jueves, 10 de julio de 2014

Horizontes Nevados (XIII)






VIII

-Tenéis que acompañarme a la base.

-¿Pero qué es lo que pasa?

-Las cosas... Se han salido de su rumbo, ya no son como deberían ser.

-¿A qué te refieres con eso? -Pregunto, sin entender nada de lo que dice.

-Axell, y el resto... Venid a verlo, o no sabréis lo que digo.

-Está bien.

Miro a Lysandra, quien tiene el ceño fruncido, tan poco consciente de la situación como yo. -¿Cuento contigo para la Resistencia?”, le pregunto con los ojos, y ella me responde un claro y rotundo “Sí”.

Salimos corriendo en dirección a la antigua sede del Loud'n Rock, mirando ambos a Olaf, que está justo delante, a unos pocos metros de distancia. Es un hombre robusto a pesar de su avanzada edad, y la barba, que le cubre el mentón, lo hace parecer aún más duro. De no ser tan amable conmigo, me daría incluso miedo.

-Pero, ¿qué ha ocurrido? -Pregunto como puedo, mientras esquivo las ramas de los árboles entre la nieve.

-Cosas. -Se gira y nos mira, sin dejar de trotar. -Y no buenas.

-¿Pero el qué? -Interviene Lysandra.

-Se trata de tu padre... -Bueno, ya sabemos algo, al menos.

-¿Qué pasa con él?

-Ha... Ha... -Venga, hombre, suéltalo. -Ha tomado el control total de la Resistencia. -La chica frunce el ceño.

-¿Y eso es malo?

-Cuando veas lo que quiere hacer, sabrás que sí lo es.

Querría seguir preguntando y averiguar más detalles, pero este hombre no iba a soltar prenda de ninguna manera, así que miro a Lysandra y le hago un gesto para que no insista más; es la mejor opción, por el momento.

-Pues vamos a verlo.


Sin decir nada más, únicamente escuchando el eco sordo de nuestras respiraciones y los pasos en la nieve, volvemos a la base de la Resistencia. Pero... Algo falla. ¿Por qué tiene las luces exteriores encendidas en pleno día? ¿Se refería a esto Olaf? No, lo de los focos no es para tanto, tiene que haber algo más.

Llegamos a una de las puertas y Olaf la abre con el dispositivo de su muñeca, aunque le cuesta bastante más que de costumbre. ¿A qué se debe tanta seguridad? Axell, ¿qué estás haciendo?

-¿Ocurre algo? -Pregunta de pronto Lysandra.

-Tu padre... Eso ocurre.

-¿Cómo? -Venga, lo he entendido hasta yo, chica...

-Esto de triplicar las barreras de defensa, y estamos en una puerta para aliados. Tiene que estar tramando algo.

-Vale, vale. -Hace una pausa. No lo dice, pero tengo más que claro que está pensando en lo que está pasando, y parece haberse dado cuenta. -Entiendo.

De nuevo, retomamos la marcha por el interior del recinto. La sala de reuniones queda cerca, tres pasillos a la derecha y ahí está. Olaf abre la puerta, y Lysandra lo sigue, pero la cojo del brazo y la sujeto contra la pared.

-Tú lo sabes. -Me mira con gesto de asombro, aunque sus ojos denotan miedo e intriga, es la chica de las mil caras.

-¿El qué sé?

-Tú ya te has enterado de lo que sea que está haciendo tu padre.

-Yo... Bueno... -He dado en el clavo.

-Habla.

-¿Por qué eres tan bipolar? Hace un momento eras tremendamente cariñoso y ahora hasta das miedo. ¿Qué rayos te pasa?

-Eso... -La beso de pronto. -Tenía ganas de hacer esto.

-¿Ves a lo que me refiero? -Se lleva las manos a la cabeza. -Eres irritante.

-Soy así. Debes comprenderme, Lysandra.

-Supongo que sí.

-Volviendo a tu padre, ¿qué está planeando?

-Si lo conozco, y por desgracia es así, nos lo contará en cuanto lleguemos a la sala de reuniones.

-En ese caso... -Me aparto de su lado y le cedo el paso. -Entremos.

-Claro.

Sonríe de nuevo, como ha hecho siempre desde que la conocí, y se introduce en la habitación. La sigo de cerca hasta que Olaf y Axell se dan cuenta de que estamos aquí. El hombre mayor se sienta en una de las sillas, mientras que el padre de Engla y Lysandra está de pie, con un plano en las manos, que sujeta sobre el escritorio central.

-Llegáis tarde.

-¿Para qué? -Respondo.

-Queríais una revolución contra El Clan, ¿no?

-Así es. -Decimos Lys y yo al unísono. No habrá...

-Pues aquí la tenéis.

Con una mano señala el plano y nos hace gestos de que nos acerquemos a verlo, y con la otra enciende la televisión del fondo de la sala con un mando a distancia. ¿Vamos a ver algún programa de guerra o algo por el estilo?

-Bien. Os explico. -Una vez me acerco, puedo verlo perfectamente. ¡Vamos a atacar Upsala!

-Adelante. -Respondo de forma casi automática.

-Esto es un plano de la base del Clan. -Lo sé bien. -He marcado con una cruz roja todas las posibles entradas. También he incluido las marítimas, porque ahora está fija en un lugar determinado. Una vez estemos dentro, tendremos que abrirnos paso entre los guardias, y, cuando tengamos a mi hija, todo habrá terminado.

-¿Pretendes que nos metamos en la boca del lobo? -Pregunta Lysandra horrorizada.

-Estás loco, Axell.

-Puede que lo esté, y seguro que será peligroso. Pero tenemos ayuda.

Señala la pantalla que encendió hace unos momentos. Hay cámaras por toda la ciudad, y hay gente por todos lados con el brazalete de la Resistencia, ¿cuándo ha reunido a tantas tropas? Además, hay un plano del patio, la zona donde me presentaron como líder de esta, hasta ahora pequeña, organización, completamente abarrotado de soldados uniformados con nuestras ropas y en formación.

-Esto es vuestra querida revolución.

-Sí que te lo has montado bien.

-Lo sé. -Me responde.


-Pero, ¿por qué ahora?

-Porque, según sé, tienen la mitad de los guardias fuera, en una especie de expedi...

Y antes de que pueda terminar la frase, todo comienza a temblar y se escucha un terrible estruendo. En una de las pantallas se divisa fuego, y no queda nada lejos de aquí. De pronto, otro enorme golpe más. ¿Nos están atacando?

-¿Qué pasa? -Pregunto a gritos.

-Vamos a verlo.

Salimos corriendo hacia fuera del recinto, y lo que vemos nos deja a todos petrificados. Queríamos atacar, pero estamos defendiendo. El Clan está aquí, esta era su expedición, querían encontrarme de nuevo.

-¿Dónde está? ¿Y su líder?

-¿Me buscabas?

Y ahí está ella, a lomos de un enorme corcel alado de acero pulido, con una siniestra sonrisa. Así que esta es la Engla de verdad, la que conocí hace ya un mes, la que intentaba matarme sobre todas las cosas. La versión de ella que me amaba parece haberse esfumado.

-¡Engla! -Gritan Axell y Lysandra a la vez.

-Así es. -Sonríe de nuevo. -Y no he venido sola.

Se aparta y, tras ella, aparece otro chico uniformado del Clan. Lleva un parche en el ojo, y tiene cicatrices en la cara. Casi no lo reconozco, pero puedo decir con certeza que es...


-¡Tyr!

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