IX
-¡Tyr!
-Apuesto
a que no esperabas verme aquí. -Se ríe. -Seguro que incluso me
creías muerto. Qué inocente...
-¡Pero
yo mismo te clavé el cuchillo!
-¿Y
pensaste que eso podría conmigo? Vaya, realmente sí que eres
ingenuo. -Se ríe de forma exagerada, y Engla se le une.
-Puede
que no consiguiera nada en ese momento... -Me agarro el brazalete de
líder de la Resistencia, siento que con solo cogerlo ya me da más
fuerza. -Pero me aseguraré de cambiar eso aquí y ahora.
-¿Y
cómo vas a...?
Pero
antes de tan siquiera dejarlo acabar la frase, me lanzo hacia él con
los puños en alto, pasando por el lado de Engla, quien me mira con
aquel gesto de odio supremo que casi había olvidado que tenía.
-Yo
me encargo, Spirit. -Dice ella, mientras su pierna vuela hacia mí.
-No
ahora. -Me agacho y pasa por encima de mi cabeza. -“Es mi momento”.
-Pienso, mientras me levanto y la agarro, haciendo a la líder del
Clan caer al suelo.
-No
hace falta... -Responde Tyr. -Déjamelo a mí.
Con
la misma rabia que en la cubierta de Upsala, me dirijo corriendo
hacia él, con mis manos como única arma, para variar. El tuerto, al
verme, sonríe e imita mi gesto, la pelea está por comenzar.
-Aquí
me tienes, Eyland.
Y
tanto que te tengo. Lanzo mi puño por debajo de su mandíbula, pero
se aparta a un lado e intenta devolverme el golpe, sin resultado. He
mejorado mucho mis técnicas cuerpo a cuerpo gracias a Axell.
-Nada
mal, Rise. Nada mal.
Sonríe
de nuevo, pero rápidamente aprieta los labios y me patea las
costillas. ¡Qué dolor! Pero no puedo dejarme ganar, tengo que
aguantar como el padre de Lysandra me dijo. Debo resistir para poder
atacar.
-Es
mi turno.
Agarro
su pierna con una mano, mientras que lanzo el puño que me queda
libre contra su estómago y luego, una vez se agacha, contra la
nariz, haciendo que caiga violentamente contra el suelo, dejando un
pequeño charco de sangre sobre la nieve.
-Ya
está bien, Eyland. -La voz de Axell llega desde justo a mi lado, y
me sujeta con las manos los hombros. ¿Cuándo ha venido hasta aquí?
-Pero
él...
-Entiendo
lo que sientes, créeme. -Claro, su disputa con Joseph... -Pero
dejemos esa rabia y energía de sobra para el campo de batalla,
¿quieres?
-Sí,
supongo que sí. Será lo mejor.
Y
en realidad todo esto me da igual. No me importa en absoluto esta
estúpida guerra, yo únicamente quiero, necesito, cargarme a este
tío, aquel que lleva intentando hacer lo mismo conmigo desde que nos
conocemos. ¿De qué serviría no intervenir ahora? ¡Ya lo tenía!
Pero, a pesar de todo, Axell sigue asustándome; ese cuerpo robusto,
sus manos de leñador y su expresión seria a todas horas... Él
realmente da miedo, a mí y a cualquiera. Habrá que pelear como el
dice, la guerra ha comenzado ya.
Horizontes
Nevados
-¡Adelanta
por ese callejón de la izquierda! -Lysandra lo señala mientras
esquiva hábilmente los disparos del enemigo. -Llegarás a la zona en
que sus tropas están más retrasadas. -Me mira fijamente. -Vamos a
rodearlos.
Llevamos
horas metidos en esta batalla, o tal vez sean unos pocos minutos, se
me ha hecho eterno. Esto ha sido mucho peor que mis estancias en
Upsala y Tennō juntas: he visto morir a aliados, he asesinado a
sangre fría a decenas de personas y he sentido el temblor causado
por las explosiones bajo mis pies en diferentes ocasiones. No sé si
podré aguantar mucho más tiempo con esto, pero esta chica confía
en mí.
-Ten
cuidado. -Dice, por medio del intercomunicador de la muñequera.
-Sé
cuidarme solo, ¿recuerdas?
-Era
por si acaso.
-Lo
sé.
-Sólo
no mueras, ¿vale?
-Eso
está hecho.
Y
corto la conexión. Esta chica realmente se preocupa por mí, bueno,
y por todos, siempre ha estado ahí para ofrecer ayuda a todos los
escuadrones desde que esto comenzó.
Corro
pegado a la pared del edificio que hace unas horas había sido el
ayuntamiento. Este muro es lo único que queda de él, está todo
completamente devastado, las bombas han hecho su trabajo aquí. Esta
ciudad en ruinas me recuerda mucho más a la Niflheim que conocía,
es igual a la que descubrí tras mis viajes con las espirales.
-Tengo
que centrarme en llegar allí.
La
zona de encuentro no está muy lejos, pero tendré que ir rápido o
mis compañeros sufrirán de más en las trincheras de la parte
delantera, no creo que sean capaces de soportar muchos más embistes.
Giro
a la izquierda al final de la casa de alcaldía y recorro la Calle
Mayor sin mayor dificultad, o eso creía. Un guardia aparece al final
de la avenida y, antes de que pueda esconderme, alguien tira de mí
hacia atrás y me oculta en un callejón oscuro. ¿Quién habrá
querido salvarme?
-Tienes
que tener más cuidado. -Y ya sé el motivo de que me hayan
resguardado.
-¿Qué
quieres, Engla?
-Tenemos
que hablar, Eyland.
-¿Por
qué iba a querer tan siquiera verte? Estás en el bando contrario
ahora.
-No.
-Niega con la cabeza. -Te equivocas. Siempre estuve contigo.
-¡Mientes!
-Y me tapa la boca, pero la empujo lejos de mí.
-No
grites.
-¿Por
qué intentaste matar a tu padre?
-Tenía
que ganarme la confianza de Spirit.
-¿Y
crees que ese era el mejor método?
-Era
el único, Eyland. Era el único. -Y una lágrima cae de sus ojos.
-¿Cómo
pretendes que te crea después de todo lo que me has hecho?
-Sé
que no lo harás, pero tienes que confiar en mí. -Me mira a los
ojos. Maldita sea, tiene la misma expresión que Lysandra. -Por
favor.
-Engla,
yo... -Y una nueva explosión, ha caído realmente cerca.
-Tenemos
que irnos. -Me coge de la mano y estira. -Venga.
Y,
sin saber realmente por qué, la sigo hasta el fondo del callejón,
que nos lleva a una calle completamente desierta. Las ventanas están
tapiadas y no hay un alma fuera de sus casas, pero la guerra no
parece haber llegado aquí.
-Vamos.
-Dice Engla. -Si seguimos recto hasta el final del bulevar llegaremos
donde habías quedado con mi hermana.
-¿Cómo
sabes tú eso? -Pregunto atónito.
-Lo
escuché desde donde estaba. Llevo un rato cerca de ti, esperando el
momento en que pudiéramos hablar a solas.
-¿Por
qué?
-Porque,
si no lo hubiera hecho, no me habrías escuchado. Yo estoy con la
Resistencia, yo tampoco quiero este Clan corrupto que únicamente
busca tu muerte.
Y
se escucha el silbido de una nueva bomba. Va a impactar, y va a
hacerlo ya. ¿Qué puedo hacer? Sí, ahí, esa casa tiene una ventana
rota, me puedo refugiar en ella perfectamente. Es la solución.
-¡No
Eyland, justo ahí no!
La
ignoro completamente, salgo corriendo y salto en el interior de la
vivienda mientras el proyectil impacta justo a unas pocas manzanas de
distancia. Cada vez explotan más cerca, el próximo podría darme.
-Hola
Eyland. -Tyr me agarra por la espalda y me inmoviliza. ¿De dónde ha
salido?
-Suéltame.
-Forcejeo, pero no sirve de nada.
-Oh
no. Claro que no. -Saca una aguja de su bolsillo que contiene un
líquido amarillento y me lo inyecta directamente en el cuello. De
pronto, todo comienza a moverse y mi vista se nubla.
-¿Qué
me has...?
Horizontes
Nevados
-Eyland.
-Dice Spirit.
-El
mismo.
-Bien.
-Sonríe. -¿Cuál es tu misión?
-Acabar
con la Resistencia.
-Exactamente.
-Me entrega mi pistola, la cual parece ser que me había robado.
-Aquí tienes tu arma.
-Gracias,
señor.
-Y
ahora a la zona de encuentro con Lysandra, llegas tarde.
-Sí,
señor.
Me
levanto de la silla, hago una reverencia y salgo corriendo hacia la
avenida, la cual recorro hacia arriba hasta el punto donde había
quedado con Lysandra hace un rato. Yo no quiero hacer caso a Tyr,
¿por qué no puedo evitarlo?
Cuando
llego, las tropas de la Resistencia tienen rodeados a nuestros
guardias. ¿Nuestros? Yo no formo parte del Clan, maldita sea. ¿Qué
demonios me está ocurriendo?
La
líder de la Resistencia, al verme, sonríe.
-Ya
era hora Eyland. -Saco mi pistola del bolsillo de mi abrigo. -Te
estaba esperando.
Y
disparo.
-¡Hermana!
-Grita Engla, mientras la joven cae en la nieve, dejando una enorme
mancha roja alrededor de su cabeza. No sirve de nada, ha muerto.
Y
entonces despierto. Engla está en el suelo abrazando a una muerta...
¡Es Lysandra!
-Buen
trabajo, Eyland. -Dice Tyr.
¿He...
he sido yo? ¿Qué acaba de pasar?
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