sábado, 17 de enero de 2015

Último Rugido (VI)







VI
Eyland

-¿De verdad eres tú?
Una lágrima comienza a brotar en uno de mis ojos, y rápidamente muchas otras la siguen en su carrera, llenando mis cuencas en cuestión de segundos. No puede ser él, yo lo vi morir... Yo... ¿Cómo puede estar vivo?
>>>Me acuerdo de aquel momento como si se tratase de ayer, aún teniendo claro que no es así. Acababa de liquidar, más bien masacrar, a mi mayor enemigo; me sentía en la gloria. Pero su sobrino, el mismo que me había ayudado a que eso fuera posible, tenía otros planes. Dejó de lado toda alianza existente y le lanzó un tajo al cuello a mi mejor amigo.
Y ahora, cuando por fin me había mentalizado de que no iba a volver a ver a niguno de los tres, aparece aquí Paul, mi amigo de la infancia. Ojalá estuvieras con nostros también, Lysandra; se le ve mucho más mayor, más maduro. Te gustaría contemplarlo.
-Hola, Eyland.
Esa voz... Su voz... ha cambiado. Ya no suena como él solía hacerlo. ¿Tanto tiempo ha pasado que tan siquiera hablas del mismo modo, compañero? No puede ser posible, siempre serás tú. Aún recuerdo cuando éramos niños e incluso nos costaba hablar... ¿Cómo es que ya no reconozco tu voz?
-Ha pasado tiempo. -Digo por fin.
-Casi un año, sí.
-¡¿Cuánto has dicho?!
No, no puede hacer tanto tiempo. ¿Maldita sea, cuánto hace que estoy viajando? ¿De verdad han sido tantos meses? Si es así... ¿cómo es posible? ¿Será que las espirales modifican el normal transcurso del ciclo temporal? ¿O es que me he pasado más horas inconsciente de las que creía?
-Claro. Hace ya once meses que desapareciste.
-Así es. -Interviene Engla, abrazándome por la espalda. ¿Tú lo sabías y no me dijiste nada? ¿Cómo pudiste? -¿Acaso no tenías idea de ello?
-No. -¿Cómo iba a saberlo? -Por supuesto que no.
-¿Y qué creías, entonces?
-Pensaba que conocí El Clan hace apenas dos meses.
-¿Dos? -Ambos se miran y ríen.
-Ojalá.
-Ojalá. -Responden al unísono, con suspiro incluído de Engla.
-Todo sería mejor así. -Asiento. -Hace nueve meses yo estaba en Tennõ, ¿no?
-Así es.
-Lo que yo decía. -¿He sido demasiado borde?
-En fin. -Dice Engla, tras mi comentario.
-Y ahora... Tengo que preguntar. -Espero una buena historia.
-Claro, dime. -El chico frente a mí sonríe.
-¿Qué estás haciendo aquí, Paul? ¿Y cómo...?
-¿Has dicho Paul? -Ríe para sí mismo. Eso he dicho, sí. -Me temo que no.
-Oh... -Agacho la cabeza. Era demasiado bueno para ser cierto.
-Según sé, mi hermano murió. ¿Por qué preguntas por él?
-¿Tu... hermano?
-Sí, mi hermano. -Entonces, eso quiere decir...
-¿Eres tú, Will?
Mis ojos se ven abiertos y brillantes, y una enorme sonrisa aparece en mi rostro. Con él y John aquí, vuelvo a tener la esperanza de encontrar a Desmond en Niflheim. ¿Cuánta gente conocida sigue en la ciudad bajo la protección de La Resistencia? ¿Y cuánta se unió al Clan cuando la cuidad cayó?
-Así me llaman. -Ríe.
-¿Will? ¿Quién es Will? -Pregunta Engla desde mi espalda.
-Oh, qué descortés por mi parte. -Le ofrece su mano. -Me llamo William Talhart, tengo veintitrés años, y creo que conociste a mi hermano pequeño, Paul; se unió al Clan hará más o menos seis meses, cuando Niflheim se vino abajo. Según me dijo Olaf, un tal Spirit le rebanó el cuello. ¿Sabes quién es?
-No tienes que preocuparte por él, sufrió igual destino.
-Mierda. -Aprieta el puño de la mano que tiene más retrasada. -Quería matarlo con mis propias manos.
-¿Conociste a Olaf?
-¿De qué conoces a Olaf? -Preguntamos Engla y yo al mismo tiempo.
-Se marchó hace un par de semanas, pero sí, pasé buenos ratos con él. -¿Por qué te fuiste, viejo? Eres quien más falta nos hace en este momento. -Además me vino bien para informarme de la situación fuera de Niflheim.
-Ya veo. -Engla sonríe y estrecha su mano. -Yo soy Engla Fire, un placer.
-Fire... ¿Dónde he oído yo eso?
Se queda pensativo. ¿Dónde puede haber escuchado Will el apellido Fire? ¿Será que Olaf le habló de Axell? ¿O quizá se trata de que Paul llegó a conocer a Lysandra más de lo que yo pensaba? No lo tengo nada claro.
-Eso digo yo. -Le responde Engla. -¿Dónde?
-Ah, sí. -Levanta un dedo a modo de victoria. -Ya lo recuerdo.
-¿Y bien? -Pregunto, tras varios segundos de silencio.
-Hubo un hombre digamos... maduro, que se creía que era un lobo o algo por el estilo, que vino a Niflheim hará un año y poco. Me dijo que protegiera a ti, Eyland. -Me señala con el mismo dedo. -Y que buscara a un tipo que se apellidaba Fire, que me ayudaría a hacerlo.
>>>No entendí a qué se refería con protegerte en ese momento, claro que ahora es obvio. Pero parecía tener muy claro de lo que hablaba, así que le hice caso. Fue entonces cuando me mudé al hostal, para poder tenerte vigilado.
-¿Estás pensando lo mismo que yo? -Me pregunta mi querida Engla.
-Impeesa.
-Impeesa. -Asiente, repitiendo mis palabras.
-Pero la cuestión es... ¿por qué?
No comprendo absolutamente nada. Si él quería salvarme en un principio, bueno, Axell y él, ¿por qué luego decidieron cambiarlo todo e intentaron matarme con tanto ahínco? ¿Tendrá algo que ver con Joseph? Cada día entiendo menos las cosas.
-Ya lo averiguaremos, Eyland. -Will me pone una mano en el hombre. Es como el hermano mayor que nunca tuve. -Ahora creo que tienes algo que preguntarme. -¿Pero... Cómo ha...?
-Sí. Desmond...
-Sabía que seguías buscándolo todavía. Bueno, pues tengo que decir que estuvo conmigo durante unos meses. No paraba de preguntar por ti y por tus padres, incluso por Paul.
-¿De verdad? -Tiene que estar vacilándome. -¿Y dónde está ahora?
-Ese es el tema espinoso... -Hace una pausa de varios segundos y agacha la cabeza. Yo... Yo no lo sé.
-¡¿Qué?! ¡¿Cómo no puedes saberlo?!
Enloquezco. Lo cojo de los hombros y lo zarandeo, lleno de rabia y con el rostro completamente enrojecido. Tiene que conocer su paradero. Sigo moviéndolo, empujándolo con fuerza, y parece que está a punto de llorar. Mis ojos brillan de ira, pero los suyos lo hacen de miedo y melancolía.
-¿Lo sabes tú, Eyland? ¿Sabes dónde está tu hermano?
-Yo... Yo... No.
-Tenía que luchar, que salvar la ciudad del caos en el que la estaba sumiendo El Clan, era mi deber como ciudadano de Niflheim. Le dije que no se moviera de la que era tu casa, pero cuando volví... Él ya no estaba.
-¿Cómo puede ser? -Él era muy obediente.
-Creo... Creo que alguien se lo llevó, Eyland. No, estoy seguro. Cuando llegué, lo oí gritar, a lo lejos, pero nunca llegué a saber de dónde venía el sonido. Solo recuerdo que se alejaba, me llamaba. Y también a ti.
-Desmond... -Caigo al suelo de rodillas. -¿Qué he hecho?
-Te prometo que lo encontraremos. -Me ofrece su mano para levantarme.
-Sin duda. -Engla lo imita.
-En cuanto la ciudad esté libre de esas cosas, dedicaremos todo el tiempo a buscarlo.
-Hablando de eso... ¿Qué vamos a hacer?
-Oh, ¿Argus no te ha dicho nada?
-Pues... No. ¿Qué pasa?
-Prepárate. Empezamos en quince minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario