IV
Eyland
-No
pienso soltarlo.
La
rabia que sentí nada más verlo aparecer está empezando a quedarse
en nada, comparada con la rabia que estoy notando y viendo crecer
dentro de mí. ¿Cómo puede estar tan normal después de lo que me
hizo? Apuesto a que no sabe ni la mitad de lo que ocurrió entonces.
-Rise,
tío, yo... -Gotas y gotas de sudor frío resbalan por su frente y su
cuello. Me está mojando las manos.
-Tú
nada. Vas a pagar por lo que hiciste.
Pongo
más y más fuerza en mi agarre, y noto un ligero “crac” bajo mis
dedos. No puedo matarlo así, no todavía. Debe entender lo que me
hizo pasar entonces, tiene que sentirlo en su propia piel. Pero
entonces, un grito:
-¡Suéltalo!
¡¿Qué estás haciendo?!
La
voz de Argus resuena por toda la Sala de los Líderes, realmente
parece destrozado con la situación... Las lágrimas brotan de sus
ojos a una velocidad de escándalo y, lo que antes era todo
seguridad, ahora es un mar de dolor. ¿Qué ocurre aquí?
-Por
favor... -Los ojos del delincuente John se cierran y lo noto dejar de
intentar resistirse a la presión de mis manos. -Déjalo ir...
Obedezco
y dejo caer al inconsciente ratero al suelo, suena como un peso
muerto, aún cuando sé que no lo está. ¿Qué me pasa? ¿Por qué
me estoy compadeciendo de él? Yo... Yo realmente tengo ganas de
hacer que muerda el polvo, ¿cómo es que no puedo realizar esa
simple tarea?
-Gracias...
La
voz de Argus es apenas un suspiro, suena como un maltrecho
reproductor de sonidos. ¿Cómo es que le tiene tanto afecto a este
miserable? No creo que nunca lo entienda... ¡Pero si es un ser
horrible, maldita sea! No merece tanto, no merece nada.
-Eyland...
-Una voz femenina suena a mi espalda. -¿Qué has hecho...?
¡Engla!
Por un momento la había olvidado, pero por lo visto ella no podrá
sacar de su mente esto que acaba de ver. Me mira con los ojos muy
abiertos, completamente paralizada, casi temblando. ¿Me... Me tiene
miedo?
-Engla,
yo...
-¿Qué
te está pasando, Eyland? Este no es el chico cariñoso que conocí,
no es el Eyland Rise del que yo me enamoré.
-Sigo
siendo yo. Es solo que...
-Me
has recordado a él... -Un relámpago de terror surca su rostro, pero
lo disimula bastante bien.
-¿A
tu padre?
-A
Capomafia.
¡¿Qué?!
Eso sí que no, no puedo tolerarlo. ¿Cómo es siquiera posible que
me parezca a ese monstruo? ¿Tan mal he estado? Puede que me haya
pasado con John, pero es que él... Aún guardo en mi memoria el
recuerdo de Shaw y aquella maldita pistola de rayos suya que tanto
dolor y sufrimiento me causó.
-No
puede ser... -Miro al suelo, avergonzado. -Yo no...
Pero
algo me impide terminar la frase. De pronto y sin previo aviso, Argus
sale disparado hacia aquí, me aparte y se agacha al lado de John,
quien parece estar despertándose. Definitivamente, su víncuo
emocional es tremendamento grande.
-John...
John... Cariño, menos mal.
Lo
abraza con fuerza y se ahí, pegado a él, por un rato, mientras
puedo ver cómo aquel que intentó atracarme y acabó disparando a
Tyr sonríe. ¿Ha dicho cariño? Ahora entiendo muchas cosas, todo
cuadra.
-¿Vosotros...?
-Son
pareja, Engla. No hay más que verlos.
-Sí...
-John, que intentaba hablar pero no tenía voz, se aclara la
garganta. -Así es. -Asiente. -Y... de verdad que lo siento por
aquello, Rise.
-Pero
joder, ¿qué le hiciste para que haya reaccionado así al verte?
-Pregunta, de pronto, Argus, quien no se ha separado todavía de él.
-Os
lo contaré todo. Es algo largo, así que empezaré por el principio:
>>>Todo
comenzó en el teatro. Tras haber adquirido algo de fama como actor,
me contrataron para el papel protagonista de una obra llamada
Horizontes Nevados, que contaba la historia de un hombre que,
a causa de un contratiempo en su empresa, se veía sin trabajo y se
daba a aquel polvo blanco que todo lo cura, la cocaína.
>>>Era
una oportunidad genial para lucirme, pues aparecía en todas las
escenas, así que preparé el papel a conciencia, y realmente me
sentí orgulloso de mi actuación la noche del estreno. Pero, por lo
visto, la ciudad no aceptó la trama de la obra, y esta fue
cancelada. Perdí mi trabajo, todo el dinero que había invertido...
Me deprimí y, como el protagonista en el primer acto, me di a la
droga... Me ayudaba.
>>>Pero
entonces lo conocí, a mi salvador. Un hombre vino a verme durante la
subasta de mi casa, la compró y me la regaló. También me ayudó a
salir de ese mundo y dejar esa mierda. Aunque claro, todo tiene un
precio. Me pidió que hiciera de drogadicto loco que atracaba a un
tal Eyland Rise en la noche de los Sueños Espiral. “Un
papel en la vida real, tu gran oportunidad”, dijo. Y yo me vi
obligado a representarlo. Jamás pensé que, una vez te llevaran a la
comisaría, te torturarían de ese modo. Quise ayudarte, pero sentía
miedo de lo que ellos pudieran hacerme. El hombre que me contrató,
el que se hacía llamar Impeesa, realmente me asustaba. Había hecho
torturar a un niño, me sentí desolado durante semanas, meses... Y
entonces conocí a Argus.
-Parece
que ese maldito lo tenía en todo momento bajo control, el tema de
acabar conmigo, digo. ¿Será también cosa suya que estemos ahora
aquí, en Niflheim? ¿Quién me dice que no ha estado controlando
todos mis movimientos y haciendo que fuera donde él quisiera?
-Pienso en voz alta.
-Entonces,
Rise... ¿Qué me dices, dejamos todo aquello como parte del pasado?
-Sin
duda. -Asiento y le tiendo la mano. -Ambos somos víctimas del Clan.
-No puedo evitar mirar de reojo a Engla mientras lo digo. -Quedas
perdonado.
Parece
que John quiere añadir algo más, pero un ruido terrible se lo
impide. Varias pantallas salen de la nada y se tiñen de un color
rojizo, casi de la misma forma en que lo hicieron las de la nave.
¿Por qué una alarma? ¿Qué ocurre?
-Mierda.
-Argus se levanta y empieza a teclear a toda velocidad en su
ordenador. En un abrir y cerrar de ojos, las señales de emergencia
cambian a cámaras que vigilan casi todo el recinto. -Joder, lo
sabía. Mirad hacia la cámara número cinco. -La señala con el
dedo. -Tenemos que irnos.
-Esas...
cosas... están entrando. -Concluyo.
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