II
Eyland
-¿Qué
acaba de pasar?
Engla
se lleva las manos a la cabeza, con los ojos abiertos de par en par,
mirando al frente, pero a ningún sitio en concreto, con la mirada
perdida. ¿Por qué te está afectando tanto, querida? Tú apenas
conocías a Olaf, ¿o sí? Ya no sé quién conoce a quién y de
dónde proviene cada persona, de verdad que no.
-Él...
Parecía preocupado. -Añade.
-¿Preocupado?
¿Has oído su voz? -¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me comporto de
forma tan insensible? -Estaba en verdadero peligro, Engla.
Mis
palabaras parecen clavársele como si de cuchillos se tratara. ¿Tanto
te ha afectado lo de tu padre que ahora ni siquiera eres capaz de
sacar fuerzas de ningún sitio para volver a ser tú misma? Empiezo a
echarte de menos...
-Yo...
-Comienza a sollozar. Maldita sea, ¡vuelve, Engla, vuelve!
-Tú...
-Creo que lo mejor será adecuarme a la situaciñon y ser un poco más
gentil. O al menos por ahora. -Tú eres una persona genial.
La
abrazo, aunque no realmente con muchas ganas. ¿Qué me está
sucediendo, que parezco un robot sin sentimientos? ¿Será que a mí
también me ha afectado de verdad la traición de Axell? Le estaba
cogiendo cariño y realmente lo admiraba, pero tanto como para
quedarme así...
-Gracias.
-Su voz es apenas un susurro.
-De
nada. -Asiento.
-Lo
siento. -Dice, de pronto.
-¿Y
esto por qué? -Pregunto, mirándola a los ojos.
-Por
lo de antes, lo de Lysandra. No decía lo que de verdad pensaba.
-¿Cómo?
¿No fue un sueño?
-Eyland,
¿me escuchas? Decía que lo siento por no hacer mucho caso a lo de
tu hermano pequeño. -Vaya, parece que mi mente ha vuelto a jugarme
una mala pasada.
-Tranquila.
-Sonrío, pero obviamente la visión de ello no será nunca tan bella
como la de una “sonrisa Fire”.
-Aún
hay tiempo.
-Por
supuesto.
-Quizá
esté en Niflheim. Quizá nunca saliera de allí, se escondiera bien.
-Oh, no había tenido en cuenta esa opción.
-Sí,
es posible.
La
felicidad me inunda con tanta rapidez como la luz llega del sol a
nuestra ciudad, la más rápida posible. ¿Por qué tengo estos
repentinos cambios de humor? Parece que me esté volviendo loco, o
que nunca haya dejado de estarlo. Ninguna de las dos posibilidades me
apasiona, la verdad.
-Entonces,
¿cambiamos de rumbo? -Pregunta, tímida. Esta chica no es Engla; se
le parece, pero sigue sin ser ella.
-Sí.
Claro que sí.
Mientras
Engla toma de nuevo los mandos y modifica la ruta del navegador -la
de ahora va a ser mucho más larga, suerte que tenemos combustible de
sobra-, yo empiezo a reflexionar, sin motivo aparente, sobre los
cambios que he ido experimentando durante este tiempo que llevamos
viajando. ¿Cuánto hace que comenzó todo? Diría que casi dos
meses, pero no estoy para nada seguro, perdí la noción del tiempo
cuando Tennō era una isla
flotante y los días duraban menos debido a que no recibían el
efecto contaminante que hace que las regiones al nivel del mar
reciban únicamente la luz de uno de los dos soles.
>>>Recuerdo
cómo era mi vida antes de que todo comenzara, cuando yo todavía
tenía dieciséis años y, aunque era un chico sociable, nunca llegué
a confiar en nadie. Bueno sí, tuve un mejor amigo y, a pesar de que
me dejaba tirado de vez en cuando, hizo de mí alguien más seguro de
sí mismo. ¿Por qué tuviste que unirte al Clan, Paul?
>>>Pasó
el tiempo, y entonces la conocí a ella. Aquella chica que era puro
fuego, que me hizo de verdad una persona confiada, hasta el punto de
que me metí en la boca del lobo y salí de allí con un enemigo y
medio menos.
¿Dónde
estás ahora, abuelo? Desapareciste ya hace años y nunca volvimos a
saber de ti... ¿Será igual con mi querido hermano pequeño?
Realmente espero que no, de verdad que no hay nada que amaría más
que encontrarte a ti allí en Niflheim, Desmond. Ya perdí a mi
padre, a mi mejor amigo y a Lysandra, sin contar a Haruka, Anayansi y
Tyr..
-No
quiero perderte a ti.
-¿Decías
algo, Eyland?
Oh,
vaya, por lo visto he pensado en voz alta. De verdad que tú eres lo
último que me queda conmigo a estas alturas, Engla. Si tuviera que
firmar por algo ahora mismo, sería por seguir teniéndote cerca
durante años.
-Ya
nos dirigimos a Niflheim. -Dice, cómo no, sonriendo.
-Genial.
-Eso
tú.
No
le respondo, prefiero no hacerlo. El siencio que se mantiene entre
nosotros es más satisfactorio que cualquier palabra, es un silencio
que nos envuelve, de esos momentos en los que no hace falta decir
nada.
Una
calma que se ve turbada a medida que nos vamos acercando a Niflheim,
donde el cielo se torna cada vez más y más púrpura, dándole a
todo un nuevo toque misterioso y caótico. Todo eso sin contar las
pequeñas espirales que se forman bastante frecuentemente.
>>>Pero
la cosa no mejora en cuanto descendemos hacia mi ciudad natal. Lo que
desde las alturas era violeta, al nivel del mar es de un tono naranja
rojizo, naranja y rojo del fuego que todo lo envuelve y arrasa.
-Eyland...
La
cara de Engla denota un enorme terror. Temor por su vida y, sobre
todo, miedo a mi posible reacción. Pero yo no soy tan débil como
cuando nos conocimos, he cambiado. Durante este tiempo he visto
varias veces arder la zona en la que vivía, y puedo con esto ahora.
Así que mantengo la mirada fija en el suelo de Niflheim.
-Veo
lo mismo que tú.
Y
ya no volvemos a hablar hasta que tocamos tierra. En este caso, el
silencio es mucho más tenso que hace unos minutos, pudiéndose
fácilmente apreciar la congoja de Engla y mi soprendente decisión
sobre mis actos.
-¿Y
ahora? -Pregunta, algo desorientada. De verdad, ¿cuándo vas a
volver a ser tú misma? ¿O es que ahora esta eres tú?
-Si
el radar funciona bien, cosa que dudo -pues había estado fallando
desde que nos acercamos a la isla-, estamo a un par de manzanas del
antiguo recinto del Loud'n Rock, el que reconvertimos en base
de La Resistencia.
-Tendrás
que guiarme.
-Cierto,
tú estabas en el otro lado... -Lo había olvidado. -Sígueme.
Bajamos
de la nave, cada uno con más prisa de la habitual, pero me freno en
seco en cuanto veo en qué se ha convertido en Niflheim. Si quedaba
aunque fuera la sombra de la que fue mi ciudad nata, ha desaparecido.
>>>La
mayor parte de los edificios están envueltos en llamas, la gente se
dedica a disparar sus armas de fuego bajo el cielo violeta contra...
-Maldita
sea, ¡¿qué es eso?!
Engla,
además, añade un grito a esta pregunta. Ella también se ha fijado
en ellos; esos engendros de la naturaleza, que tienen pinta de seres
humanos, pero obviamente no pueden serlo. Su piel se compone de una
mezcla heterogénea de manchas amarillas y marrones. Y en cuanto a su
comportamiento...
-Parecen
animales.
Realmente
son una monstruosidad, posiblemente nacida del mal uso de las artes
químicas. Sus ojos son de un color verde azulado, y su boca echa
espuma. ¿Qué demonios son estas cosas? ¿De dónde han salido?
-¡Eyland!
Engla
de abalanza sobre mí y nos hace caer a ambos al suelo. ¿A qué ha
venido ese placaje tan repentino? Y entonces es cuando lo veo, una de
esas criaturas estaba cerca -realmente cerca- de alcanzarme. Y a
saber qué habría hecho conmigo.
-Gracias.
-Susurro mientras nos levantamos.
-Nada.
-Se limpia el polvo de la ropa. -Deberíamos salir de aquí, y
rápido.
-Y
no haríamos mal en evitar a esas cosas.
-Totalmente
de acuerdo.
Tras
apenas cinco minutos de correr, llegamos, casi sin aliento, a una de
las entradas de la base de La Resistencia de Niflheim. Por favor, que
Olaf siga estando y continue siendo operativa... Paso mi pulsera por
el intercomunicador y de él sale una voz.
-Abre
las puertas. -Digo, seco.
-¿Eyland?
¿Eyland Rise?
-El
mismo.
-Adelante.
En la Sala de los Líderes.
-Gracias.
Las
compuertas metálicas se abren y, ahora ya sin niguna prisa, nos
adentramos en la base de La Resistencia. Tras recorrer el enorme
pasillo y girar dos veces a la derecha -aún recuerdo el camino,
soprendentemente-, llegamos a la habitación en cuestión, cuyas
puertas se abren automáticamente, a mi llegada.
-Por
fin llegas. -Un hombre que me resulta familiar, pero que no conozco,
aparece frente a nosotros.
-¿Dónde
está Olaf?
-¿Olaf?
¿Fue él quien te ha hecho venir aquí?
-Así
es. Estaba en peligro. Quiero verlo.
-Pues...
-Quiero
verlo.
-Lo
siento, Rise, pero él... Él se marchó hará casi un mes de aquí.
-¡¿Qué?!
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