miércoles, 25 de junio de 2014

Horizontes Nevados (VIII)






III

-Te esperaba.

-¿A mí? ¿Por qué?

-Ahora te explico. -Sonríe de nuevo. -Ven conmigo.

Se aleja y sale del bar caminando. La chica punk del Loud'n Rock... ¿Qué diablos hace ella aquí? ¿Y por qué me quiere ver y hablar conmigo con tantas ganas? Es intrigante, pero escalofriante a la vez.

-¿Vienes o qué? -Se gira en la puerta y me mira. -Te veo muy parado.

-Voy, voy. -Levanto de mi taburete y voy hacia ella.

-Tengo que decirte que eres más importante de lo que crees. -Dice, a medida que me acerco a ella.

-¿Y eso por qué?

-No es algo que te pueda decir. -Señala al ayuntamiento. -Y menos aquí.

-¿Entonces?

-Te lo mostraré.

-¿Y se puede saber de qué se trata? -Dios, la curiosidad me mata.

-Es NUESTRA particular causa. -No puede estar hablando en serio.

-¿El Clan? -Me llevo las manos a la cabeza. -¿Aquí también?

-Eyland. -Me pone la mano en la cara y me acaricia la mejilla. -No se trata de eso, para nada se trata de eso. -Sonríe.

-¿Y de qué si no? ¿Cuál es vuestra causa?

-Ahora te lo mostraré. -Y ahí aparece otra vez su sonrisa. ¿Cómo puede ser tan feliz?

-¿Y quiénes sois vosotros? Si se puede saber... -No me fío un pelo.

-Lo descubrirás también en unos momentos, pero tienes que seguirme.

-Como quieras...



Sin saber realmente por qué, comienzo a caminar a través de las calles de Neo-Niflheim, siguiendo de cerca a la chica punk, quien, por cierto, tiene que desconocer todos los detalles de la actual situación de Paul. ¿Debería contarle?

Mejor que no. Al menos, por ahora.

-Una pregunta, Eyland. -Oh, oh.

-¿Sí? -Pregunto asustado.

-¿Por qué volviste? -Menos mal, no se trata de Paul.

-Pues... La verdad es que...

-Echabas Niflheim de menos, ¿no es cierto?

-En realidad... -No puede estar más equivocada.

-¿Cómo olvidar esta ciudad? Es hermosa.

-Para. -La callo con la mano. -No tiene nada que ver con esto.

-¿Y qué es? -Le cambia el gesto completamente, parece descolocada.

-Iba a otro lugar, ¿vale? -Sin saber realmente por qué, acabo gritándole.

-Ah... -De sorprendida pasa a triste y pensativa, es la chica de las mil caras. -¿Y por qué estás aquí, en Neo-Niflheim?

-Pues... Mi vehículo tuvo un problema y caí en el bosque.

-¿Entonces el enorme estruendo que escuché hace un rato fuiste tú?

-Me temo que sí. -Me rasco la nuca. -¿Estabas en el bosque?

-Cerca.

-Ya veo... -Respondo, porque ya no sé qué mas decir.

-Por cierto, Eyland... -Aquí viene otra vez.

-¿Qué ocurre...? Eh... No sé como te llamas. -Río nervioso. -Lo siento.

-Lysandra(1).

-¿Perdón?


(1) Lysandra: Nombre de origen griego, puede traducirse como Libertadora.



-Ese es mi nombre, Lysandra.

-Es poco común en...

-Lo sé. -Dice antes de que pueda terminar mi frase. -No soy de aquí. Mi familia y yo vivíamos en una isla al sur de Niflheim. Nos mudamos aquí cuando yo aún era muy pequeña.

-Ya veo... Eso es interesante.

-Bueno, que nos desviamos del tema. -Dice de pronto. -¿Por qué estás aquí ahora?

-Ah, eso... -Sigue sin preguntar por Paul, menos mal. -Pues, esa isla a la que te referías hace un momento...

-¿Qué con ella? -¿Le voy a contar?

-Iba allí.

-¿Y Paul? -Oh. ¿Por qué tan de sopetón?

-Él... Está con El Clan.

-¡¿Qué?! -Grita boquiabierta.

-Lo siento.

Sin saber por qué, abro mis brazos y ella se lanza entre ellos abrazándome con fuerza. Llora desconsoladamente y no sé qué demonios hacer en este momento, ¿me perdí algo cuando me fui de la ciudad?

-Bueno, Lysandra.

-¿Sí? -Levanta su cabeza y me mira fijamente con sus enormes ojos azul claro. Ella realmente es hermosa, entiendo lo que vio Paul en ella.

-Deberíamos irnos. -Enrojezco al verla mirándome. El tono rosado de su pelo resalta aún más el color celeste de sus pupilas.

-Sí. -Ella también se sonroja. ¿Qué esta electricidad estática que corre entre nosotros dos? -Deberíamos.

-Pues venga.

Sonriendo, se separa poco a poco de mí y me coge de la mano, estirándome del brazo para que volvamos a movernos. ¿Cuánto tiempo he pasado abrazado a esta chica? Se me ha hecho corto.

Corre delante mía hacia un enorme recinto vallado, obligándome a seguirla con los tirones de brazo que me pega. ¿Dónde se supone que vamos? ¿Qué es eso tan importante que quería enseñarme? Una vez estamos a pocos metros de la gigantesca estancia, se frena y se gira hacia mí sonriente:

-Bueno, ya hemos llegado.

-¿A dónde?

-En un momento lo sabrás.

Otra enorme sonrisa se dibuja en su cara. Diría que es la persona más feliz del mundo, pero la he visto llorar, en realidad. Se acerca a un pequeño panel escondido cerca del portón y teclea un número que no me molesto en memorizar. ¿De verdad que esto no es parte del Clan?

Las compuertas se abren y avanzamos por un largo pasillo hasta llegar a un espacio abierto.

-¿Un anfiteatro? -Pregunto poco seguro de mí mismo.

-No. -Niega con la cabeza.

-¿Entonces?

-Un campo de entrenamiento.

-¿Para qué?

-Pues... -Se gira y toca un silbato, en el que no había parado atención hasta ahora, causando un estruendo que envuelve todo a nuestro alrededor. -¡A formar!

-¿A qué?

De todos los lugares posibles comienza a aparecer gente, de todas las edades, sexos y complexiones que puedan existir. Llenan toda la zona de entrenamiento en apenas unos segundos. ¿Qué pasa aquí?

-¿Qué es esto, Lysandra?

-Somos LA REVOLUCIÓN.

-¿Contra Neo-Niflheim? -No entiendo nada.

-Va más allá.

Por unas escaleras, baja a lo que yo más bien compararía con una arena y se reúne con todos los demás.

-¡Eyland, ven! -Me grita desde abajo.

-¡Voy!




Le hago caso y desciendo la escalinata con cuidado, esto realmente podría ser una trampa, y no creo que terminara bien. Me pongo a su lado y, de forma casi instantánea, alza el puño en el aire.

-¡Este hombre nos liberará del Clan! -Grita, y todos aplauden al unísono. -¡Él, Eyland Rise, es el líder de la revolución que habíamos esperado!

¡¿Qué?!

No hay comentarios:

Publicar un comentario