martes, 1 de julio de 2014

Horizontes Nevados (X)






V


-Parece que es costumbre ya que nos encontremos en las salas de reuniones, Eyland.

-¿Qué haces aquí, Axell?

-Lo mismo que tú.

-Un momento, ¿os conocéis? -Pregunta Lysandra sorprendida.

-Algo. -Responde el padre de Engla de forma casi instantánea.

-Se podría decir que sí. -Es lo único que se me ocurre decir.

-La verdad es que cuando lo conocí el ambiente era parecido. -Y Axell vuelve a tomar la palabra.

-Pero recuerdo que entonces éramos más, a pesar de que uno no se presentara a la reunión.

-El que no se presentó tenía sus razones para no estar allí. -Reprocha de pronto Olaf.

-¿Y cómo sabes tú eso? -Le recrimino.

-Oh, Eyland. ¿De verdad no te has dado cuenta todavía?

-¿Darme cuenta de qué?

-Él es el ayudante anónimo de Upsala. -Responde Axell señalando a Olaf.

-¿Qué?

-Así es. Estaba preparando esto desde allí, pero cuando lo descubrieron tuvo que desaparecer, por eso no estuvo en la reunión.

-Ahora todo tiene sentido.

-No para mí. -Interviene Lysandra. -No estoy enterándome de nada.

-Te haremos un resumen. Cuando Eyland salió de aquí por segunda vez, llegó a Tennō, un pequeño poblado que flotaba en el cielo hasta que El Clan tomó parte. Allí, mi hija lo recogió y acabaron en Upsala, su base. Entre nosotros tres, y con la ayuda de Paul y Tyr, acabamos con Capomafia, pero Tyr demostró que seguía siendo parte del Clan cuando atacó a Paul frente a nosotros. Y entonces, Eyland se fue en mi nave, configurada para que cayera aquí.



-Un momento. -Mira horrorizada a Axell. -¿Paul está bien?

-Eyland. -Me lanza una mirada fulminante. -¿No le habías dicho nada?

-Yo... -Acabo de cagarla. -No sabía cómo.

-¡Hay mil formas! -El antiguo líder del Clan se torna rojo de ira.

-¡Tú no lo entiendes! Lysandra es...

-Sé perfectamente cómo es mi hija menor.

-¡¿Tu qué?!

Y la presión puede conmigo.




Horizontes Nevados

-Eyland, Eyland. -Alguien me da palmadas en la cara. -Despierta.

-¿Qué ha pasado? -Pregunto casi sin voz. Apenas veo, no sé quién está conmigo, sólo tengo claro que es un hombre.

-Te desmayaste.

-¡¿Qué?! -Mi cabeza golpea, se siente como un taladro intentando atravesar mi cráneo hacia fuera. Pero aguanto el dolor y abro los ojos de golpe, la luz es cegadora... Apenas veo quién me ha despertado a causa de la contraluz, pero sé perfectamente de quién se trata.

-Perdiste la consciencia hace unos momentos. -Tan frío como siempre.

-¿Por qué? -No suelo quedarme inconsciente, aunque desde la aparición del Clan ya van varias veces que me pasa...

-Supongo que el viaje que te programé ha sido más duro de lo que creía. -Comienzo a vislumbrar perfectamente su rostro y su silueta. No hay duda de que es él. -¿Te encuentras bien?

-No estoy mal, Axell. -Lo miro de arriba a abajo, haciendo un barrido de su postura sentado encima mía. ¿Qué hace ahí? Pensaba que tenía las piernas doloridas y se ve que se trata de este hombre, que está sobre ellas.




-Me alegra saberlo. -Sonríe, dejando mostrar que le falta un diente en la fila de arriba. El colmillo, creo. ¿Cómo lo perdió?

-Aunque estaría mejor sin gente encima... -Toso a propósito y se levanta al instante. Bien pillado, amigo.

-Lo siento. -Se espolsa la ropa mientras se disculpa, sonrojado. -No quería molestarte, perdón. -¿Y esa reacción? Ni que fuera alguien importante.

-A propósito...

-¿Sí? -Se gira hacia mí.

-Tu diente... -No me salen las palabras.

-Es una larga historia. -Parece que a él tampoco le apetece hablar mucho del tema. ¿Qué le pasará por la cabeza ahora mismo?

-Tiempo hay. -Estiro el brazo hacia arriba.

-Tampoco tanto. Tenemos que entrenar a los muchachos. -Me coge del brazo y me levanta mientras me mira de arriba a abajo. -Y a ti también.

-Lo sé. -Asiento. -Estaba entrenando con... -¿Dónde está? La vi aquí antes de desmayarme.

-Si buscas a mi hija... -Sigue impresionándome que lo sea. -Se fue corriendo cuando le contamos lo de Paul. -¡Lo había olvidado! Tiene que estar pasándolo fatal, tuvo que ser un duro golpe para ella.

-Vaya... ¿Y sabes dónde fue?

-Se marchó por la puerta, y luego se esfumó por el pasillo hacia la izquierda.

-Muchas gracias. -Sonrío y le pongo la mano en el hombro. -Déjame a Lysandra a mí, la haré sentir mejor.

Me devuelve la sonrisa mientras me alejo de él, corriendo fuera de la enorme habitación de la que al parecer no me he movido desde hace tiempo. ¿Dónde diablos se habrá metido esta chica? Tengo que encontrarla.

-Eyland. -Axell me frena cuando voy a salir de la habitación.

-¿Sí?

-Cuando la animes... -Sonríe, pero sus ojos no muestran ninguna felicidad. Al contrario, me miran llenos de ira. -Recuerda que no sólo tengo una hija.

¡Engla! Casi la había olvidado... ¿Qué habrá sido de ella? La dejé allí porque pensaba que Axell la cuidaría, pero ahora...


-En fin, alejemos esos pensamientos por hoy. En este momento lo que importa es encontrar a Lysandra.

Mientras me digo esto a mí mismo, recorro todos los pasillos del estadio reconvertido en base de operaciones de la Revolución, entrando en cada habitación posible... hasta que ya no quedan más.

-¿Dónde estás?

Grito de forma ahogada. El sudor chorrea por mi cuello y me recubre todo el cuerpo. Estoy exhausto, me falta el aire, hasta siento ganas de vomitar. ¿Y total para qué? No he conseguido encontrarla.

-¡¿Por qué no apareces?!

Grito con toda la fuerza que me permiten mis cansados pulmones. ¿Por qué no está en ningún lugar? ¿Es que acaso me evita? Yo sólo quiero ayudarla, intentar que lo supere... Yo nunca quise que las cosas se tornaran así, por eso decidí no contarle nada.

-Tienes que aparecer...

Voy cayendo poco a poco al suelo, mi falta de fuerzas se refleja en mis piernas, que ya no son capaces de sostener más mi peso, y acabo sentado, apoyado en una pared. La debilidad se muestra también en mis ojos, que comienzan a expulsar lágrimas que mojan ligeramente mi ropa.

-No llores. -Alguien pone su mano en mi hombro y se apoya en mí para sentarse a mi lado.

-Te he estado buscando...

-Lo sé. -Se gira hacia mí y me da un beso en la mejilla. -Gracias por eso.

-¿Ya no estás enfadada?

-Bueno... -Niega con la cabeza, intentando sonreír, como ha hecho siempre. -Un poco sí. Pero he entendido algo.

-¿El qué? -Seco mis lágrimas con la mano.

-Que querías protegerme.

-Sí, supongo que fue eso.

-Paul... Era un buen chico, ¿sabes? Te quería bastante.

-Sí. Me di cuenta algo tarde de eso.

-Recuerdo cuando nos conocimos.



-Yo también. No creo que olvide esa noche nunca.

-Y él tampoco. Cuando se enteró de lo que te había pasado, me dejó en casa y fue corriendo a verte, a intentar ayudarte.

-¿De verdad? -Vaya, eso es algo que no me esperaba. Siempre pensé que vino a los tres días, como todos.

-Así es. -Asiente, mientras sonríe. -Siempre te quiso mucho.

-¿Y entonces por qué se unió al Clan?

-Eso es algo que yo tampoco sé, Eyland.

-¿Todavía lo quieres? A Paul. -La miro, y se gira hacia mí también.

-Siempre se ha dicho que cuando una puerta se abre, otra se cierra. Y viceversa.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Lo que intentaba explicar es que, el hecho de que él se uniera al Clan, me hizo quererlo cada vez menos.

-¿Y tú por qué no eres parte del Clan? Quiero decir, tu familia lo es.

-Lo fue. -Mira al suelo, buscando con los ojos un recuerdo. -Esa organización dejó de ser lo que era cuando intentaron matar a mi padre. Escapó, y yo encontré una nueva vida aquí, pero mi hermana decidió quedarse.

-Pero luego Axell volvió para recuperar el control. ¿Por qué está aquí?

-Órdenes de arriba. -Señala al techo con el dedo. -De un día para otro, todos en Upsala querían matarlo.

-Fue...

-Fue cosa de mi hermana Engla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario