V
-¿Qué
has hecho, maldito?
Paul...
¡¿Cómo ha podido matar a Paul?! Y además así... Sabía que no
podía confiar en él. ¿Por qué demonios le hice caso a Engla? ¿Por
qué no desconfié de él desde un primer momento y me mantuve a
distancia? No lo entiendo.
-Oh,
vamos... -Dice Tyr. -El chico ya no me servía para nada.
-¿Y
por eso tuviste que matarlo? -Una lágrima cae por mi rostro.
-Claro.
Sólo lo queríamos para atraparte a ti.
-¿Y
eso es motivo suficiente? -Grito de forma ahogada.
-Venga,
Eyland. -Me mira fijamente. -Ambos sabíamos que esto pasaría.
-Tyr...
-Le escupo en la cara.
-Eres...
-Se limpia con la mano de forma exagerada. -Eres escoria.
-Me
lo dije el chico que mata a todo aquel que deja de serle de utilidad.
De qué buena persona es eso...
-Tú
no mereces otra suerte.
-Y
tú tampoco.
Protesto
cabreado, pero su respuesta no viene en palabras, viene en forma de
un puñetazo, que impacta en la parte baja de mi mandíbula,
haciéndome escupir sangre por la boca y caer al suelo al lado de mi
ahora fallecido amigo.
-Así
aprenderás, Eyland.
-Eres
un capullo, Tyr.
-¡No
me llames así!
Grita
y me golpea de nuevo, esta vez con la punta del pie. La sangre sale
de forma más exagerada ahora, ¿qué me pasa? ¿Por qué no puedo
reaccionar y devolverle el golpe como he ido haciendo hasta ahora? No
parezco yo.
-Yo.
Soy. Spirit. -Me da un puntapié en la cara, costillas y estómago,
respectivamente, mientras dice estas palabras.
-Tú
eres la peor persona que conozco.
Por
fin mi cuerpo reacciona y, con ayuda de los brazos, me levanto
despacio, mirando directamente a los ojos a mi enemigo. Sin darme
cuenta del todo de cómo, acabo empujando a Tyr contra el poste en el
que se halla muerto el antiguo líder de Upsala.
-¿Qué
te crees que haces? -Pregunta tremendamente cabreado.
-Ya
lo has visto. -Respondo frío.
-¿Y
crees que quedarás impune?
-No.
-Río. -Pero me da igual.
-¿Y
encima sonríes? -Se cabrea aún más. -Ahora verás. -Me devuelve el
empujón recibido hace unos instantes.
-Ahora
verás.
Y
comienza la trifulca. Sus puños rebotan contra mis pómulos y lo
mismo pasa con los míos. En pocos segundos nos encontramos ambos
exhaustos y con la boca y las manos completamente llenas de sangre.
-¡Parad!
-Grita Engla, completamente desconsolada. -Dejadlo ya... -Comienza a
llorar e intenta salir corriendo en nuestra búsqueda, pero el enorme
y musculoso brazo de Axell la frena.
-No
intervengas, es cosa suya. -Responde su padre.
-¡Pero
Spirit lo matará!
-Ese
chico... Sé que puede con él. Lo he visto con mis propios ojos.
-¿Quieres
decir que...?
-Así
es. -La corta.
-Esos
no intervendrán. -Dice Tyr tras escuchar la conversación.
-En
ese caso... -Me acerco poco a poco al chico frente a mí. -Acabemos
con esto.
Lanzo
mi puño contra su estómago, y luego otra vez contra sus costillas,
esperando que se desplome. Pero no lo hace. En vez de caerse, me
responde con una patada en la nuca, haciendo que la persona que se
topa de bruces contra el suelo sea yo.
-Eres...
-Me limpio la sangre de la boca. -Eres...
Y,
de pronto, el alma de un asesino se apodera de mí, haciendo que robe
el cuchillo clavado el cuello de mi amigo y lo lance directamente
contra Tyr.
¿Pero
qué?
Abre
la boca sorprendido. Intenta hacerse a un lado para esquivar el
machete, pero éste impacta directamente en el ojo del joven. La
sangre cae de forma desmesurada por su cara y deja un enorme charco
en el suelo.
-¿Cómo
has...? -Respira de forma exagerada, arde de rabia. -¿Cómo has
podido hacerme algo así?
-Y
no se queda en eso.
Salgo
corriendo hacia él y lo empujo, cayendo justo encima suya y cogiendo
el cuchillo clavado en su ojo con una mano, mientras con la otra me
defiendo de sus manos, que se mueven rápidamente.
-Hasta
aquí has llegado... -Sonrío abiertamente. -Tyr.
El
comentario lo hace enfadar aún más, y sus movimientos se tornan
fuertes, haciéndome casi caer desde mi posición sentado sobre su
pecho. Pero continúo sin ceder a su enorme ira, y acabo
introduciendo más el arma blanca en su cabeza. El chico deja de
forcejear.
-Parece
que tenía razón.
Me
río mientras me levanto y me pongo de pie. Axell, al ver la escena,
decide dejar ir a Engla, la cual corre hacia mí y me abraza,
haciéndome estremecer. Ella, al darse cuenta, me suelta rápidamente.
-¿Aún
duele? -Me mira con cara de cordero degollado.
-Acabo
de pegarme con eso. -Señalo al chico al que acabo de clavar un
cuchillo. -Es normal que duela, digo yo.
-Sí,
sí. Claro. -Responde. Sigue teniendo esa triste expresión, ¿está
preocupada por mí? No lo creo así.
-Esto...
-Murmuro y miro a Paul. -Es por ti.
.¿Decías
algo, Eyland? -Engla me pone la mano en la cara, debajo del ojo,
donde me golpeó Tyr.
-No
es nada. -Pongo mi mano derecha sobre la suya.
-¿Estás
seguro?
-Sí.
-Asiento con la cabeza. -Tranquila.
-Como
quieras... -Mira al suelo.
-Bueno,
quería hablarte de algo. -A su rostro vuelve la expresión de
tristeza.
-Claro,
Eyland. ¿De qué se trata?
-Tengo
que.. -¿Cómo voy a decirle esto?
-Venga,
dime.
-Pues...
Verás... -Me tiembla la voz. -Mi padre... Ahora el tuyo...
-¿Qué
les pasa?
-Los
creías muertos, ¿no?
-Tanto
como tú.
-Pero
están vivos. Bueno, al menos tu padre.
-¿A
dónde quieres llegar, Eyland?
-Esa
es una buena frase. -Sonrío. -Donde quiero llegar es lejos de aquí.
-¿Cómo?
-Frunce el ceño.
-Tengo
que saberlo.
-¿Saber
qué? Eyland, no me digas que... -Me mira con los ojos demasiado
abiertos.
-Así
es. Quiero encontrarlos.
-Te
acompaño.
-Lo
siento, pero no. -La aparto poco a poco de mi lado.
-¿Por
qué? -Pregunta, con una lágrima cayendo por su rostro.
-Es
algo que tengo que hacer solo.
-Pero...
Y,
antes de que pueda decir más, me voy de la plataforma circular y voy
hacia el hangar de naves, cruzando la enorme cubierta central ahora
desierta, bueno, excepto por Engla, Axell y los que están tirados en
el suelo.
El
padre de Engla me frena con el brazo antes de que me vaya del todo:
-Tengo
que decirte algo. -Susurra.
-Habla.
-Igualo su tono.
-Tiene
que ver con tu madre.
-¿Qué
pasa con ella?
-Está
viva.
-¡¿Qué?!
-Shh.
-Se pone un dedo en los labios. -No grites.
-Dime
qué sabes.
-Cuando
Joseph puso una bomba en mis aposentos y acabó con mi querida
esposa, yo me escabullí con una nave y acabé en un pequeño poblado
no muy lejos de aquí.
-¿Y
cómo llego?
-En
mi nave. -Me da las llaves. -La ruta todavía está en el
localizador.
-Bien.
Gracias. -Asiento. -Sigue con la historia.
-Estuve
viviendo allí durante años, pero hace un mes aproximadamente
llegaron nuevos. Dirás que no es raro, pero te equivocas. No había
habido nadie que no fuera nativo de allí antes que yo.
-¿Y
esa persona era mi madre?
-Así
es.
-¿Por
qué me ayudas? -Pregunto.
-Mi
hija te ama, y yo quiero su felicidad.
-Pero
si me voy...
-Le
hará bien. -Responde. -Tienes que irte, antes de que cambie de
opinión.
-Claro.
-Comienzo a andar. -Gracias, Axell.
Y
abro la puerta del aparcamiento de naves, abro la puerta de la de
Axell -lo sé porque es diferente al resto- y entro en ella.
-Adiós,
Upsala.
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