domingo, 21 de diciembre de 2014

Último Rugido (IV)







IV
Eyland

-No pienso soltarlo.
La rabia que sentí nada más verlo aparecer está empezando a quedarse en nada, comparada con la rabia que estoy notando y viendo crecer dentro de mí. ¿Cómo puede estar tan normal después de lo que me hizo? Apuesto a que no sabe ni la mitad de lo que ocurrió entonces.
-Rise, tío, yo... -Gotas y gotas de sudor frío resbalan por su frente y su cuello. Me está mojando las manos.
-Tú nada. Vas a pagar por lo que hiciste.
Pongo más y más fuerza en mi agarre, y noto un ligero “crac” bajo mis dedos. No puedo matarlo así, no todavía. Debe entender lo que me hizo pasar entonces, tiene que sentirlo en su propia piel. Pero entonces, un grito:
-¡Suéltalo! ¡¿Qué estás haciendo?!
La voz de Argus resuena por toda la Sala de los Líderes, realmente parece destrozado con la situación... Las lágrimas brotan de sus ojos a una velocidad de escándalo y, lo que antes era todo seguridad, ahora es un mar de dolor. ¿Qué ocurre aquí?
-Por favor... -Los ojos del delincuente John se cierran y lo noto dejar de intentar resistirse a la presión de mis manos. -Déjalo ir...
Obedezco y dejo caer al inconsciente ratero al suelo, suena como un peso muerto, aún cuando sé que no lo está. ¿Qué me pasa? ¿Por qué me estoy compadeciendo de él? Yo... Yo realmente tengo ganas de hacer que muerda el polvo, ¿cómo es que no puedo realizar esa simple tarea?
-Gracias...
La voz de Argus es apenas un suspiro, suena como un maltrecho reproductor de sonidos. ¿Cómo es que le tiene tanto afecto a este miserable? No creo que nunca lo entienda... ¡Pero si es un ser horrible, maldita sea! No merece tanto, no merece nada.
-Eyland... -Una voz femenina suena a mi espalda. -¿Qué has hecho...?
¡Engla! Por un momento la había olvidado, pero por lo visto ella no podrá sacar de su mente esto que acaba de ver. Me mira con los ojos muy abiertos, completamente paralizada, casi temblando. ¿Me... Me tiene miedo?
-Engla, yo...
-¿Qué te está pasando, Eyland? Este no es el chico cariñoso que conocí, no es el Eyland Rise del que yo me enamoré.
-Sigo siendo yo. Es solo que...
-Me has recordado a él... -Un relámpago de terror surca su rostro, pero lo disimula bastante bien.
-¿A tu padre?
-A Capomafia.
¡¿Qué?! Eso sí que no, no puedo tolerarlo. ¿Cómo es siquiera posible que me parezca a ese monstruo? ¿Tan mal he estado? Puede que me haya pasado con John, pero es que él... Aún guardo en mi memoria el recuerdo de Shaw y aquella maldita pistola de rayos suya que tanto dolor y sufrimiento me causó.
-No puede ser... -Miro al suelo, avergonzado. -Yo no...
Pero algo me impide terminar la frase. De pronto y sin previo aviso, Argus sale disparado hacia aquí, me aparte y se agacha al lado de John, quien parece estar despertándose. Definitivamente, su víncuo emocional es tremendamento grande.
-John... John... Cariño, menos mal.
Lo abraza con fuerza y se ahí, pegado a él, por un rato, mientras puedo ver cómo aquel que intentó atracarme y acabó disparando a Tyr sonríe. ¿Ha dicho cariño? Ahora entiendo muchas cosas, todo cuadra.
-¿Vosotros...?
-Son pareja, Engla. No hay más que verlos.
-Sí... -John, que intentaba hablar pero no tenía voz, se aclara la garganta. -Así es. -Asiente. -Y... de verdad que lo siento por aquello, Rise.
-Pero joder, ¿qué le hiciste para que haya reaccionado así al verte? -Pregunta, de pronto, Argus, quien no se ha separado todavía de él.
-Os lo contaré todo. Es algo largo, así que empezaré por el principio:
>>>Todo comenzó en el teatro. Tras haber adquirido algo de fama como actor, me contrataron para el papel protagonista de una obra llamada Horizontes Nevados, que contaba la historia de un hombre que, a causa de un contratiempo en su empresa, se veía sin trabajo y se daba a aquel polvo blanco que todo lo cura, la cocaína.
>>>Era una oportunidad genial para lucirme, pues aparecía en todas las escenas, así que preparé el papel a conciencia, y realmente me sentí orgulloso de mi actuación la noche del estreno. Pero, por lo visto, la ciudad no aceptó la trama de la obra, y esta fue cancelada. Perdí mi trabajo, todo el dinero que había invertido... Me deprimí y, como el protagonista en el primer acto, me di a la droga... Me ayudaba.
>>>Pero entonces lo conocí, a mi salvador. Un hombre vino a verme durante la subasta de mi casa, la compró y me la regaló. También me ayudó a salir de ese mundo y dejar esa mierda. Aunque claro, todo tiene un precio. Me pidió que hiciera de drogadicto loco que atracaba a un tal Eyland Rise en la noche de los Sueños Espiral. “Un papel en la vida real, tu gran oportunidad”, dijo. Y yo me vi obligado a representarlo. Jamás pensé que, una vez te llevaran a la comisaría, te torturarían de ese modo. Quise ayudarte, pero sentía miedo de lo que ellos pudieran hacerme. El hombre que me contrató, el que se hacía llamar Impeesa, realmente me asustaba. Había hecho torturar a un niño, me sentí desolado durante semanas, meses... Y entonces conocí a Argus.
-Parece que ese maldito lo tenía en todo momento bajo control, el tema de acabar conmigo, digo. ¿Será también cosa suya que estemos ahora aquí, en Niflheim? ¿Quién me dice que no ha estado controlando todos mis movimientos y haciendo que fuera donde él quisiera? -Pienso en voz alta.
-Entonces, Rise... ¿Qué me dices, dejamos todo aquello como parte del pasado?
-Sin duda. -Asiento y le tiendo la mano. -Ambos somos víctimas del Clan. -No puedo evitar mirar de reojo a Engla mientras lo digo. -Quedas perdonado.
Parece que John quiere añadir algo más, pero un ruido terrible se lo impide. Varias pantallas salen de la nada y se tiñen de un color rojizo, casi de la misma forma en que lo hicieron las de la nave. ¿Por qué una alarma? ¿Qué ocurre?
-Mierda. -Argus se levanta y empieza a teclear a toda velocidad en su ordenador. En un abrir y cerrar de ojos, las señales de emergencia cambian a cámaras que vigilan casi todo el recinto. -Joder, lo sabía. Mirad hacia la cámara número cinco. -La señala con el dedo. -Tenemos que irnos.
-Esas... cosas... están entrando. -Concluyo.

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