sábado, 19 de julio de 2014

Horizontes Nevados (XVI)













¿Es esto real?





























































I

Hemos atrapado a Tyr. Por fin lo tenemos, al final se ha conseguido dominar al tiburón salvaje. Aunque no puedo fiarme del todo. Últimamente mi cabeza me ha jugado muchas malas pasadas, así que, hasta que no lo tenga delante y pueda tocarlo, no me lo creeré al cien por cien.

A mi alrededor todo parece tener una sensación más bien agridulce: Axell sonríe a causa de haber vencido al Clan, pero por dentro llora la muerte de su hija, me lo dicen sus ojos; Olaf se mantiene impasible como siempre, pero no puede evitar tener una expresión algo decaída; y, por último, todo lo que nos rodea es caos y destrucción. La batalla no ha terminado todavía, ni mucho menos.

Y, de pronto, un horrible pitido invade toda la estancia. El tremendamente odioso sonido me paraliza, me causa un dolor de cabeza comparable al que me provocó Shaw la primera vez que nos vimos.

-¡¿Qué es eso?! -Grito y caigo al suelo de rodillas, tapándome los oídos.

-¿El qué? -Responde Axell.

-El... El... -El cráneo me va a explotar en mil pedazos.

-¿Qué ocurre, Eyland?




-¡El pitido! ¡Ese infernal pitido! -Se me queda clavado en la mente. Me está destrozando por dentro.

-Pero...

-No puedo más con esto... -Y entierro mi cabeza en la nieve teñida de rojo.

-Chico, eh. -Me devuelve de nuevo a la superficie. -No hay ningún zumbido. Lo único que se oyen son las armas siendo disparadas.

-¿Dices que no hay nada que provoque ese sonido? -De pronto disminuye la intensidad de pronto, ya casi no lo oigo.

-Eso mismo. -Asiente.

-Supongo que fue mi imaginación. -Y vuelve de nuevo, incluso más fuerte, haciéndome caer al abismo por segunda vez. -¡¿Qué me pasa?!

Caigo al suelo por segunda vez, gritando y quejándome a voces, llorando casi escarcha, a causa del frío. ¿Por qué me duele tanto la cabeza? ¿Qué está provocando esta horrible sensación?

-¡Vete! -Grito al aire. -¡Déjame en paz!

-Eyland... -Susurra Olaf.

-Por favor... -Sollozo sobre la nieve.

-“¿Qué te ocurre, hijo?” -Pregunta una voz. ¿De dónde viene?

-¿Quién eres? -Miro de un lado a otro.

-“Soy tú”. -Responde siniestramente.

-Venga, la broma ha estado bien. ¿Dónde estás?

-“Oh, ¿crees que no soy real?” -Y vuelve de nuevo el pitido, haciéndome estremecer y hundirme un poco en el suelo.

-¡Para esto! ¡No quiero escucharlo más!

-“¿Y me escucharás a mí?” -Pregunta la voz en un tono mucho más amenazador.

-Sí... -Susurro.

-Eyland, ¿con quién hablas? -Dice Axell, con el ceño fruncido.

-Pues...

-“No le hagas caso.” -Me corta. -“Ahora atento a lo que tengo que decirte.”


-Habla. -Respondo bruscamente.

-“Modera ese tono.” -Y ahí está de nuevo ese sonido infernar.

-¡Déjame en paz! ¡Sal de mi cabeza! -Grito, con lágrimas en los ojos.

-“No te resistas.” -Aumenta la intensidad del pitido. Ya se siente como una punzada, que me atraviesa el cerebro y me deja sin fuerzas. -“O será peor.”

-¡¿Qué quieres de mí?!

-Maldita sea, chico. -Axell me zarandea. -¿Qué te ocurre?

-“Oblígalo a dejarte en paz”.

-Bien. -Me levanto y lo empujo, lo que lo sorprende, y me mira con los ojos fuera de sus órbitas y la boca abierta. -Estoy bien.

-“No está mal.” -Y de nuevo el zumbido en mis oídos, haciéndome volver al suelo. -“Pero no ha sido suficiente.”

-¡Déjame vivir! ¡Quiero recuperar mi mente!

-Oh, pobre Eyland... -Dice una voz joven, levanto la cabeza y ahí está, sonriente y con las manos atadas a la espalda.

-“Él tiene la culpa de que yo exista.” -Maldito seas, Tyr...

-Te voy a...

Me levanto y salgo corriendo hacia él, pero, de pronto, vuelve el pitido y caigo de rodillas justo delante del líder del Clan, quien se ríe abiertamente.

-¿De verdad creías que podrías hacerme algo? -No puedo moverme, el dolor de mi cabeza es tremendamente intenso.

-“Recuerda que no queremos pelas. Yo soy tú, y no me gusta la violencia.”

-No tienes permitido hablar. -Engla golpea a su ex compañero con la culata de su rifle, emitiendo un ruido sordo.

-¿De verdad creías que podrías hacerme algo? -Repito sus palabras, entre risas.

-“Debes ser más serio.” -Dios, ahí está de nuevo ese incesante dolor.

-¡Déjame en paz! ¡Yo no soy tú!

-Oh, sí que lo eres. Es un efecto secundario de estar traumatizado.

-“Así es, yo existo porque tú mataste a Lysandra.”


-Yo... Yo la asesiné...

-A sangre fría. -Sonríe Tyr.

-Dije que no podías hablar. -Engla le da un puntapié en la boca del estómago y el chico se encoge tosiendo.

-Perra asquerosa... -Y otra patada más, que lo hace gritar.

-Le dijo la víbora. -Responde ella.

-Eyland, ¿estás bien? -Se agacha hacia mí, tendiéndome su mano para que me apoye.

-Sí, estoy...

-“¿De verdad vas a confiar en ella?” -Me corta la voz de mi interior.

-Claro. Yo la quiero. -Le respondo en voz baja.

-“Mírala bien.”

Levanto la mirada del suelo y lo que veo me hace estremecer: su sonrisa perfecta ahora son dientes tremendamente afilados, en especial los colmillos, y su aspecto celestial de estos últimos días se ha tornado más bien demoníaco. Me mira con odio, con sed de sangre, parece un lobo rabioso.

-¿Qué...?

-“Ella es así.”

-Qué ocurre, ¿Eyland?

-No. ¡Ella no es así!

Agito la cabeza y todas las terribles modificaciones desaparecen. Las cosas vuelven a verse como lo han hecho siempre, y yo que me alegro. ¿Qué demonios le pasa a mi cabeza? ¿Fue lo que me inyectó Tyr?

-Nada. -Agarro su brazo y me levanto, limpiándome la nieve de la ropa. -Gracias.

-De nada, cielo. -Me sonríe tierna. ¿Qué le ha dado?

-“Mira a ese pobre perro al que tu novia acaba de humillar.”

Lo hago al instante. Tyr tiene una pinta horrible, con la cara llena de magulladuras y apenas se aprecia su bronceado en la nieve de lo pálido que está. ¿Cómo puede ser que alguien que parecía tan amenazador pueda darme ahora tanta lástima?

-¿Qué conmigo, Rise? ¿Soy tan guapo que no puedes dejar de mirarme?



Se ríe, aunque a la vez tiembla; tiene miedo. Y sé a qué cuando Engla vuelve a golpearlo en la cara, haciendo que su nariz sangre a borbotones. Eso tiene que haber sido doloroso, y no poco. Lo tiene merecido, por osado. Y me agacho a acabar de destrozarle el rostro con el puño.

-“Oh, Eyland, ¿qué estamos haciendo? Ese chico tiene las respuestas que buscas.” -Me freno antes de tomar contacto con él y abro la mano, tendiéndosela.

-¿Somos?

-“Yo soy tú, ¿recuerdas?” -Sigo sin tener eso claro...

-Levanta. -Le digo a Tyr.

-No necesito tu ayuda. -Empuja lejos mi brazo y se levanta por su propio pie.

-¿Qué le has hecho a mi cabeza? -Pregunto casi a gritos. Se ríe al notar la desesperación en mis palabras.

-Únicamente hice que mataras a esa pobre chica que creía que podría rebelarse contra El Clan. -Sonríe. -¿Es que te ocurre algo?

-Yo...

-Mi efecto sobre tu mente terminó con su muerte.

-Entonces...

-“Soy tú mismo, Eyland. Soy real.”

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