viernes, 21 de noviembre de 2014

Último Rugido (II)







II
Eyland

-¿Qué acaba de pasar?
Engla se lleva las manos a la cabeza, con los ojos abiertos de par en par, mirando al frente, pero a ningún sitio en concreto, con la mirada perdida. ¿Por qué te está afectando tanto, querida? Tú apenas conocías a Olaf, ¿o sí? Ya no sé quién conoce a quién y de dónde proviene cada persona, de verdad que no.
-Él... Parecía preocupado. -Añade.
-¿Preocupado? ¿Has oído su voz? -¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me comporto de forma tan insensible? -Estaba en verdadero peligro, Engla.
Mis palabaras parecen clavársele como si de cuchillos se tratara. ¿Tanto te ha afectado lo de tu padre que ahora ni siquiera eres capaz de sacar fuerzas de ningún sitio para volver a ser tú misma? Empiezo a echarte de menos...
-Yo... -Comienza a sollozar. Maldita sea, ¡vuelve, Engla, vuelve!
-Tú... -Creo que lo mejor será adecuarme a la situaciñon y ser un poco más gentil. O al menos por ahora. -Tú eres una persona genial.
La abrazo, aunque no realmente con muchas ganas. ¿Qué me está sucediendo, que parezco un robot sin sentimientos? ¿Será que a mí también me ha afectado de verdad la traición de Axell? Le estaba cogiendo cariño y realmente lo admiraba, pero tanto como para quedarme así...
-Gracias. -Su voz es apenas un susurro.
-De nada. -Asiento.
-Lo siento. -Dice, de pronto.
-¿Y esto por qué? -Pregunto, mirándola a los ojos.
-Por lo de antes, lo de Lysandra. No decía lo que de verdad pensaba.
-¿Cómo? ¿No fue un sueño?
-Eyland, ¿me escuchas? Decía que lo siento por no hacer mucho caso a lo de tu hermano pequeño. -Vaya, parece que mi mente ha vuelto a jugarme una mala pasada.
-Tranquila. -Sonrío, pero obviamente la visión de ello no será nunca tan bella como la de una “sonrisa Fire”.
-Aún hay tiempo.
-Por supuesto.
-Quizá esté en Niflheim. Quizá nunca saliera de allí, se escondiera bien. -Oh, no había tenido en cuenta esa opción.
-Sí, es posible.
La felicidad me inunda con tanta rapidez como la luz llega del sol a nuestra ciudad, la más rápida posible. ¿Por qué tengo estos repentinos cambios de humor? Parece que me esté volviendo loco, o que nunca haya dejado de estarlo. Ninguna de las dos posibilidades me apasiona, la verdad.
-Entonces, ¿cambiamos de rumbo? -Pregunta, tímida. Esta chica no es Engla; se le parece, pero sigue sin ser ella.
-Sí. Claro que sí.
Mientras Engla toma de nuevo los mandos y modifica la ruta del navegador -la de ahora va a ser mucho más larga, suerte que tenemos combustible de sobra-, yo empiezo a reflexionar, sin motivo aparente, sobre los cambios que he ido experimentando durante este tiempo que llevamos viajando. ¿Cuánto hace que comenzó todo? Diría que casi dos meses, pero no estoy para nada seguro, perdí la noción del tiempo cuando Tennō era una isla flotante y los días duraban menos debido a que no recibían el efecto contaminante que hace que las regiones al nivel del mar reciban únicamente la luz de uno de los dos soles.
>>>Recuerdo cómo era mi vida antes de que todo comenzara, cuando yo todavía tenía dieciséis años y, aunque era un chico sociable, nunca llegué a confiar en nadie. Bueno sí, tuve un mejor amigo y, a pesar de que me dejaba tirado de vez en cuando, hizo de mí alguien más seguro de sí mismo. ¿Por qué tuviste que unirte al Clan, Paul?
>>>Pasó el tiempo, y entonces la conocí a ella. Aquella chica que era puro fuego, que me hizo de verdad una persona confiada, hasta el punto de que me metí en la boca del lobo y salí de allí con un enemigo y medio menos.
¿Dónde estás ahora, abuelo? Desapareciste ya hace años y nunca volvimos a saber de ti... ¿Será igual con mi querido hermano pequeño? Realmente espero que no, de verdad que no hay nada que amaría más que encontrarte a ti allí en Niflheim, Desmond. Ya perdí a mi padre, a mi mejor amigo y a Lysandra, sin contar a Haruka, Anayansi y Tyr..
-No quiero perderte a ti.
-¿Decías algo, Eyland?
Oh, vaya, por lo visto he pensado en voz alta. De verdad que tú eres lo último que me queda conmigo a estas alturas, Engla. Si tuviera que firmar por algo ahora mismo, sería por seguir teniéndote cerca durante años.
-Ya nos dirigimos a Niflheim. -Dice, cómo no, sonriendo.
-Genial.
-Eso tú.
No le respondo, prefiero no hacerlo. El siencio que se mantiene entre nosotros es más satisfactorio que cualquier palabra, es un silencio que nos envuelve, de esos momentos en los que no hace falta decir nada.
Una calma que se ve turbada a medida que nos vamos acercando a Niflheim, donde el cielo se torna cada vez más y más púrpura, dándole a todo un nuevo toque misterioso y caótico. Todo eso sin contar las pequeñas espirales que se forman bastante frecuentemente.
>>>Pero la cosa no mejora en cuanto descendemos hacia mi ciudad natal. Lo que desde las alturas era violeta, al nivel del mar es de un tono naranja rojizo, naranja y rojo del fuego que todo lo envuelve y arrasa.
-Eyland...
La cara de Engla denota un enorme terror. Temor por su vida y, sobre todo, miedo a mi posible reacción. Pero yo no soy tan débil como cuando nos conocimos, he cambiado. Durante este tiempo he visto varias veces arder la zona en la que vivía, y puedo con esto ahora. Así que mantengo la mirada fija en el suelo de Niflheim.
-Veo lo mismo que tú.
Y ya no volvemos a hablar hasta que tocamos tierra. En este caso, el silencio es mucho más tenso que hace unos minutos, pudiéndose fácilmente apreciar la congoja de Engla y mi soprendente decisión sobre mis actos.
-¿Y ahora? -Pregunta, algo desorientada. De verdad, ¿cuándo vas a volver a ser tú misma? ¿O es que ahora esta eres tú?
-Si el radar funciona bien, cosa que dudo -pues había estado fallando desde que nos acercamos a la isla-, estamo a un par de manzanas del antiguo recinto del Loud'n Rock, el que reconvertimos en base de La Resistencia.
-Tendrás que guiarme.
-Cierto, tú estabas en el otro lado... -Lo había olvidado. -Sígueme.
Bajamos de la nave, cada uno con más prisa de la habitual, pero me freno en seco en cuanto veo en qué se ha convertido en Niflheim. Si quedaba aunque fuera la sombra de la que fue mi ciudad nata, ha desaparecido.
>>>La mayor parte de los edificios están envueltos en llamas, la gente se dedica a disparar sus armas de fuego bajo el cielo violeta contra...
-Maldita sea, ¡¿qué es eso?!
Engla, además, añade un grito a esta pregunta. Ella también se ha fijado en ellos; esos engendros de la naturaleza, que tienen pinta de seres humanos, pero obviamente no pueden serlo. Su piel se compone de una mezcla heterogénea de manchas amarillas y marrones. Y en cuanto a su comportamiento...
-Parecen animales.
Realmente son una monstruosidad, posiblemente nacida del mal uso de las artes químicas. Sus ojos son de un color verde azulado, y su boca echa espuma. ¿Qué demonios son estas cosas? ¿De dónde han salido?
-¡Eyland!
Engla de abalanza sobre mí y nos hace caer a ambos al suelo. ¿A qué ha venido ese placaje tan repentino? Y entonces es cuando lo veo, una de esas criaturas estaba cerca -realmente cerca- de alcanzarme. Y a saber qué habría hecho conmigo.
-Gracias. -Susurro mientras nos levantamos.
-Nada. -Se limpia el polvo de la ropa. -Deberíamos salir de aquí, y rápido.
-Y no haríamos mal en evitar a esas cosas.
-Totalmente de acuerdo.
Tras apenas cinco minutos de correr, llegamos, casi sin aliento, a una de las entradas de la base de La Resistencia de Niflheim. Por favor, que Olaf siga estando y continue siendo operativa... Paso mi pulsera por el intercomunicador y de él sale una voz.
-Abre las puertas. -Digo, seco.
-¿Eyland? ¿Eyland Rise?
-El mismo.
-Adelante. En la Sala de los Líderes.
-Gracias.
Las compuertas metálicas se abren y, ahora ya sin niguna prisa, nos adentramos en la base de La Resistencia. Tras recorrer el enorme pasillo y girar dos veces a la derecha -aún recuerdo el camino, soprendentemente-, llegamos a la habitación en cuestión, cuyas puertas se abren automáticamente, a mi llegada.
-Por fin llegas. -Un hombre que me resulta familiar, pero que no conozco, aparece frente a nosotros.
-¿Dónde está Olaf?
-¿Olaf? ¿Fue él quien te ha hecho venir aquí?
-Así es. Estaba en peligro. Quiero verlo.
-Pues...
-Quiero verlo.
-Lo siento, Rise, pero él... Él se marchó hará casi un mes de aquí.
-¡¿Qué?!

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