser positivo. Como puedo, retomo mis pensamientos alegres, no sé qué hay en la luz, pero tampoco quiero volver a ese oscuro pozo, así que subiré de nuevo. Ya estoy alcanzando la luz, tan sólo quedan un par de dedos, y entonces vuelvo a escucharla, esa persona vuelve a hablarme:

"-Esta es la puerta hacia tus recuerdos, pero cuidado, está cerrada."
-¿Cómo la abro? -Respondo, sin saber exactamente a quién y hacia dónde dirigir la respuesta.

"-Sólo puede abrirse con la llave y arma más poderosa del mundo, la esencia del corazón la compone, tu corazón debe ser puro o no saldrá bien."

Ahora lo entiendo, tan sólo necesitaba eso hasta ahora, me centré tanto en mí que olvide ayudar y salvar a la gente que quería... Cierro los ojos, junto las manos en el pecho... ¿Qué es esta sensación? Siento un fuego interior muy intenso, estoy preparado para abrir los ojos de nuevo.

"-Éste es tu recuerdo más fuerte." -Dice la voz, ya a lo lejos.

Estoy en invierno, mi corazón está congelado de nuevo. El sol ha entrado por la ventana al despertar. Gracias a la luz de ese nuevo sol, el corazón se va descongelando poco a poco y el hielo sale de mis ojos en forma de lágrimas.

-¿Qué era eso?

Recupero, por fin, la consciencia.

Ha pasado el tiempo, ya no hay hielo en mi interior, he recuperado mi fuego. Me levanto, poco a poco, y sonrío, de verdad he conseguido cambiar el presente, el pozo ha desaparecido.

Abro ahora los ojos, este sueño ha descrito las últimas semanas, ¿casualidad? La verdad es que lo dudo bastante. Pero ahora eso no importa, tengo que hacer algo, y tengo que hacerlo ya. La Resistencia no será viable sin Lysandra, su fundadora, en el poder. Eso es algo que tengo muy claro.

-Tengo que encontrarla. -Digo para mí mismo, pero Axell, que estaba al otro lado de la habitación, parece oírme.

-¿A mi hija?

-¿A quién si no? -No estoy para ese tipo de preguntas, tengo prisa.

-No la encontrarás fácilmente.

-Haré todo lo posible. -Lo miro, completamente decidido de que conseguiré dar con ella. Me gusta este nuevo yo, la verdad.

-Te apoyo en eso. Por cierto, durante vuestra ausencia... -Le discutiría, pero no nos llevaría a ningún sitio.

-Te dejo al mando, ya que Olaf parece haberse esfumado.

-Mil gracias. -Hace una reverencia.

-No hay de qué.

-Igualmente.



Sonríe, una sonrisa digna de la de su hija Lysandra, aunque tengo claro que también de la de Engla, y eso que la he visto poco sonreír. La verdad es que ahora me siento algo mal por eso, uno de los mayores motivos de su seriedad y tristeza era yo.

Bueno, no pensemos ahora en ella. Tengo que encontrar a su hermana, sea como sea. Salgo de la habitación, corriendo, esperando que el localizador de su dispositivo esté todavía activo, y así es.

-Bien.

Grito, y creo que se oye en todo el recinto. Ahora únicamente me queda seguir el rastro, está más cerca de lo que creía. Tan solo a un par de pasillos de distancia, ¿por qué no habrá ido más lejos?

Sigo el rastro de su dispositivo en el minimapa y, tras un par de minutos, llego a una puerta más bien discreta, pero obviamente importante, tiene el número, en este caso el 2, en un color diferente. Sólo he visto eso aquí en otra habitación, la número 3, la mía. ¿Será este su cuarto?

-Bueno, tengo que hablar con ella.

-¡Vete! -Grita una voz desde dentro.

-Pero...

-¡He dicho que te vayas! ¡¿No me oyes?! -Parece que va a llorar... ¿Tan mala persona soy que la he hecho sentir así?

-Lysandra, yo...

-¡Que te largues! -Me corta de nuevo.

-Voy a entrar.

Se escuchan sollozos, y Lysandra dice algo más, pero ya no le presto ninguna atención. Con mi muñequera especial, abro la puerta de la habitación y ella está... No está en ninguna parte, o al menos no aquí.

-¿Cómo ha hecho eso?

La voz que escuché antes provenía de su dispositivo, que ahora está en la papelera de su habitación. Bien jugado, señorita. Sonrío. Bien jugado. Pero, ¿cómo voy a encontrarla ahora? No tengo ni la más mínima idea de dónde puede estar.

-¿Qué hace esto abierto? -Pregunta una voz desde el pasillo. -Voy a cerrarlo.

Quienquiera que haya dicho eso, acciona el comando de cerrado desde fuera, parece ser que no ha advertido que yo estaba aquí. Vale que no soy muy grande, pero de ahí a no verme...

-¡Espera! -Digo. -Estoy aquí.

-Oh, Eyland eres tú. -El hombre vuelve a abrir y se asoma. Es Olaf. -¿Qué haces aquí?

-Estaba buscando a Lysandra, pero... -Le muestro su muñequera. -Consiguió engañarme para que no la encontrara.

-Chico, las cosas siempre están donde es más probable que estén.

-¿Qué quieres decir con eso? -No entiendo nada.

-Me refiero a que, Lysandra, siempre amó este lugar donde se celebraba el Loud'n Rock cada año, por eso la base de la Resistencia está aquí.

-Ya veo. -Ahora comienzo a pillarlo.

-Y cuando está triste suele ir a...

-El bosque.

Ahora lo recuerdo, ella misma me lo dijo hará un mes, durante el festival. Hablamos poco, pero es una de las frases que intercambiamos: “Cuando estoy triste, me gusta ir al bosque, me relaja mucho”. Debo ir allí.

-Exactamente. -Asiente.

-Muchas gracias, Olaf. -Le sonrío.

-De nada, chico. -Me devuelve la sonrisa.

-Siempre eres de ayuda.

Y así, sin tan siquiera una simple despedida, me marcho a toda velocidad de la habitación en dirección al bosque de Niflheim.





Horizontes Nevados

-Te estaba buscando.

Por fin la encuentro. Sentada en una roca cubierta de un manto blanco tremendamente hermoso, todo aquí es así. Me ha costado bastante correr con tanta nieve, podría haber elegido otro sitio mejor para esconderse.

-Parece que eres el único. -Responde fría y distante.



-Les dije que me quería encargar yo de encontrarte.

-¿Por qué?

-Es mi culpa que estés aquí.

-Sí, lo es. -Mira al suelo. -Me mentiste... -Su voz es un simple susurro.

-Lysandra, yo... -La cojo de la cara y la obligo a centrar sus ojos en los míos. -Te mentí, sí, pero quería protegerte.

-¿De qué? -Intenta liberarse, pero no se lo permito.

-De ti misma.

-¿Cómo voy a hacerme yo daño? -Cierra los ojos, y su tono de voz baja de forma estrepitosa. -Es de locos...

-Escúchame. -Me mira, por fin.

-Te escucho.

-Sé lo que es perder a alguien a quien quieres y no poder hacer nada. -Una lágrima cae por mi rostro, pero no pienso llorar, no ahora. -¿Cómo crees que me sentí cuando Tyr mató a Paul frente a mí?

-No creo que mal. Tú no sientes nada por nadie.

-Te equivocas. -Niego con la cabeza. -Me sentí furioso, triste y rabioso a la vez.

-Pero no hiciste nada al respecto.

-De nuevo error. Cogí el cuchillo con el que mató a mi amigo y se lo clavé en uno de sus ojos con toda la fuerza que pude.

-¿Está muerto?

-No lo sé. Supongo que sí.

-¿Supones?

-Sí. -Señalo al agujero que dejó mi nave cuando “aterricé” aquí. -Me fui de Upsala nada más hacerlo. Tu padre fue quien me prestó el vehículo.

-¿Él? -Me mira con asombro. -¿Por qué?

-Aún no lo sé. Dijo que quería que acabara aquí, yo tenía otro destino en mente.

-¿Dónde?

-Agder. La isla donde Axell estuvo antes de reaparecer en Upsala.

-¿Por qué allí?

-Mi madre y mi hermano pequeño... Él los vio en ese lugar hará no mucho tiempo. Pero eso no viene al caso, tienes que tomar el mando de la Resistencia.

-¿Para qué, para que mis compañeros me mientan? Mejor no, gracias.

-Vuelve a tu cargo. Esta vez, no te mentiré. -La miro fijamente, a pocos centímetros de distancia.

-¿Sin mentiras? -Pregunta, mientras nos acercamos aún más.

-Sin mentiras. -Y está ya demasiado cerca. Nuestros labios están a punto de tocarse.

-¡Eyland, Lysandra! -La voz de Olaf llega desde el fondo del bosque y nos separamos de golpe. No podrías ser más inoportuno, compañero. El hombre llega corriendo hacia nosotros. -Ha. Ocurrido. Algo. Horrible. -Dice, entre suspiros.

-¿De qué se trata?

-Tenéis que verlo vosotros mismos.

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