domingo, 9 de noviembre de 2014

Último Rugido
























Levántate





















































I
Eyland

Caigo, el vacío está empezando a consumirme, y puedo sentir cómo lo que parece ser mi alma intenta escaparse de mi cuerpo. Trata de huir, de romper las barreras puestas por un dios -o eso decía mi padre- que la unen a mí, para así poder salir y ser libre. Libre, ¿pero dónde? Aquí solo hay oscuridad, un simple agujero que me traga y me traga como si de un resto de comida se tratase. ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Cuándo permití que mi vida se convirtiera en esta... cosa?
>>>Apenas era un crío cuanto nos conocimos, ni si quiera conseguía comprender del todo por qué volvía a caer la pelota que tiraba al tejado de nuestra casa de Niflheim, ¿cómo iba a darme cuenta, a entender, que aquel chico iba a ser mi perdición un tiempo más tarde? Era imposible sospechar algo parecido, o al menos para mí; Paul sí que se dio cuenta de todo. Él me avisó, en ese único instante que pasamos juntos aquel día, me lo advirtió y no quise creerlo.
>>>Todo ocurrió una noche cualquiera, bueno no, una cualquiera no, la noche de los Sueños Espiral, cuando por error me crucé con una cara que me era familiar pero a la vez desconocida, cuando mi mejor amigo me dejó plantado por una cara bonita, una chica guapa con el pelo de color rosa y una sonrisa que, aunque entonces no lo sabía, no sería la última vez que vería. Aunque claro, con esto no me estoy refiriendo en concreto a la suya, que también pude volver a admirar, hago referencia a la “sonrisa Fire”, como he decidido llamarla. Su hermana y su padre, a ambos los conocí más tarde.
-Eyland..
Esa voz... Puedo recordarla también, es de una mujer, una mujer que consiguió romper las barreras de mi corazón, aunque claro, tuvo cierta ayuda. ¿Qué estás haciendo aquí, Lysandra? Yo... Yo te maté.
-Oh, todavía eres un niño.
Sí, tienes razón. Aún sigo siendo pequeño, mi cuerpo ya se ha hecho adulto, pero mis actos siguen siendo los de un chiquillo que juega con muñecos, figuras de acción, los toboganes del parque y demás cosas.
-Cuando eras pequeño no llegabas a comprender el mundo, hazlo ahora.
-Pero, ¿qué debo entender?
-Sigue buscando.
Y, tan pronto como pronuncia estas palabras, desaparece en la penumbra para fundirse de nuevo en la oscuridad. No sé qué es lo que tengo que entender, qué debo encontrar. ¿Por qué ha venido? ¿Por qué ahora? Y, ¿con qué motivo?
Sigue buscando...
Ahora por fin lo comprendo. He conseguido descubrir la razón de tu aparición, querida Lysandra. Tú estás muerta, yo mismo te disparé y te vi arder en tu funeral. Y, si puedo verte, eso quiere decir que yo... también estoy muerto.
Si no se trata de eso, ¿a qué te refieres, Lys? Ya no tengo nada claro, y esta situación no me ayuda en absoluto. Si al menos pudiera dejar de caer... Eso me ayudaría a pensar mejor. Y, de pronto, luz.
-Eyland, Eyland...
Abro los ojos para encontrarme de frente con una de las cosas más bellas que existen en el mundo. Con una sonrisa envidiable y una piel morena, bronceada como si hubiera pasado días en la playa, con esos ojos marrón claro que te hacen olvidarte del resto.
-¿Lys? ¿Eres tú?
-Mucho me temo que no, Shinjin...
-Oh, lo siento. Te confundí con...
-Mi hermana. -Termina la frase por mí, cosa que suele ser habitual.
-Sí... -Mi voz es apenas un suspiro.
-¿Todavía te sientes culpable?
-Yo...
Sigue buscando.
-Yo...
-Tú... Sí, ¿verdad?
-Sí. -Confirmo.
-Ya veo.
Pero no respondo.
-Eyland, ¿tú que sientes hacia mí?
Sus ojos se tornan oscuros y fríos. Puede estar sonriéndome, pero tras esa máscara de falsa felicidad puede notarse una creciente y desolada tristeza, la tristeza de una dama que ve a su caballero a punto de perderse en una justa subido a un caballo cojo.
-Yo... -No temas, querida. -Mi lanza siempre da en acero. -Yo te amo, Engla.
La lágrima que empezaba a asomar en el límite de uno de sus ojos se disipa con la velocidad de un rayo, tal es la rapidez con la que desaparece que jamás nadie habría podido decir que estaba ahí hace unos segundos.
-Yo también a ti.
Sus largos dedos rozan mis nudillos mientras me mira directamente a los ojos, ¿qué te ocurre, Engla? Pero, nada más notar el tacto de sus manos contra las mías, las devuelve a su regazo, a la vez que su expresión se tensa; aunque no se puede percibir ni un ápice de ira. ¿Por qué este mar interior de lágrimas?
-Shinjin... -Y la palabra flota en el silencio que desde hace un rato nos rodea.
-¿Sí, cariño?
-¿Y hacia mi hermana, qué sientes?
-Pues...
Esa es una gran pregunta. Es algo que me preocupa desde hace ya semanas, cuando volví a Niflheim y descubrí que se había convertido en una metrópolis tecnológica y además en el lugar donde tendría lugar una guerra. ¿Era eso lo que te pasaba, Engla? ¿Te preocupa lo que sienta hacia Lysandra? Ni yo mismo estoy seguro de ello, pasa demasiado tiempo en mi cabeza...
-Su muerte... Me afectó.
-Como a todos.
-No. -Levanto la mano para que calle y escuche. -Tienes tan claro como yo que conmigo fue diferente. Yo... Yo la maté. Me volví loco tras ello, escuchaba una voz en mi cabeza, ¿sabes?
-Oh. -Abre la boca como si fuera a decir algo, pero parece que prefiere ahorrárselo. En cambio, su reacción es la de sollozar ahí sentada. -Así que se trata de eso...
-¿De qué estás hablando?
-No me quieres a mí.
-Claro que lo hago. -¿Cómo puede decir que no? Confié en ella y dejé mi vida en sus manos varias veces, si eso no es amor...
-No, no lo haces. -Niega con la cabeza. -La amas a ella, desde que la viste en el Loud'n Rock aquella noche. Yo solo te recuerdo a quien amas de verdad.
-Eso no es...
Pero ya hablo solo. Antes de poder replicarle nada, se convierte en una especie de humo de un color azulado que cubre toda la estancia. ¿Niebla azul? ¿Qué quiere decir esto? Yo me había despertado, estaba soñando, pero Engla me...
-Eyland.
-¿Eres tú, Lysandra?
-Así es.
Pero no es su voz la que me responde, es la mía propia. ¿Qué está pasando aquí? No entiendo nada de nada. ¿Estoy de verdad muerto y esto es mi paso previo al paraíso del que tanto me habló mamá?
-Estás cerca. -Mi consciencia, o al menos así lo tomo, vuelve a coger el turno de palabra. -Pero no estamos aquí por eso.
-¿Estamos? ¿Quiénes?
-Tú y yo.
-Mamá tiene que ser la clave.
-Sigue buscando.
-¿Qué? ¡¿Qué tengo que buscar?!
Pero no obtengo respuesta alguna, mi consciencia parece haberse desvanecido; me ha abandonado. ¿Qué es lo que debo encontrar? ¿Por qué no soy capaz de despertarme todavía? O será que de verdad estoy muerto, no llego a comprenderlo...
-Sigue buscando.
Y ahí está de nuevo esa maldita frase. Ya sé que tengo que buscar, pero, ¿el qué? Si al menos tuviera una mínima idea... Tiene que ver con mamá y con el Loud'n Rock, pero, ¿qué más debo saber?
-Has olvidado a alguien importante.
-¿Haruka?
-Sigue buscando.
Alguien importante... ¿a quién he podido olvidar? No tiene sentido ninguno. Debería poder despertarme de este horrible y extraño sueño, así sería capaz de pensar con más claridad. ¿Qué quieres de mí, consciencia bonita?
-Él te necesita y tú no eres capaz de recordarlo.
-¡Desmond!
De pronto, una luz me ciega, lo cual me obliga a volver a cerrar los ojos. ¿Cuándo los he abierto? ¿Estoy por fin consciente o sigo en trance? No sería la primera vez que mi cordura me juega una mala pasara. ¿estará haciéndolo ahora?
-Sí, es tu hermana pequeño.
La silueta de Engla se dibuja frente a mí a medida que mis párpados se van abriendo y, tras ella, el interior de la nave con que salimos de Lunt. Pero no tiene nada que ver con la situación de hace unos minutos, ¿o fueron horas? No lo sé.
-Tenemos que salvarlo.
Abrazo a la verdadera Engla con fuerza y centro mi mirada en el trastornado paisaje. El cielo se ha tornado violeta y las nubes alternan entre blanco y rosa, como parpadeando. Ahora ya recuerdo qué pasó.
>>>Alzamos el vuelo y todo se hizo muy extraño. El azul se perdió y una espiral enorme, mucho más grande que cualquiera por la que jamás haya entrado. Mi primer instinto fue el de lanzarme a su interior, pero ella, mucho más cauta que yo, decidió esquivarla; el cambio de dirección me cogió por sorpresa, lo que me hizo caer al suelo y desmayarme del golpe.
-Por fin has despertado, Shinjin.
-Entonces es cierto...
-¿El qué, Eyland? -Me separa de sí lo justo para poder mirarme a los ojos, con el ceño fruncido.
-Fue todo un sueño, ¿verdad?
-Eso me temo... -Sonríe de medio lado, esa sonrisa Fire.
-Me alegra saberlo.
-¿Tan horrible fue?
-Horrible... Horrible es como lo tiene que estar pasando Desmond.
-¿Dónde está, Eyland? ¿Dónde?
-No lo sé. -Miro al suelo, agachando la cabeza. -Y eso es lo que más miedo me da de todo este asunto.
-Lo encontraremos.
-Y lo salvaremos.
-Por supuesto.
Asiente y, casi como si de una señal se tratase, una alarma comienza a sonar, rodeando toda la estancia con un ruido ensordecedor. Todas las pantallas se apagan y se vuelven a encender, pero comparten un mismo mensaje que ocupa todo el monitor a la vez que luces de color rojo bañan la nave: S.O.S.
-¡Rápido! ¡Atiéndelo!
-Sí... -Tiemblo, pero obligo a mis piernas a moverse hacia la fuente del mensaje. ¿Y si se trata de mamá? -Sí.
Respondo y la alarma deja de sonar, por fin. Una pantalla se transforma en un transmisor de vídeo. Como un flash, una imagen aparece y al instante se desvanece. El audio sí parece funcionar.
-Eyland... Eyland, ¿eres tú? -Cojo el micrófono del panel de mandos.
-Sí, soy yo.
-Necesito ayuda. Niflheim está...
-Olaf, ¿cuál es el problema?
-Voy a morir si no volvéis pronto. Por favor, daos prisa.
Y la conexión se corta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario