V
-¿Qué
haces aquí, Axell?
-Lo
mismo que tú.
-Un
momento, ¿os conocéis? -Pregunta Lysandra sorprendida.
-Algo.
-Responde el padre de Engla de forma casi instantánea.
-Se
podría decir que sí. -Es lo único que se me ocurre decir.
-La
verdad es que cuando lo conocí el ambiente era parecido. -Y Axell
vuelve a tomar la palabra.
-Pero
recuerdo que entonces éramos más, a pesar de que uno no se
presentara a la reunión.
-El
que no se presentó tenía sus razones para no estar allí. -Reprocha
de pronto Olaf.
-¿Y
cómo sabes tú eso? -Le recrimino.
-Oh,
Eyland. ¿De verdad no te has dado cuenta todavía?
-¿Darme
cuenta de qué?
-Él
es el ayudante anónimo de Upsala. -Responde Axell señalando a Olaf.
-¿Qué?
-Así
es. Estaba preparando esto desde allí, pero cuando lo descubrieron
tuvo que desaparecer, por eso no estuvo en la reunión.
-Ahora
todo tiene sentido.
-No
para mí. -Interviene Lysandra. -No estoy enterándome de nada.
-Te
haremos un resumen. Cuando Eyland salió de aquí por segunda vez,
llegó a Tennō, un pequeño poblado que flotaba en el cielo hasta
que El Clan tomó parte. Allí, mi hija lo recogió y acabaron en
Upsala, su base. Entre nosotros tres, y con la ayuda de Paul y Tyr,
acabamos con Capomafia, pero Tyr demostró que seguía siendo parte
del Clan cuando atacó a Paul frente a nosotros. Y entonces, Eyland
se fue en mi nave, configurada para que cayera aquí.
-Un
momento. -Mira horrorizada a Axell. -¿Paul está bien?
-Eyland.
-Me lanza una mirada fulminante. -¿No le habías dicho nada?
-Yo...
-Acabo de cagarla. -No sabía cómo.
-¡Hay
mil formas! -El antiguo líder del Clan se torna rojo de ira.
-¡Tú
no lo entiendes! Lysandra es...
-Sé
perfectamente cómo es mi hija menor.
-¡¿Tu
qué?!
Y
la presión puede conmigo.
Horizontes
Nevados
-Eyland,
Eyland. -Alguien me da palmadas en la cara. -Despierta.
-¿Qué
ha pasado? -Pregunto casi sin voz. Apenas veo, no sé quién está
conmigo, sólo tengo claro que es un hombre.
-Te
desmayaste.
-¡¿Qué?!
-Mi cabeza golpea, se siente como un taladro intentando atravesar mi
cráneo hacia fuera. Pero aguanto el dolor y abro los ojos de golpe,
la luz es cegadora... Apenas veo quién me ha despertado a causa de
la contraluz, pero sé perfectamente de quién se trata.
-Perdiste
la consciencia hace unos momentos. -Tan frío como siempre.
-¿Por
qué? -No suelo quedarme inconsciente, aunque desde la aparición del
Clan ya van varias veces que me pasa...
-Supongo
que el viaje que te programé ha sido más duro de lo que creía.
-Comienzo a vislumbrar perfectamente su rostro y su silueta. No hay
duda de que es él. -¿Te encuentras bien?
-No
estoy mal, Axell. -Lo miro de arriba a abajo, haciendo un barrido de
su postura sentado encima mía. ¿Qué hace ahí? Pensaba que tenía
las piernas doloridas y se ve que se trata de este hombre, que está
sobre ellas.
-Me
alegra saberlo. -Sonríe, dejando mostrar que le falta un diente en
la fila de arriba. El colmillo, creo. ¿Cómo lo perdió?
-Aunque
estaría mejor sin gente encima... -Toso a propósito y se levanta al
instante. Bien pillado, amigo.
-Lo
siento. -Se espolsa la ropa mientras se disculpa, sonrojado. -No
quería molestarte, perdón. -¿Y esa reacción? Ni que fuera alguien
importante.
-A
propósito...
-¿Sí?
-Se gira hacia mí.
-Tu
diente... -No me salen las palabras.
-Es
una larga historia. -Parece que a él tampoco le apetece hablar mucho
del tema. ¿Qué le pasará por la cabeza ahora mismo?
-Tiempo
hay. -Estiro el brazo hacia arriba.
-Tampoco
tanto. Tenemos que entrenar a los muchachos. -Me coge del brazo y me
levanta mientras me mira de arriba a abajo. -Y a ti también.
-Lo
sé. -Asiento. -Estaba entrenando con... -¿Dónde está? La vi aquí
antes de desmayarme.
-Si
buscas a mi hija... -Sigue impresionándome que lo sea. -Se fue
corriendo cuando le contamos lo de Paul. -¡Lo había olvidado! Tiene
que estar pasándolo fatal, tuvo que ser un duro golpe para ella.
-Vaya...
¿Y sabes dónde fue?
-Se
marchó por la puerta, y luego se esfumó por el pasillo hacia la
izquierda.
-Muchas
gracias. -Sonrío y le pongo la mano en el hombro. -Déjame a
Lysandra a mí, la haré sentir mejor.
Me
devuelve la sonrisa mientras me alejo de él, corriendo fuera de la
enorme habitación de la que al parecer no me he movido desde hace
tiempo. ¿Dónde diablos se habrá metido esta chica? Tengo que
encontrarla.
-Eyland.
-Axell me frena cuando voy a salir de la habitación.
-¿Sí?
-Cuando
la animes... -Sonríe, pero sus ojos no muestran ninguna felicidad.
Al contrario, me miran llenos de ira. -Recuerda que no sólo tengo
una hija.
¡Engla!
Casi la había olvidado... ¿Qué habrá sido de ella? La dejé allí
porque pensaba que Axell la cuidaría, pero ahora...
-En
fin, alejemos esos pensamientos por hoy. En este momento lo que
importa es encontrar a Lysandra.
Mientras
me digo esto a mí mismo, recorro todos los pasillos del estadio
reconvertido en base de operaciones de la Revolución, entrando en
cada habitación posible... hasta que ya no quedan más.
-¿Dónde
estás?
Grito
de forma ahogada. El sudor chorrea por mi cuello y me recubre todo el
cuerpo. Estoy exhausto, me falta el aire, hasta siento ganas de
vomitar. ¿Y total para qué? No he conseguido encontrarla.
-¡¿Por
qué no apareces?!
Grito
con toda la fuerza que me permiten mis cansados pulmones. ¿Por qué
no está en ningún lugar? ¿Es que acaso me evita? Yo sólo quiero
ayudarla, intentar que lo supere... Yo nunca quise que las cosas se
tornaran así, por eso decidí no contarle nada.
-Tienes
que aparecer...
Voy
cayendo poco a poco al suelo, mi falta de fuerzas se refleja en mis
piernas, que ya no son capaces de sostener más mi peso, y acabo
sentado, apoyado en una pared. La debilidad se muestra también en
mis ojos, que comienzan a expulsar lágrimas que mojan ligeramente mi
ropa.
-No
llores. -Alguien pone su mano en mi hombro y se apoya en mí para
sentarse a mi lado.
-Te
he estado buscando...
-Lo
sé. -Se gira hacia mí y me da un beso en la mejilla. -Gracias por
eso.
-¿Ya
no estás enfadada?
-Bueno...
-Niega con la cabeza, intentando sonreír, como ha hecho siempre. -Un
poco sí. Pero he entendido algo.
-¿El
qué? -Seco mis lágrimas con la mano.
-Que
querías protegerme.
-Sí,
supongo que fue eso.
-Paul...
Era un buen chico, ¿sabes? Te quería bastante.
-Sí.
Me di cuenta algo tarde de eso.
-Recuerdo
cuando nos conocimos.
-Yo
también. No creo que olvide esa noche nunca.
-Y
él tampoco. Cuando se enteró de lo que te había pasado, me dejó
en casa y fue corriendo a verte, a intentar ayudarte.
-¿De
verdad? -Vaya, eso es algo que no me esperaba. Siempre pensé que
vino a los tres días, como todos.
-Así
es. -Asiente, mientras sonríe. -Siempre te quiso mucho.
-¿Y
entonces por qué se unió al Clan?
-Eso
es algo que yo tampoco sé, Eyland.
-¿Todavía
lo quieres? A Paul. -La miro, y se gira hacia mí también.
-Siempre
se ha dicho que cuando una puerta se abre, otra se cierra. Y
viceversa.
-¿Qué
quieres decir con eso?
-Lo
que intentaba explicar es que, el hecho de que él se uniera al Clan,
me hizo quererlo cada vez menos.
-¿Y
tú por qué no eres parte del Clan? Quiero decir, tu familia lo es.
-Lo
fue. -Mira al suelo, buscando con los ojos un recuerdo. -Esa
organización dejó de ser lo que era cuando intentaron matar a mi
padre. Escapó, y yo encontré una nueva vida aquí, pero mi hermana
decidió quedarse.
-Pero
luego Axell volvió para recuperar el control. ¿Por qué está aquí?
-Órdenes
de arriba. -Señala al techo con el dedo. -De un día para otro,
todos en Upsala querían matarlo.
-Fue...
-Fue
cosa de mi hermana Engla.
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