sábado, 13 de septiembre de 2014

Horizontes Nevados (XXVII)






III
Axell

No puede ser que haya dicho eso. No habrá contado nada, ¿verdad? Arruinaría todo el plan, maldita sea. Siempre pensé que Spirit tenía al menos dos dedos de frente, que era astuto, pero ahora... Luego lo cogeré por banda.

-Bueno chicos, ya estamos llegando.

Y no puedo estar más acertado. En cuanto lo digo, un punto aparece en mitad del mar; aún está algo lejos, pero no serán más de diez minutos lo que tardemos en alcanzar la isla.

-Mirad, ahí está.

La señalo y los tres jóvenes se acercan a las ventanas para poder contemplar lo que podría ser nuestro destino final con más claridad. Me estremezco de solo pensar que aquí conseguiré matar dos pájaros de un tiro.

-La madriguera del lobo que nuca duerme. -Concluyo mi frase anterior.

-Es espectacular. -Responde Eyland, con la boca abierta y las pupilas dilatadas.

-Sí. -Y ahora es Engla la que está impresionada. ¿Qué les pasa por la cabeza? Menos mal que no tengo que dejar mi vida en sus manos...

-Pero habría que ponerle un nombre. -Se les une Spirit. Ya son tres idiotas. Madre mía, se comportan como... Bueno, como lo que son, niños.

-Ya lo tendrá, no seáis tontos.

-Pero es que es tan genial... -Se queja uno de ellos, pero no distingo la voz.

-Mucho.

Y realmente en eso tienen razón. La isla es completamente rocosa, con una gran obertura que ocupa la mitad del terreno, la cual da paso a una enorme galería. Bajo ella, un acantilado de muchos metros que acaba en una pequeña playa cuyo suelo se compone de rocas punzantes. También, algo más arriba, hay una zona con algo de vegetación, una especie de bosque tropical con un claro en el centro.

-¿Veis eso de allí? -Señalo el lugar en cuestión.

-Es un círculo muy bien trazado, ¿no? -Tan observadora como siempre, hija mía.

-Así es. -Asiento. -Supongo que lo harían los miembros del Clan que vivieran aquí.


-Aún así es demasiado perfecto. -Responde. -No hay muestra alguna de que la maleza haya intentado cubrirlo. Debe de ser reciente. -De nuevo acertada, Engla.

-¿Y eso qué nos dice?

-Que Impeesa podría seguir todavía por los alrededores. Habrá que ir con mil ojos.

-Bien visto, Eyland.

-Gracias. -Asiente, con una pequeña sonrisa en la cara.

-Bueno, ahora a vuestros asientos. Cinturones abrochados. Voy a aterrizar ahí.

Reduzco progresivamente la velocidad mientras dirijo la nave hacia el claro de la forma más cuidadosa posible, si nos enganchamos con una de las ramas de esos descomunales árboles estamos perdidos. En cuanto la parte más baja del vehículo toca suelo, apago uno a uno los cuatro motores y todos los aparatos electrónicos del panel de control. Me aseguro de que todo esté bien desconectado antes de quitarme el cinto de seguridad, no quiero provocar un incendio o algo así.

-Ya estamos aquí, señores. -Digo, sonriendo.

-Y ahora a por ese maldito de Impeesa. -Responde Eyland, cómo no, golpeándose la palma de la mano con el puño.

-Yo con conocerlo me conformo. -Spirit, siempre tan conformista.

-Sea como sea, vamos a comprobarlo, ¿no?

Dicho esto, me levanto de mi asiento y abro las compuertas de la nave. El cambio de temperaturas es impresionante, y se nota nada más comienza a moverse el portón. ¿De dónde sale tanto frío? El viento es insoportable.

-Chicos, si habéis traído chaqueta, sacadla de la mochila. Os vendrá bien.

-¿Y qué hay de ti, papá?

-Yo estaré bien.

Comienzo a bajar la escalerilla de metal y voy confirmando lo que pensaba; aquí ha habido alguien, y recientemente. La hierba está recién cortada y los árboles que deberían estar aquí han sido debidamente talados. Quizá esas personas todavía sigan por los alrededores.

-¿Estamos fuera todos? -Los tres jóvenes asienten. -Bien. Voy a activar la invisibilidad de la nave. Luego iremos a reconocer el terreno.

Pulso el botón del cuadro de mandos del dispositivo de mi muñeca dedicado a eso, pero no pasa nada. Mierda, ¿tenía que romperse ahora? Acciono otro comando para comprobar que el fallo no está en el dispositivo y funciona, así que debe ser cosa de la nave.

-Me da que voy a tener que arreglarlo. Quizá no sea nada, pero podría ser más de lo que parece y llevarme un rato.

-¿Y entonces qué hacemos?

-Engla, Eyland y tú peinaréis la zona. Quiero que me informéis en cuanto encontréis algún rastro de humanidad por aquí. Buscad también una entrada a la cueva que había en la parte baja de isla, tenía un gran tamaño y nos refugiará del viento.

-Bien. -Asiente y le tiende una mano a su nuevo compañero de expedición. -¿Vamos?

-Claro.

Toma la mano de mi hija y ambos se pierden en el frondoso bosque tropical. Todavía me sorprende que haga tanto frío habiendo una humedad tan alta en el ambiente. Bueno, al menos sé que, al tener el comunicador para poder oírlos, no harán nada raro.

-¿Estás seguro de que es una buena idea dejarlos solos por ahí?

-En realidad no, pero tampoco te iba a mandar a ti.

-¿Por qué no?

-Eres demasiado imbécil como para perderte.

-Y que eso me lo digas tú, el hombre que perdió el liderato del Clan de una forma tan tonta...

-Te recuerdo que fue tu tío quien me robó ese puesto.

-Y ahora está muerto, Eyland se aseguró de eso. Tomé yo el control después de eso.

-Sí, y mira cómo ha acabado todo. -Río a carcajadas. -Sigues siendo más estúpido y arrogante de lo que creía.

-¡Eso no es así! -Las venas de su cuello comienzan a hincharse a la vez que su rostro se va tornando más y más rojo. Se acerca a mí con decisión, ¿de verdad se cree que puede conmigo?

-Claro que lo es. -Lo cojo del cuello de la chaqueta y lo estampo contra el lateral de la nave. -¡¿En qué estabas pensando al decirle eso a Eyland?!

-No sé de me hablas. -Escupe y me aparta la cara.

-Oh, claro que lo sabes. ¿Qué le has contado?

-Nada de nada. -Intensifico mi agarre.

-Niño no me vaciles. ¡¿Qué has contado?!

-Te estoy diciendo que nada. ¿Tan difícil es de coger? -Sonríe de medio lado. Se está burlando de mí.

-¿Y qué hay de lo de “Eyland y yo estamos más unidos de lo que parece. Ya lo entenderá.”?

-Solamente dije eso. Es igual que decir nada.

-¡Se lo ibas a contar, joder!

-¡¿Y qué pasa si lo hago?! -Grita. -Tiene derecho a saberlo.

-No, claro que no. El día que conozca la verdad, todo esto -nos señalo- se irá a la mierda, ¿entiendes?

-¿Qué va a hacer él? Somos tres contra uno.

-Imbécil. -Lo separo de la nave y lo lanzo al suelo. -¿Es que no te has dado cuenta? Engla está dejando de ser una Fire, empieza a sentirse más Rise.

-Tu hija no podría matarte, ¡sois familia!

-Una familia a la que se ha pasado diez años sin ver, a diferencia de su hermana, te recuerdo.

-¿Estás diciendo que se siente resentida por haberla dejado allí y haberte llevado a Lysandra? -Te ha costado, eh.

-Eso me temo.

-¿Cómo sabes tú eso?

-Ella misma me lo dijo. -Miro al suelo.

-¿Cuándo?

-Mientras tú le decías cosas que no debías a Eyland. -Digo, intentando parecer lo más borde posible.

-Ah... Lo siento. En cuanto a lo otro... quiero que volvamos a ser amigos. Él... me trató realmente bien, a diferencia de la gente que conocía en Upsala.

-Ellos eran compañeros, es diferente.

-¡Pues eso mismo! Quiero recuperar a mi único amigo.

-Haz lo que quieras. -Abro el capó de la nave y reviso la avería. -Tal y como pensaba.

-¿Qué le ocurre?

-Un fusible se ha fundido, nada serio. -Meto la mano en el bolsillo trasero del pantalón y saco uno de repuesto. Hice bien en coger un par antes de salir. -Voy a cambiarlo.

-Bien. ¿Ayudo en algo? -Lo reemplazo y le doy el usado.

-Guarda esto. Luego lo tiraremos.

-Sí. -Asiente.

-Ahora en serio, chico. -Cierro el capó y activo la invisibilidad. -Como le cuentes algo...

-¡Pero tiene que saberlo! -Spirit se indigna, con los puños apretados y la cara roja.

-No debe. -Respondo cortante.

-¿Por qué no? ¡Es mi familia!

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