sábado, 14 de junio de 2014

Horizontes Nevados (V)






V

-¿Qué has hecho, maldito?

Paul... ¡¿Cómo ha podido matar a Paul?! Y además así... Sabía que no podía confiar en él. ¿Por qué demonios le hice caso a Engla? ¿Por qué no desconfié de él desde un primer momento y me mantuve a distancia? No lo entiendo.

-Oh, vamos... -Dice Tyr. -El chico ya no me servía para nada.

-¿Y por eso tuviste que matarlo? -Una lágrima cae por mi rostro.

-Claro. Sólo lo queríamos para atraparte a ti.

-¿Y eso es motivo suficiente? -Grito de forma ahogada.

-Venga, Eyland. -Me mira fijamente. -Ambos sabíamos que esto pasaría.

-Tyr... -Le escupo en la cara.

-Eres... -Se limpia con la mano de forma exagerada. -Eres escoria.

-Me lo dije el chico que mata a todo aquel que deja de serle de utilidad. De qué buena persona es eso...

-Tú no mereces otra suerte.

-Y tú tampoco.

Protesto cabreado, pero su respuesta no viene en palabras, viene en forma de un puñetazo, que impacta en la parte baja de mi mandíbula, haciéndome escupir sangre por la boca y caer al suelo al lado de mi ahora fallecido amigo.

-Así aprenderás, Eyland.

-Eres un capullo, Tyr.

-¡No me llames así!

Grita y me golpea de nuevo, esta vez con la punta del pie. La sangre sale de forma más exagerada ahora, ¿qué me pasa? ¿Por qué no puedo reaccionar y devolverle el golpe como he ido haciendo hasta ahora? No parezco yo.

-Yo. Soy. Spirit. -Me da un puntapié en la cara, costillas y estómago, respectivamente, mientras dice estas palabras.



-Tú eres la peor persona que conozco.

Por fin mi cuerpo reacciona y, con ayuda de los brazos, me levanto despacio, mirando directamente a los ojos a mi enemigo. Sin darme cuenta del todo de cómo, acabo empujando a Tyr contra el poste en el que se halla muerto el antiguo líder de Upsala.

-¿Qué te crees que haces? -Pregunta tremendamente cabreado.

-Ya lo has visto. -Respondo frío.

-¿Y crees que quedarás impune?

-No. -Río. -Pero me da igual.

-¿Y encima sonríes? -Se cabrea aún más. -Ahora verás. -Me devuelve el empujón recibido hace unos instantes.

-Ahora verás.

Y comienza la trifulca. Sus puños rebotan contra mis pómulos y lo mismo pasa con los míos. En pocos segundos nos encontramos ambos exhaustos y con la boca y las manos completamente llenas de sangre.

-¡Parad! -Grita Engla, completamente desconsolada. -Dejadlo ya... -Comienza a llorar e intenta salir corriendo en nuestra búsqueda, pero el enorme y musculoso brazo de Axell la frena.

-No intervengas, es cosa suya. -Responde su padre.

-¡Pero Spirit lo matará!

-Ese chico... Sé que puede con él. Lo he visto con mis propios ojos.

-¿Quieres decir que...?

-Así es. -La corta.

-Esos no intervendrán. -Dice Tyr tras escuchar la conversación.

-En ese caso... -Me acerco poco a poco al chico frente a mí. -Acabemos con esto.

Lanzo mi puño contra su estómago, y luego otra vez contra sus costillas, esperando que se desplome. Pero no lo hace. En vez de caerse, me responde con una patada en la nuca, haciendo que la persona que se topa de bruces contra el suelo sea yo.

-Eres... -Me limpio la sangre de la boca. -Eres...

Y, de pronto, el alma de un asesino se apodera de mí, haciendo que robe el cuchillo clavado el cuello de mi amigo y lo lance directamente contra Tyr.



¿Pero qué?

Abre la boca sorprendido. Intenta hacerse a un lado para esquivar el machete, pero éste impacta directamente en el ojo del joven. La sangre cae de forma desmesurada por su cara y deja un enorme charco en el suelo.

-¿Cómo has...? -Respira de forma exagerada, arde de rabia. -¿Cómo has podido hacerme algo así?

-Y no se queda en eso.

Salgo corriendo hacia él y lo empujo, cayendo justo encima suya y cogiendo el cuchillo clavado en su ojo con una mano, mientras con la otra me defiendo de sus manos, que se mueven rápidamente.

-Hasta aquí has llegado... -Sonrío abiertamente. -Tyr.

El comentario lo hace enfadar aún más, y sus movimientos se tornan fuertes, haciéndome casi caer desde mi posición sentado sobre su pecho. Pero continúo sin ceder a su enorme ira, y acabo introduciendo más el arma blanca en su cabeza. El chico deja de forcejear.

-Parece que tenía razón.

Me río mientras me levanto y me pongo de pie. Axell, al ver la escena, decide dejar ir a Engla, la cual corre hacia mí y me abraza, haciéndome estremecer. Ella, al darse cuenta, me suelta rápidamente.

-¿Aún duele? -Me mira con cara de cordero degollado.

-Acabo de pegarme con eso. -Señalo al chico al que acabo de clavar un cuchillo. -Es normal que duela, digo yo.

-Sí, sí. Claro. -Responde. Sigue teniendo esa triste expresión, ¿está preocupada por mí? No lo creo así.

-Esto... -Murmuro y miro a Paul. -Es por ti.

.¿Decías algo, Eyland? -Engla me pone la mano en la cara, debajo del ojo, donde me golpeó Tyr.

-No es nada. -Pongo mi mano derecha sobre la suya.

-¿Estás seguro?

-Sí. -Asiento con la cabeza. -Tranquila.

-Como quieras... -Mira al suelo.

-Bueno, quería hablarte de algo. -A su rostro vuelve la expresión de tristeza.



-Claro, Eyland. ¿De qué se trata?

-Tengo que.. -¿Cómo voy a decirle esto?

-Venga, dime.

-Pues... Verás... -Me tiembla la voz. -Mi padre... Ahora el tuyo...

-¿Qué les pasa?

-Los creías muertos, ¿no?

-Tanto como tú.

-Pero están vivos. Bueno, al menos tu padre.

-¿A dónde quieres llegar, Eyland?

-Esa es una buena frase. -Sonrío. -Donde quiero llegar es lejos de aquí.

-¿Cómo? -Frunce el ceño.

-Tengo que saberlo.

-¿Saber qué? Eyland, no me digas que... -Me mira con los ojos demasiado abiertos.

-Así es. Quiero encontrarlos.

-Te acompaño.

-Lo siento, pero no. -La aparto poco a poco de mi lado.

-¿Por qué? -Pregunta, con una lágrima cayendo por su rostro.

-Es algo que tengo que hacer solo.

-Pero...

Y, antes de que pueda decir más, me voy de la plataforma circular y voy hacia el hangar de naves, cruzando la enorme cubierta central ahora desierta, bueno, excepto por Engla, Axell y los que están tirados en el suelo.

El padre de Engla me frena con el brazo antes de que me vaya del todo:

-Tengo que decirte algo. -Susurra.

-Habla. -Igualo su tono.

-Tiene que ver con tu madre.



-¿Qué pasa con ella?

-Está viva.

-¡¿Qué?!

-Shh. -Se pone un dedo en los labios. -No grites.

-Dime qué sabes.

-Cuando Joseph puso una bomba en mis aposentos y acabó con mi querida esposa, yo me escabullí con una nave y acabé en un pequeño poblado no muy lejos de aquí.

-¿Y cómo llego?

-En mi nave. -Me da las llaves. -La ruta todavía está en el localizador.

-Bien. Gracias. -Asiento. -Sigue con la historia.

-Estuve viviendo allí durante años, pero hace un mes aproximadamente llegaron nuevos. Dirás que no es raro, pero te equivocas. No había habido nadie que no fuera nativo de allí antes que yo.

-¿Y esa persona era mi madre?

-Así es.

-¿Por qué me ayudas? -Pregunto.

-Mi hija te ama, y yo quiero su felicidad.

-Pero si me voy...

-Le hará bien. -Responde. -Tienes que irte, antes de que cambie de opinión.

-Claro. -Comienzo a andar. -Gracias, Axell.

Y abro la puerta del aparcamiento de naves, abro la puerta de la de Axell -lo sé porque es diferente al resto- y entro en ella.


-Adiós, Upsala. 

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