martes, 8 de abril de 2014

Sueños Espiral (XV)





V

-Volvemos a encontrarnos, Eyland.

Él, ¿por qué él? Lo odio tanto... Su voz... Su horrible pero a la vez dulce voz, se mete en mi cabeza de la misma forma en la que se meten las hormigas en su agujero cuando llega un peligro.

-Hola. -No lo miro. Mi voz es gélida.

-Por favor, no tanta emoción al verme... -Su sarcasmo únicamente me hace odiarle más y más por momentos.

-Buenas noches. -La voz de Engla suena casi tan fría como la mía.

-Oh, Engla, ¿que haces bajo este desertor?

-Eso no es de tu incumbencia.

-¿Desertor? ¿De qué demonios hablas? -Replico.

-Tú calla ahora. -Me golpea en la cabeza.

La rabia se apodera de mí y me levanto, lanzando un puñetazo que impacta en su labio inferior. Noto como este se rompe y chorrea sangre sobre mis nudillos.

Tyr me mira mientras retrocede por el impacto. Noto como la ira crece en sus ojos, pero parece estar reprimiéndola. Es experto en eso de guardarse cosas para sí mismo.

-Oh, vas a lamentar esto. -Limpia su labio con la mano.

-No lo creo, Tyr.

-¿Tyr? -Suspira y se ríe a la vez, es siniestro. -Ese no soy yo, eso era un simple personaje. A partir de ahora. -Sonríe. -Llámame Spirit, y solo Spirit.

-No te pienso llamar de ninguna forma, porque no pienso verte más.

-Oh, lo dudo bastante. -Ríe.

-Yo no. -Mi pierna vuela hacia la suya, por lo que cae al suelo. -He cambiado. Ya no soy aquel chico asustadizo que conociste hace tiempo.

-Oh, ¿en serio? -Mi pierna corre hacia sus costillas, pero él la agarra y me lleva al suelo con él.




-Maldito... -Escupo la palabra entre dientes.

-Vas a morir aquí. -Me agarra de la mandíbula. -Pero no hoy. -Susurra.

-Gr... -Gruño furioso.

-Y ahora. -Me suelta y se levanta. -Voy a hacerte sentir dolor. Pero no dolor físico, no, otro tipo de dolor. -Coge a Engla del brazo y la levanta.

-Suéltala. -Me levanto del suelo poco a poco.

-No creo que ella quiera eso. -Sonríe. -Claro que no.

-Cierto, no lo quiero. -Se gira hacia Spirit y le da un beso.

-Pero... Tú...

-Oh, ¿te lo creíste? Deberías verte la cara que tienes ahora, Shinjin. -Engla se ríe de mí en mis narices.

-¡Me mentiste!

-Claro. ¿Esperabas que te dijera la verdad? Tú mismo lo dijiste, soy del Clan.

-No esperaba menos de mi chica. -Spirit la besa de nuevo.

-Eres... Eres... -Lloro de rabia.

-Pero Eyland, ¿no habías cambiado? -Genial, ahora es él quien se ríe de mi en mis narices.

-Bueno, paso de estar aquí y seguir viendo este espectáculo tan vomitivo.

Me giro y comienzo a caminar, alejándome de Tyr y de Engla todo cuanto puedo, mientras me sumerjo en mi odio hacia él.

-Oh, de eso nada.

De su bolsillo trasero saca un cuchillo y lo lanza, impactando directamente en mi gemelo y haciéndome caer al suelo de nuevo.

Este chico comienza a irritarme de verdad, pero no tengo arma alguna con la que sea capaz de herirlo profundamente.

-Tú... -Señalo a Engla. -Tú eres peor que él.

-¿Yo? -Se señala a sí misma y ríe. -Lo sé. Pero, ¿y ellos?





Alza la vista, indicándome que siga sus ojo dondequiera que vayan. Le hago caso y me giro desde el suelo. Lo que me veo me horroriza.

Los aldeanos de Tennō salen de sus casas de forma apresurada con cubos llenos de agua. Hay otro incendio, y está siendo apagado. Pero, a todas las personas que intentan frenar las llamas les pertenece un golpe en la cabeza y una atadura de manos por parte de un hombre o una mujer vestidos de negro y con el sello del Clan en sus ropas.

-¡Monstruos! ¡Eso es lo que sois!

-¿Nosotros? ¿O tú? Esto es culpa tuya.

-¿Mía?

-Claro. Si te hubieras entregado, esto no habría sido necesario.

Veo salir de la cabaña del fondo de la calle a Haruka, la caseta en la que estuvo cuidándome. Corre de un lado a otro, y veo las lágrimas caer por su horrorizado rostro. Ella... Ella está buscándome a mí.

Si tan solo supiera lo que hago aquí...

-Parad esto. -La miro de nuevo. -Por favor.

-Oh, es tarde ya. -Spirit parece mucho más grande ahora.

-Por favor... No quiero que ella sufra de este modo.

-Ella... -Parece pensativo. -Oh, parece que nuestro amigo muerto está enamorado.

-Omitiré lo de amigo muerto. -Lo miro con desprecio. -¿Puedes pararlo o no?

-Claro que puedo.

-¿Y por qué no lo haces? -Sueno desafiante.

-Sólo pararé esto con una condición. -Sonríe. -Y no te gustará.

-Dímela. -Miro de nuevo a Haruka. -La que sea...

-Tengo entendido que te tienen como un héroe local.

-Sí, algo parecido.

-Pues quiero que les digas a todos que esto es cosa tuya.

-Pero me odiarán, sobre todo Haruka.

-Exactamente.




*****

-Aldeanos de Tennō. -Alzo mi voz. -Ahora que el fuego ha sido apagado, quiero que escuchen, porque tengo algo que decir.

Todos se callan de golpe. Cesan sus abrazos y muestras de alegría para reunirse en la plaza y escucharme. Todo por mí. No creo que pueda enfrentar sus miradas de desprecio ahora.

-Tienes que hacerlo, Shinjin. -Engla susurra al oído mientras me da un beso cerca de mi oreja en el cuello.

-Está bien. -Susurro. -Lo intentaré.

-Escuchadme todos. Este incendio, y que esta gente -señalo a los componentes del Clan a mi espalda- estén aquí, tiene un motivo. Y ese motivo soy yo.

La gente comienza a cuchichear, y se escuchan las reacciones de sorpresa.

-¡Por favor! ¡Callen todos! -Interviene el gobernador.

-Gracias. -Susurro.

-Nada. -Responde.

-Bueno, prosigo.


-Yo no vengo de aquí, aunque bueno, eso ya lo sabéis. Yo nací y crecí en otro sitio. Hará unas semanas vuestras, conocí a este joven. -Señalo a Tyr. -Pasamos cosas juntos, cosas que nos unieron como personas. Por algo que pasó, yo me enfadé con él profundamente. Al cabo de un tiempo, acabé por perdonarlo, y lo llevé al lugar donde yo vivía, similar a aquella cabaña. -Señalo al fondo,y todos se giran a mirarla. -Y allí fue.. Allí fue donde...

-No lo va a decir. -Oigo a Tyr susurrarle a Engla.

-Oh, lo hará. Por su bien.

-Allí fue donde ocurrió aquello que menos esperaba. El joven en cuestión, mi amigo, se unió con su tío -si es que era su tío- e intentó matarme. Ustedes mismos vieron los cortes con los que llegué aquí. Sé que parecerá increíble, pero apareció una espiral en una pared. Asustado y sin otra opción más, decidí saltar dentro de ella. Y caí aquí.

-¿Y por qué quería él matarte? -Pregunta el gobernador.




-No lo sé, realmente.

-Preguntarle a él, entonces. -Se acerca a Tyr.

-No pienso justificar este fin, y mucho menos aquí.

-Debería...

-No. -Corto su frase. -Déjalo estar. Continúo mi historia.

-Como quieras, hijo.

-Lo que pasó después de eso ya lo saben ustedes. Lo que no saben es que, anoche, conocí a esta chica de aquí. -Me giro y señalo a Engla. -Ella me salvó de caerme por el borde de la aldea y morir, probablemente. Cuando me salvó, vi que tenía el sello que traen todas estas personas extranjeras en la ropa. Aún a sabiendas de eso, decidí confiar en ella, no sé por qué.

La oigo reírse a mi espalda.

-Ella me traicionó, y me entregó al joven que quiere matarme. Como venganza por huir aquel día, es por lo que ha pasado esto. Querían hacerme sufrir. Lo... Lo lamento mucho, nunca quise involucrarlos en esto.

Se escuchan las reacciones de enfado y desprecio de los pueblerinos frente a mí. Tyr sonríe triunfal a mi espalda. Me aparto del estrado, mientras él se acerca a mí sonriendo maligno.

-Escuchen todos. Sé que odian a este joven.

Desde mi asiento al lado de Engla veo cómo Haruka me mira, fulminándome con la mirada, mientras las lágrimas corren por su moreno rostro.

-Sé que quieren su muerte. -Sonríe. -Y les daré lo que quieren.

Se escuchan un Oh generalizado entre la gente mientras se miran unos a otros de forma complaciente.

-Mañana al alba nos reuniremos aquí para su ejecución.

Me van a ejecutar... Voy a morir mañana.

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