V
Engla
-¿Cómo
salimos de aquí?
-Hay
una salida no muy lejos. Apenas a un par de pasillos.
-Pues
tenemos que llegar allí. -Eyland se gira hacia mí. -Y pronto.
No
podría decir exactamente qué pasa después de esto, todo ocurre
demasiado rápido. Me coge de la manos y nos saca a ambos de la
habitación, justo detrás de John y de Argus, la otra pareja. No sé
realmente por qué, pero la luz se apaga de pronto, así que nos
movemos guiados por la que produce una linterna adherida a un rifle,
el cual lleva Eyland. ¿Cuándo lo ha cogido?
-Ahora...
-Un segundo farolillo se enciende unos metros en adelante e ilumina
la cara del pintor, obviamente unido a otra arma de fuego. -Hay que
tener mucho cuidado.
-Sí...
Se
lleva el dedo índice a los labios y pronuncia un ligero “shh”.
Por lo visto, hasta las paredes obedecen, no se nos oye ni respirar.
Silencio, y el tiempo corriendo, el único capaz de moverse en este
momento. Pero ahí está la señal: Argus agita la mano, indicándonos
que por fin podemos avanzar.
-No.
-Dice, de pronto, mientras aguanta a John apoyado contra la pared.
-Permaneced quietos. He oído algo.
Y
se pierde tras la esquina, dejándonos con una única persona armada,
y es la que menos ha disparado de los tres en su vida. “¿Nos ha
abandonado?”, la pregunta surge en mi mente. Pero se responde por
sí misma, ya que Argus aparece manchado de sangre, y con el fusil en
la mano, casi echando humo.
-El
pasillo está libre de esas cosas.
-Bien.
-Asentimos todos al unísono.
-Ahora
me toca a mí. -Eyland toma el liderato del pequeño pelotón que
formamos. -Tú cubrirás la retaguardia, nos vendrá bien alguien
experimentado allí.
-Lo
que quieras. Pero únicamente hasta que lleguemos a la calle y nos
pongamos a cubierto. Luego tendréis que seguirme.
-¿Entonces
nos dirigimos a...? -Pregunta John, pero la respuesta de Argus se
anticipa.
-Sí,
allí.
Este
último asiente y comenzamos a movernos a través del largo pasillo,
tras una pequeña luz que se mueve y se convierte en destellos con
cada disparo de Eyland y del printor. ¿Dónde se supone que vamos?
No entiendo nada, me siento desorientada.
Y
entonces tropiezo.
-Ayuda...
Chicos...
Pero
mi voz no es audible, ni siquiera lo es para mí misma. Mierda, me he
torcido el tobillo... No voy a poder aguantar mucho más... ¿Qué me
pasa? Apenas puedo mantener los ojos abiertos a causa del dolor.
Venga, Engla, tú puedes.
-¿Hola?
Una
silueta aparece frente a mí: estatura media y complexión más o
menos atlética. ¿Eres tú, Eyland? Pero no, no puede ser él. Jamás
he visto a mi Shinjin caer del techo y quedarse de pie. Joder, ¡¿qué
es esa cosa?!
-No...
No... Te... A... Acerques...
Tartamudeo,
y las palabras caen de mi boca de la misma forma en la que lo acaba
de hacer este extraño ser. Me ha encontrado, me tiene a apenas un
par de metros, y sin niguna protección. Quiero salir corriendo, pero
todo el movimiento que soy capaz de hacer es el de temblar. Me mira,
con unos ojos verdes azulado, con las cuencas amarillas, y también
lo es la piel, los trozos que no son marrones. Eso no debe ser
normal....
Unos
dientes... rotos, descolocados -los pocos que todavía tiene-, negros
como el carbón, pero afilados como los cuchillos de las mesas de
operaciones. Los labios... Son otro mundo: El carmesí se ha perdido,
debió hacerlo hace mucho tiempo, y ha dado paso a una tonalidad
blanca, enfermiza. ¿Qué demonios es esta cosa?
Y
entonces un paso. Se mueve, se está acercando a mí y está a punto
de conseguir lo que quiere: un poco de carne fresca perteneciente a
una asustada joven. Y otro paso, cada vez más cerca, y uno más. Su
torpe avance parece tener ritmo...
Pum,
pum, pum....
-¡Aléjate!
Pum,
pum, pum....
Una
lágrima cae de uno de mis ojos, y muchas otras la siguen.
Pum,
pum, pum....
Ya
está aquí, soy capaz de percibir su olor. Huele como a muerto, o
como una persona realmente enferma, es una sensación insoportable.
¿De dónde ha salido...?
Pum,
pum, pum....
Lo
tengo casi encima. ¿Será que de verdad no me podré mover...?
Pum,
pum, pum....
Me
mira a los ojos desde pocos centímetros de distancia. Ya puedo notar
su respiración. Está muy cerca de cogerme... Cierro los ojos.
Pum,
pum, pum...
Pum,
pum, pum....
Pum,
pum, ¡PUM!
¿Qué
ha sido eso? No puedo verlo. Aguardo durante un par de segundos hasta
que oigo un tremendo golpe contra el suelo. Tienes que ser fuerte,
Engla. Me obligo a mirar lo que tengo al frente y puedo apreciar cómo
una luz se acerca a mí, es mi salvación. ¿Dónde ha quedado ese
horrible ser? No lo encuentro por ningún lado. Pero me equivoco, sí
está en algún sitio, se encuentra tirado a mis pies, con un enorme
agujero que chorrea litros y litros de un viscoso líquido que
supongo sangre en el pecho. ¿Qué le ha producido esto?
-Estoy...
La
luz se acerca rápidamente hacia mí, tremendamente rápido... ¿Será
otra criatura como la que me acaba de atacar? No sería la primera
vez que salgo de un embrollo para caer en uno mucho peor. Cierro los
ojos de nuevo, prefiero no pensar en ello.
-Engla...
Una
voz me llama desde la lejanía, debe de ser la muerte. Jamás ocurrió
todo lo del agujero, ¿verdad? Esa cosa realmente fue capaz de
cogerme. Me ha reducido a polvo, un polvo que se perderá en el
olvido, y yo me siento así porque así lo quiere mi mente.
-Engla...
Engla Fire...
Ahí
está otra vez. “¡Déjame en paz! No quiero nada de ti...”, pero
estas palabras nunca llegan a salir de mi boca. Se quedan encerradas
en mi mente, como si de prisioneras de guerra se tratase. No voy a
ser capaz de moverme... Sollozo.
-Maldita
sea, Engla.
Algo
me zarandea. Terriblemente asustada y con las manos temblando de
forma exagerada, abro los ojos. Y es entonces cuando lo veo: Unos
ojos marrones, de mirada fija y penetrante; una piel pálida como la
nieve; un cabello negro, tan oscuro como el cielo nocturno; y unos
labios finos como la seda. Ese rostro... El bello rostro de Eyland
Rise. Puedo verlo todo con mucha claridad, la luz ha vuelto.
-Oh,
dios. Menos mal que estás bien. -Me abraza con fuerza, casi me hace
daño.
-Bueno...
-Miro hacia mi pierna y, al verla, abre los ojos casi al extremo.
-Tenemos
que salir de aquí. -Me ofrece su hombro para que me apoye en él, y
así lo hago. -Y pronto.
-Sí...
Sí. -Tartamudeo un poco.
-No
vuelvas a darme estos sustos, por favor.
Me
agarra de la cintura firmemente, sin intención alguna de soltarla, y
yo que me alegro. Jamás en vida había sentido tanto terror, y eso
que viví durante varios años con Capomafia. De verdad que me siento
muy segura a su lado.
Tras
varios minutos de carreras, más o menos, por los pasillos, aprecio
una luz a lo lejos. ¿Seguro que no estoy muerta y aquello es eso a
lo que llaman cielo? Pero no, tal y como Eyland parecía tener
planeado, se trata de la linterna del fusil de Argus.
-¿Dónde
te habías metido? -Pregunta John, haciendo un verdadero esfuerzo por
ahogar sus gritos.
-Yo...
-Tropezó
y se torció un tobillo al caer. -Me coge, de pronto, y me levanta en
el aire, dejando ver mi articulación hinchada.
-Bueno,
en ese caso... Dale tu arma a John y carga con ella. -Interviene
Argus. -No quiero más problemas, de ninguna clase.
-Bien.
-Eyland asiente. No cuentan conmigo para nada...
-Pues...
Allá vamos.
Una
puerta en la que no había reparado se abre tras el empujón del
pintor, y la luz invade la estancia. En el exterior... El cielo
morado, los edificios negros a causa de la mucha ceniza y... y... y
esas cosas. Están ahí todavía, y hay decenas de ellas...
-Mierda.
¿De dónde salen?
Y,
tras decir esto, Argus dispara una ráfaga de balas que acaba con
tres de ellos, abriéndonos una pequeña brecha en su formación, si
se le puede llamar así. Es nuestra vía de escape, y así lo
entiende Eyland, que echa a correr por el hueco al instante.
-Vamos.
-Pum. -Venga. -Pum. -Hay que salir de la ciudad.
Tras
lo que parecen ser varias horas, o quizá solo fueron minutos, no lo
sé, conseguimos salir de la zona más urbana de Niflheim, conocida
como La Villa. Las cosas están más relajadas aquí en el
extrarradio, apenas quedan en pie siete u ocho de ellos.
-Ya
falta poco, compañeros, aguantad.
Eyland
asiente, como aceptando las palabras de Argus, y aguarda a que él y
John acaben con los pocos que quedan para salir de detrás del enorme
monolito de piedra tras el que nos escondemos y protegemos. Una vez
queda limpia la manzana, volvemos a avanzar en dirección a una
especie de montaña. Bueno, no queda muy lejos, ni tampoco muy cerca.
Parece un buen sitio.
-Eh...
Yo sé hacia dónde nos dirigimos. -Dice Eyland, de pronto.
-¿De
verdad? Rise, me dijeron que eras bueno en el tema del terreno, pero
tanto...
-Sí.
Yo vine aquí con Tyr al poco tiempo del incidente con John. -Le echa
una mirada fulminante. Obviamente sigue algo resentido. -Allí.
-Señala un punto en la base de la montaña. ¿Qué dice? -Hay una
pequeña obertura, conduce a un túnel.
-Así
es. -Asiente Argus, encantado.
-Y
conecta con todo el terreno. Desde ahí nos moveremos a partir de
ahora, ¿no?
-De
nuevo estás en lo cierto. Pero se te ha escapado un pequeño
detalle, nuestra base secreta. No se puede apreciar desde fuera.
Vamos allí.
Y
retomamos la marcha, esta vez a un paso mucho más relajado. Tal y
como Eyland había predicho, entramos pocos minutos después en una
especie de túnel. Pero, un momento, esas pinturas... Me pica el
cuello. ¿Por qué hay símbolos del Clan aquí abajo?
-Engla,
aquí Tyr y sus padres se “despidieron” de la ciudad. -Vaya,
parece que me lee la mente. Así que al final era verdad lo de que
eras originario de Niflheim...
-Gracias
por la información, Shinjin. Me sentía algo descolocada. -De
verdad, que haría sin él...?
-Nada.
Sonríe
y se gira hacia Argus, quien nos lleva un par de metros de ventaja. A
lo lejos, una enorme luz, que se hace más y más grande a cada paso.
Madre mía, es inmensa. Pequeños focos de una tonalidad algo
diferente la compañan en su tarea de iluminación, ¿es ahí donde
vamos?
-Eso
que tanto os deslumbra es nuestra base. Ya estamos.
Avanzamos
un poco más, y entonces soy capaz de apreciarlo. La descomunal masa
de claridad es la sensación que produce el exterior, una hermosa
playa. Aunque la imagen está algo distorsionada... Alguien cercano
al Clan ha estado aquí, esto no puede verse desde fuera gracias a
nuestro sistema de camuflaje, lo tengo claro. Las pequeñas luces que
antes veía, en cambio, son simplemente eso, los focos que
difícilmente iluminan la estancia.
-Qué...
Acogedor. -No se me ocurre nada mejor a decir.
-Aquí.
Estaremos. Seguros. -Dice Argus, mientras cierra el camino del que
venimos con una enorme y pesada puerta.
-Supongo.
Voy a descansar un poco.
Y
así lo hago.
La
base se encuentra en una pequeña galería cerca de la costa,
confirmado. Desde fuera solo se veía oscuridad, pero en el interior
la luz de la vida está tan presente que incluso te puedes quemar con
ella. La vista desde aquí es hermosa: El mar, inquieto; las olas,
tan majestuosas como las pájaros que sobre ella vuelan; el viento
que me golpea en la cara... Desde mi posición se puede incluso
admirar el agua cristalina, casi parece reflejar el brillo de la luna
creciente que ondea en el cielo, ahora más oscuro. ¿Será así la
noche a partir de ahora, un cielo morado con ella en vez del sol? Más
abajo, cerca de la playa, la arena se torna casi rosa, como si de
pequeñas -minúsculas- flores se tratase. Es algo mágico, tan
hermoso como la firme mirada de Eyland, aquella que no soy capaz de
sacarme de la cabeza.
>>>Dentro
de la cueva las cosas son muy diferentes: Lo que, en el exterior, era
todo luz, se ha convertido aquí en el reino de la oscuridad.
Cambiando las olas por sombras, que han decidido rodearme de nuevo.
Me siento igual que entonces...
Pero
unos golpes me liberan de mis pensamientos, me devuelven a la
realidad.
-Debe
de ser él. -Dice John, que también debe de haberlo oído.
-Voy
a ver. -Responde Argus, y se encamina hacia la puerta. ¿Él, quién?
-¿Quién va? -Pregunta, una vez la alcanza.
-Un
copo de nieve. -La respuesta llega desde el otro lado.
-Que
surca...
-Un
horizonte nevado.
Y
Argus abre la puerta automáticamente. Bonita clave esa, seguro que
se le ocurrió al mismo Argus. Un chico, más o menos de mi edad,
aparece tras ella, y entra en la cueva. Me es realmente familiar...
Se parece a... No, no puede ser él. Yo misma lo...
-Paul.
-Dice Eyland, en cuanto lo ve.
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