sábado, 2 de agosto de 2014

Horizontes Nevados (XXI)






VI

-Mamá...

Comienzo a llorar sin motivo aparente. Creía que estaría muerta, o desaparecida. Pero no, aquí está, y la puedo ver y tocar. Es real, o al menos eso espero. Todavía no lo creo, ha pasado tanto tiempo...

-Ven aquí, hijo.

Y acudo a su llamada raudo como un relámpago. Ella abre los brazos y nos fundimos el uno en el otro en un muy esperado abrazo. Ahora realmente comprendo cómo se deben estar sintiendo Engla, Axell y Tara.

-Oh... Qué bonito todo. -Tyr, quien, por algún motivo, sigue ahí plantado sin escapar, hace el gesto de meterse los dedos en la boca hasta la garganta. -Me dais ganas de vomitar, os lo juro.

-Tú que sabrás de amor. -Le respondo.

-Oh, simplemente sé que la única chica a la que he amado te prefiere a ti. -Se pone una mano en la cara. -Jo, qué corte, ¿no?

Y echa a reírse. ¿Pero qué le pasa a este chico? Y luego el que está loco soy yo... Aún así, ¿ha querido decir que él siempre ha amado a Engla? Eso no tiene ningún sentido, únicamente mostró afecto, y ni tan siquiera eso, por ella cuando la conocí, pero nada más. No entiendo a qué viene eso ahora.

-“Es un aviso. Te matará si te propasas con ella.”

No podría ni tocarme en una pelea.

-Tú... -Mamá se separa de mí de pronto y se dirige como una fiera hacia Tyr. ¿Qué pretende hacer? -Tú. -Le pone el dedo índice en el pecho, señalándolo.

-Yo. -Sonríe de medio lado.

-Tú eres quien convirtió mi casa en ruinas, y quien hizo que mis hijos y mi marido desaparecieran.

-Veo que te acuerdas de mí. Aunque... Si no recuerdo mal, tú amado esposo vino conmigo por su propia voluntad.

-¡Eso es imposible!

-Mamá... -Mi tono de voz es casi inaudible.


-Ahora no, Eyland. ¿Entonces está con vosotros?

-Ahora sí. -La corto. -No está con ellos. Simplemente... Ya no está.

-No. -Empieza a llorar desconsoladamente. ¿Qué hago? ¿La abrazo o no? Nunca antes la había visto así. -Me niego a creerlo.

-Mucho me temo que es la realidad, señorita. -Axell, quien por algún motivo estaba ahora al lado de mi madre, la abraza, sonriente como solo los de su familia saben.

-Yo... Yo... -Lo mira desde abajo. Parece una niña a su lado. -Yo te conozco.

-Viví aquí, pero al poco de que llegaras me tuve que ir.

-¿Te fuiste a cuidar de mi hijo? -Dice, entre lágrimas.

-Así es.

-Muchas gracias.

La voz de mamá es tan solo un suspiro, mientras se entierra en los brazos de Axell para dejar correr toda su pena hacia fuera. Él realmente parece como un hermano mayor, consolando a su triste hermanita.

Y así sin más, como si se hubiera estado reservando estos últimos dos días, un enorme y estremecedor pitido me fulmina y me deja en el suelo sollozando, acompañado, claro, de un tremendo dolor de cabeza.

-Déjame. ¿Por qué me haces esto? -Susurro.

-“Tu querida madre no me conocía.”

-¡Vete! -Mamá, quien por lo visto se había acercado a mí para ayudarme, retrocede de golpe.

-Hijo, ¿qué ocurre?

-Mi cabeza... -Estoy incluso tirándome de los pelos del dolor.

-¿Es culpa mía? -Me mira con la boca abierta y los ojos fuera de sus órbitas, está horrorizada.

-“Es culpa de tu estimado hijo.”

De pronto, veo a un hombre alto en pie, mirándonos desde la lejanía. Cada vez que parpadeo, está un par de metros más cerca, pero en ningún momento lo veo moverse. ¿Qué está pasando?

-Ahí. ¡Él! -Señalo al desconocido y todos se giran hacia allí.

-Eyland... ¿Quién?

-¡Ese hombre! ¡El de la cara tapada!

-Allí no hay nadie... -Responde mamá.

¿Cómo es posible que me pasen estas cosas? ¿Por qué veo personas, paisajes que no son reales y que desaparecen? El individuo se acerca más y más, ya está casi encima mía, y yo... No puedo con la presión.




Horizontes Nevados

Abro los ojos para descubrir que estoy solo en una especie de cabaña de madera, la cual no parece muy estable. ¿Qué ha pasado? Recuerdo llegar aquí y... ¡mamá! ¿Dónde está ella? Y luego... Luego ya me acuerdo de nada más.

La habitación no es muy grande, y apenas tiene muebles: una mesita de noche, una cómoda y la cama, cuyo colchón está relleno de paja. De lo que sí hay, y en grandes cantidades, es de velas; toda la estancia está cubierta de ellas. Desprenden muchísima luz, ¿serán todas las casas así o han hecho una excepción y me están tratando de invitado especial?

Me levanto de la cama fácilmente. Me siento realmente renovado, ¿cuánto tiempo he estado durmiendo? Parece que he recuperado todo el sueño perdido durante estos días, y eso que me he desmayado varias veces. Camino por toda la habitación, buscando mis zapatillas. Oh, están aquí. Las cojo, me las pongo y salgo al exterior.

-¡¿Hola?! -Digo, mientras noto cómo me golpea el aire frío.

-Shh. -Alguien me manda callar. Me giro y allí está mamá, sentada en una silla justo al lado de la puerta de la cabaña. -La gente duerme.

-Lo siento. -Casi susurro ahora. -¿Dónde están todos?

-En sus respectivas casas. Hace poco tuvimos una plaga y hay bastantes libres.

-¿Qué hora es?

-Está por amanecer.

-¿Tanto he dormido? Llegamos aquí por la mañana.

-Pues ya lo ves. -Sonríe. -¿Y cómo es que vinisteis?

-Axell me dijo que estabas aquí. Y además, vinimos buscando a un tipo, un tal Impeesa.

-Yo he oído ese nombre antes...

-¿Sí? -Se me ilumina la cara. -¿Dónde?

-No sabría decirte. Déjame que lo piense un poco.

-Como quieras. -Asiento. Qué decepción.

-Por cierto, dime que has venido con tu hermano.

-Eh... No. -La miro a los ojos. -¿No estaba contigo?

-Ay, madre... -Una lágrima empieza a correr por su rostro. -Yo todo este tiempo confié en que estaba contigo, a salvo.

-Y ahora...

-Y ahora... -Decimos al unísono, y luego suspiramos.

-“Oh, tu hermanito está muerto por tu culpa. Otro más que añadir a la lista.”

-Lo haré. Pienso encontrar a Desmond. -Alzo el puño. -Cueste lo que cueste.

-¡Ah! -Levanta el dedo índice. -Ya sé quién fue.

-¿Quién fue qué?

-El líder de la zona. Él me habló de Impeesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario