lunes, 5 de mayo de 2014

Sueños Espiral (XXIV)





III
Eyland

-Apuesto a que no esperabas verme aquí, Eyland.

Me giro, realmente esperando que esa voz sea una ilusión o una copia y no sea realmente quien creo que es.

-Así que eres sí tú. Realmente te has unido a ellos.

-Sí, ¿te sorprende?

-Un poco, Paul.

-Oh, vamos, no me hagas reír. -Simula una risa. -Siempre fui un segundo plato para ti, no me vengas ahora con esas.

-¡Eso no es cierto!

-Claro que lo es. -Me mira con desprecio, casi odio.

-Aunque lo sea, que no lo es, ¿ese es motivo para querer matarme?

-Digamos que... Su causa es más razonable de lo que tú crees.

-¿Y cuál es? Siempre habláis de ella y nunca he sabido de qué se trata.

-Pues...

-Está bien. Es hora de que hable yo. -Tyr aparece de detrás de Paul. -Tú eres capaz de decírsela.

-Como quieras... -Paul hace un gesto de cabreo y vuelve a su posición original, dentro de la máquina voladora que navega por encima de mi lancha.

-Oh, ya veo. Prefieres que viva engañado, ¿no?

-Digamos que... Para nosotros, El Clan, la ignorancia es un tipo de tortura.

-Verte la cara es una tortura aún peor. -Ya que voy a morir, que sea divirtiéndome, y burlarme de él me divierte.

-No entremos en esos temas. -Su cara se pone de un tono rojizo.

-Como quieras, Tyr.



-No me... -Hace una mueca de cansancio. -Bueno, da igual.

-Pensé que me corregirías, qué aburrido.

-Oh, pienso corregirte. -Sonríe de oreja a oreja. -Pero no de la forma en la que crees.

-¿Y cómo se supone que...?

Antes de que acabe la frase, la máquina se mueve hacia un lado y dispara lo que parece ser una flecha metálica que se estrella contra el agua, pasando a pocos centímetros de la lancha y de mí.

-Oh, oh.

-Eso mismo.

La voz de Tyr viene desde el interior de la nave. Me levanto como puedo del húmedo suelo de mi barca y acelero lo más que me es posible, virando a derecha y a izquierda, intentando evitar las posibles flechas que me lancen.

Todavía no me lo explico, ¿qué hace Paul con ellos? ¿Qué pinta él en El Clan? Es de locos. Pero, en cambio, ahí está, en su prototipo de avión, vistiendo su ropa, llevando su sello... Me parece impensable.

Ladeo la lancha de forma rápida y repentina. Las flechas de acero pasan siempre cerca de mi cabeza, pero no consiguen alcanzarme en ninguna ocasión.

-Tengo que cambiar de estrategia.

De pronto y sin previo aviso, doy un giro de ciento ochenta grados, por lo que me dirijo directamente y de frente hacia ellos. Mi movimiento los pilla de improviso, y su siguiente disparo cae muy lejos a mi espalda.

-¿Y ahora qué, eh?

Sonrío y acelero aún más para ponerme debajo de su metálica nave, aunque su reacción es más rápida de lo que esperaba.

-¿Pero qué?

Tyr dispara de nuevo y, esta vez, la flecha pasa mucho más cerca que antes, demasiado cerca. La sangre empieza a caer de mi brazo. No noto el dolor -quizá sea la adrenalina-, pero puedo ver cómo el fluido rojo mancha el suelo de la barca.

-No has obrado muy bien, Eyland.

-¿Qué sabrás tú, Tyr?





Giro de nuevo la barca, por lo que estoy delante de su nave, alejándome a la máxima velocidad que me es posible. De nuevo, un disparo pasa cerca de mí; tengo que agacharme rápidamente, pero soy capaz de evitar el golpe.

-Casi lo consigues, Tyr. -Grito. -Quizá la próxima vez tengas una mejor puntería, cosa que dudo.

-La próxima vez no fallaré, tenlo claro.

Tras oír esto, pongo el motor a máxima potencia, aún arriesgándome a que se caliente en exceso y deje de funcionar de pronto. Mi intento de huida sale bien, porque consigo alejarme poco a poco de ellos.

-¿No podéis cogerme? -Veo a Tyr llenarse de rabia y tirarse de los pelos de forma tremendamente violenta. -Es una pena...

Sonrío victorioso y sigo avanzando en mi escapada. El motor comienza a hacer ruidos raros, y la barca se mueve mucho más que de costumbre. Tengo claro que voy a morir aquí y ahora, ¿por qué me molesto tanto en que no sean capaces de atraparme? ¿Por qué tanto apego a mi vida?

-Nos acercamos a la isla, señor. -Paul sale del interior de la nave.

-Así que no tenemos mucho tiempo, ¿no? -Le responde Tyr.

-Exactamente, señor.

-En ese caso... -Tyr se aleja del aparato con el que estaba disparando. -Todo tuyo.-Hace una señal a Paul de que se acerque y lo coja. -Te cedo el honor. No podemos permitirnos fallar una vez más.

-No cometeré errores.

Paul asiente y toma el mando. ¿Isla? ¿Qué isla? ¿De qué hablan? Vale que no sé mucho de este lugar, pero en el colegio nunca mencionaron que hubiera una isla, y menos aún que estuviera tan cerca. Yo no veo nada, ¿será acaso una estrategia para distraerme y ser capaces de cogerme?

No, no es un truco. A lo lejos en el horizonte aparece una mancha de color marrón y verde. Parece pequeña, pero no se ve muy lejos. Acelero de nuevo y el islote va creciendo más y más.

-Ya casi estoy allí, venga.

-No dejes que escape, Paul.

-No, claro que no, señor. -Le responde a Tyr





Esa isla es mi salvación. Allí podré refugiarme, al menos temporalmente. Ya puedo ver su tamaño real, estoy apenas a diez metros cuando Paul decide reaccionar. Enciende el mecanismo y dispara una nueva flecha, pero él no falla; golpea directamente al motor, haciendo que la lancha se frene.

-No, no. ¡Ahora no! -Me echo las manos a la cabeza.

-Yo no cometo errores.

-Te repites como un loro, Paul. -Me burlo de él.

Sin otra opción aparente y con tal de evitar el siguiente disparo del que creía mi mejor amigo, me lanzo por la borda y comienzo a nadar lo más rápido que puedo hacia la orilla. Son unos pocos metros, pero es más distancia de la que desearía.

Una vez la alcanzo, me pongo a correr todo cuanto mis piernas me permiten por la arena de la playa hacia el interior de lo que parece un pequeño bosque.

-No te vas a ir.

Paul dispara de nuevo y me hace golpearme de bruces contra el arenoso suelo. La flecha se clava en mi pierna derecha y la sangre que me caía del brazo se mezcla ahora con la de la nueva herida.

-Tranquilo chico, te sacaremos de esta.

¿De dónde ha salido este hombre? No estaba aquí hace un instante cuando llegué a la isla.

-Te... Te conozco. -Consigo decir.

-Lo sé. Yo también a ti. -Sonríe.

-Gracias.

Es lo único que consigo decir antes de que, de forma igual de repentina que el individuo que está a mi lado, aparezcan decenas más de hombres y comiencen a atacar a Paul y Tyr.

¿Qué está pasando? ¿Ellos están en guerra? No lo entiendo, si soy su objetivo común... ¿Por qué me defienden?

Veo desde el suelo como mis salvadores tiran lanzas con la punta encendida, ardiendo, hacia la nave del Clan, haciéndola desestabilizarse.

-Hay que irse, señor.

-No, no podemos fallar, Paul.




-Pero señor, si seguimos así...

-Lo sé, pero... Ese cabrón seguirá vivo...

-Señor, si no conseguimos salir de aquí con vida, no contribuiremos a la causa. Y sé que usted no quiere eso.

-Está bien... -Agacha la cabeza, no sin antes disparar una última flecha hacia aquí.


La situación me abruma, y mi cuerpo y mente no son capaces de resistir la presión durante más tiempo. Caigo.

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