X
¿He...
He matado a Lysandra? ¡No puede ser! ¿Cómo ha sucedido todo esto?
No soy capaz de recordar nada. ¿Qué se supone que pasó? Yo nunca
habría sido capaz de algo así... Maldita sea, ¡yo la quiero!
Las
lágrimas comienzan a brotar rápidamente mientras mis piernas
flaquean, haciéndome caer al suelo de rodillas con la cara
completamente empapada. ¿Por qué he hecho algo así? No me lo
explico.
-Lys...
Yo...
-Eyland,
¿qué has hecho? -Responde Engla, con la boca abierta todavía y tan
pálida que podría confundirse con la nieve, ahora manchada de rojo.
-¿He...
He sido yo?
-Venga,
pequeño Eyland. -Un susurro de Tyr al oído. Tengo ganas de girarme
y golpearlo violentamente, pero estoy paralizado. ¿Cómo he hecho
algo así? No recuerdo nada de nada. -Asúmelo, eres tan asesino de
aliados como yo.
Y,
por fin, consigo darme la vuelta, con los puños en alto. Pero no
golpean nada, simplemente cortan el aire. ¡Él no está ahí! ¿Habrá
sido todo mi imaginación? No, no puede ser, Lysandra está ahí,
tirada en la nieve y sin vida alguna.
-¡AAH!
-Chillo con todas mis fuerzas, un grito ahogado, mientras me llevo
las manos a la cabeza y caigo al suelo de rodillas. Está frío, pero
apenas lo noto.
-Eyland,
chico. -Axell se agacha y se pone a mi altura. -¿Estás bien?
-Él...
Tyr... Estaba aquí conmigo hace un segundo, ¿verdad? ¡Dime que es
así! -Lo cojo del cuello de la chaqueta y lo zarandeo.
-Eh,
eh. -Frena mis manos con las suyas. -Relájate un poco.
-¡Pero
me dijo eso al oído, me dijo que yo la había matado!
-No
te dijo nada.
-¿Cómo
que no? ¡Yo lo escuché!
-Eyland,
hace horas que no sabemos nada de su paradero. No pudo decirte nada.
-¿Entonces...
Fue todo mi imaginación? -Definitivamente, algo en mi cabeza está
fallando, o quizá sea todo lo que tiene un problema. Aunque, si no
era real, entonces... -¿Y tu hija, está viva?
-Pues...
-Intenta ocultarlo, pero no puede evitar llorar. -Engla sí.
-¿Eso
quiere decir que...?
-Así
es. -Asiente, sin dejarme terminar.
-¿He
sido yo? -Por favor, que diga que no. Por favor, que diga que no.
-Mucho
me temo.
-¡No!
No puede ser... -Y sollozo de nuevo. -¿Cómo ha pasado?
-Déjame
que te explique yo. -Suena la voz de la antigua líder del Clan,
aunque no soy capaz de encontrarla por ningún lado.
-Aquí,
chico. -Axell señala a su muñequera.
-Cuéntamelo
todo, por favor. Pero antes, ¿dónde estás?
-He
ido a buscar a Spirit. Por lo visto, sigue donde tú lo dejaste la
última vez.
-¿Y
ese lugar es...?
-Te
lo relataré. -Se aclara la garganta. -Nos encontramos, mejor dicho
te encontré, en mitad de la calle hace un rato. Me puse de tu parte
y dejé de lado al Clan, al que hacía mucho tiempo que ya no le era
fiel.
-Sí,
eso es lo último que recuerdo.
-El
plan era que yo te trajera conmigo a una pequeña casa abandonada,
donde él te inyectaría una especie de líquido hipnótico. Una
bomba cayó realmente cerca de nuestra posición, y tú saltaste en
el interior de esa vivienda. Intenté avisar, pero...
-Da
igual. -Respondo, tan frío como el suelo bajo mis pies. -Sigue
hablando.
-Spirit
te interceptó allí y caíste bajo su control. Eras como una especie
de marioneta, y no ibas a dejar de comportarte como tal hasta que no
cumplieras tu misión.
-¿Y
mi objetivo era...?
-Acabar
con la revolución. ¿Y qué mejor forma que asesinando a su líder?
-Ese
maldito... -Escupo al suelo toda la rabia y bilis que siento hacia
él. -¡Lys ha muerto por su culpa! ¿Por qué me odia tanto?
-Siempre
dijo que era por la causa.
-¡Y
otra vez la maldita causa!
-Te
diría lo que es, pero nunca llegué a saberlo del todo. -Un momento,
¿qué?
-Explícame
eso.
-Desde
que todo esto empezó, dijeron que había un motivo, una
justificación por la que tu muerte era la única salida. Que, de no
ser así, al mundo le irían mal las cosas. Únicamente cuatro
personas sabían de qué se trataba exactamente, y tres de ellas ya
no están entre nosotros.
-Cuatro...
-Recapitulemos. -Joseph, mi padre, Axell, y el vivo...
-Eyland,
lo siento, pero tengo que cortar la conexión. Lo estoy viendo. -Y la
transmisión desaparece.
-Mucho
me temo que yo no soy una de esas personas. -Responde el padre de
Engla, al oírme pensar en voz alta.
-¿No?
-Digo, sorprendido.
-No.
-Niega con la cabeza. -Ya me habían traicionado cuando empezaron con
esto. Quien te falta en tu lista es Paul.
-¿Por
qué iba a saber él algo así?
-Porque,
de no haberle contado nada, no habría colaborado.
-Visto
así... -Tiene mucho sentido, ahora que lo pienso.
-Eyland.
-De nuevo, una voz en el intercomunicador, esta vez en el mío.
-Dime,
Engla.
-Lo
tenemos. -Y corta de nuevo la conexión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario