Levántate
I
Eyland
Caigo,
el vacío está empezando a consumirme, y puedo sentir cómo lo que
parece ser mi alma intenta escaparse de mi cuerpo. Trata de huir, de
romper las barreras puestas por un dios -o eso decía mi padre- que
la unen a mí, para así poder salir y ser libre. Libre, ¿pero
dónde? Aquí solo hay oscuridad, un simple agujero que me traga y me
traga como si de un resto de comida se tratase. ¿Cómo he llegado a
esta situación? ¿Cuándo permití que mi vida se convirtiera en
esta... cosa?
>>>Apenas
era un crío cuanto nos conocimos, ni si quiera conseguía comprender
del todo por qué volvía a caer la pelota que tiraba al tejado de
nuestra casa de Niflheim, ¿cómo iba a darme cuenta, a entender, que
aquel chico iba a ser mi perdición un tiempo más tarde? Era
imposible sospechar algo parecido, o al menos para mí; Paul sí que
se dio cuenta de todo. Él me avisó, en ese único instante que
pasamos juntos aquel día, me lo advirtió y no quise creerlo.
>>>Todo
ocurrió una noche cualquiera, bueno no, una cualquiera no, la noche
de los Sueños Espiral, cuando por error me crucé con una
cara que me era familiar pero a la vez desconocida, cuando mi mejor
amigo me dejó plantado por una cara bonita, una chica guapa con el
pelo de color rosa y una sonrisa que, aunque entonces no lo sabía,
no sería la última vez que vería. Aunque claro, con esto no me
estoy refiriendo en concreto a la suya, que también pude volver a
admirar, hago referencia a la “sonrisa Fire”, como he decidido
llamarla. Su hermana y su padre, a ambos los conocí más tarde.
-Eyland..
Esa
voz... Puedo recordarla también, es de una mujer, una mujer que
consiguió romper las barreras de mi corazón, aunque claro, tuvo
cierta ayuda. ¿Qué estás haciendo aquí, Lysandra? Yo... Yo te
maté.
-Oh,
todavía eres un niño.
Sí,
tienes razón. Aún sigo siendo pequeño, mi cuerpo ya se ha hecho
adulto, pero mis actos siguen siendo los de un chiquillo que juega
con muñecos, figuras de acción, los toboganes del parque y demás
cosas.
-Cuando
eras pequeño no llegabas a comprender el mundo, hazlo ahora.
-Pero,
¿qué debo entender?
-Sigue
buscando.
Y,
tan pronto como pronuncia estas palabras, desaparece en la penumbra
para fundirse de nuevo en la oscuridad. No sé qué es lo que tengo
que entender, qué debo encontrar. ¿Por qué ha venido? ¿Por qué
ahora? Y, ¿con qué motivo?
Sigue
buscando...
Ahora
por fin lo comprendo. He conseguido descubrir la razón de tu
aparición, querida Lysandra. Tú estás muerta, yo mismo te disparé
y te vi arder en tu funeral. Y, si puedo verte, eso quiere decir que
yo... también estoy muerto.
Si
no se trata de eso, ¿a qué te refieres, Lys? Ya no tengo nada
claro, y esta situación no me ayuda en absoluto. Si al menos pudiera
dejar de caer... Eso me ayudaría a pensar mejor. Y, de pronto, luz.
-Eyland,
Eyland...
Abro
los ojos para encontrarme de frente con una de las cosas más bellas
que existen en el mundo. Con una sonrisa envidiable y una piel
morena, bronceada como si hubiera pasado días en la playa, con esos
ojos marrón claro que te hacen olvidarte del resto.
-¿Lys?
¿Eres tú?
-Mucho
me temo que no, Shinjin...
-Oh,
lo siento. Te confundí con...
-Mi
hermana. -Termina la frase por mí, cosa que suele ser habitual.
-Sí...
-Mi voz es apenas un suspiro.
-¿Todavía
te sientes culpable?
-Yo...
Sigue
buscando.
-Yo...
-Tú...
Sí, ¿verdad?
-Sí.
-Confirmo.
-Ya
veo.
Pero
no respondo.
-Eyland,
¿tú que sientes hacia mí?
Sus
ojos se tornan oscuros y fríos. Puede estar sonriéndome, pero tras
esa máscara de falsa felicidad puede notarse una creciente y
desolada tristeza, la tristeza de una dama que ve a su caballero a
punto de perderse en una justa subido a un caballo cojo.
-Yo...
-No temas, querida. -Mi lanza siempre da en acero. -Yo te amo, Engla.
La
lágrima que empezaba a asomar en el límite de uno de sus ojos se
disipa con la velocidad de un rayo, tal es la rapidez con la que
desaparece que jamás nadie habría podido decir que estaba ahí hace
unos segundos.
-Yo
también a ti.
Sus
largos dedos rozan mis nudillos mientras me mira directamente a los
ojos, ¿qué te ocurre, Engla? Pero, nada más notar el tacto de sus
manos contra las mías, las devuelve a su regazo, a la vez que su
expresión se tensa; aunque no se puede percibir ni un ápice de ira.
¿Por qué este mar interior de lágrimas?
-Shinjin...
-Y la palabra flota en el silencio que desde hace un rato nos rodea.
-¿Sí,
cariño?
-¿Y
hacia mi hermana, qué sientes?
-Pues...
Esa
es una gran pregunta. Es algo que me preocupa desde hace ya semanas,
cuando volví a Niflheim y descubrí que se había convertido en una
metrópolis tecnológica y además en el lugar donde tendría lugar
una guerra. ¿Era eso lo que te pasaba, Engla? ¿Te preocupa lo que
sienta hacia Lysandra? Ni yo mismo estoy seguro de ello, pasa
demasiado tiempo en mi cabeza...
-Su
muerte... Me afectó.
-Como
a todos.
-No.
-Levanto la mano para que calle y escuche. -Tienes tan claro como yo
que conmigo fue diferente. Yo... Yo la maté. Me volví loco tras
ello, escuchaba una voz en mi cabeza, ¿sabes?
-Oh.
-Abre la boca como si fuera a decir algo, pero parece que prefiere
ahorrárselo. En cambio, su reacción es la de sollozar ahí sentada.
-Así que se trata de eso...
-¿De
qué estás hablando?
-No
me quieres a mí.
-Claro
que lo hago. -¿Cómo puede decir que no? Confié en ella y dejé mi
vida en sus manos varias veces, si eso no es amor...
-No,
no lo haces. -Niega con la cabeza. -La amas a ella, desde que la
viste en el Loud'n Rock aquella noche. Yo solo te recuerdo a
quien amas de verdad.
-Eso
no es...
Pero
ya hablo solo. Antes de poder replicarle nada, se convierte en una
especie de humo de un color azulado que cubre toda la estancia.
¿Niebla azul? ¿Qué quiere decir esto? Yo me había despertado,
estaba soñando, pero Engla me...
-Eyland.
-¿Eres
tú, Lysandra?
-Así
es.
Pero
no es su voz la que me responde, es la mía propia. ¿Qué está
pasando aquí? No entiendo nada de nada. ¿Estoy de verdad muerto y
esto es mi paso previo al paraíso del que tanto me habló mamá?
-Estás
cerca. -Mi consciencia, o al menos así lo tomo, vuelve a coger el
turno de palabra. -Pero no estamos aquí por eso.
-¿Estamos?
¿Quiénes?
-Tú
y yo.
-Mamá
tiene que ser la clave.
-Sigue
buscando.
-¿Qué?
¡¿Qué tengo que buscar?!
Pero
no obtengo respuesta alguna, mi consciencia parece haberse
desvanecido; me ha abandonado. ¿Qué es lo que debo encontrar? ¿Por
qué no soy capaz de despertarme todavía? O será que de verdad
estoy muerto, no llego a comprenderlo...
-Sigue
buscando.
Y
ahí está de nuevo esa maldita frase. Ya sé que tengo que buscar,
pero, ¿el qué? Si al menos tuviera una mínima idea... Tiene que
ver con mamá y con el Loud'n Rock, pero, ¿qué más debo
saber?
-Has
olvidado a alguien importante.
-¿Haruka?
-Sigue
buscando.
Alguien
importante... ¿a quién he podido olvidar? No tiene sentido ninguno.
Debería poder despertarme de este horrible y extraño sueño, así
sería capaz de pensar con más claridad. ¿Qué quieres de mí,
consciencia bonita?
-Él
te necesita y tú no eres capaz de recordarlo.
-¡Desmond!
De
pronto, una luz me ciega, lo cual me obliga a volver a cerrar los
ojos. ¿Cuándo los he abierto? ¿Estoy por fin consciente o sigo en
trance? No sería la primera vez que mi cordura me juega una mala
pasara. ¿estará haciéndolo ahora?
-Sí,
es tu hermana pequeño.
La
silueta de Engla se dibuja frente a mí a medida que mis párpados se
van abriendo y, tras ella, el interior de la nave con que salimos de
Lunt. Pero no tiene nada que ver con la situación de hace unos
minutos, ¿o fueron horas? No lo sé.
-Tenemos
que salvarlo.
Abrazo
a la verdadera Engla con fuerza y centro mi mirada en el trastornado
paisaje. El cielo se ha tornado violeta y las nubes alternan entre
blanco y rosa, como parpadeando. Ahora ya recuerdo qué pasó.
>>>Alzamos
el vuelo y todo se hizo muy extraño. El azul se perdió y una
espiral enorme, mucho más grande que cualquiera por la que jamás
haya entrado. Mi primer instinto fue el de lanzarme a su interior,
pero ella, mucho más cauta que yo, decidió esquivarla; el cambio de
dirección me cogió por sorpresa, lo que me hizo caer al suelo y
desmayarme del golpe.
-Por
fin has despertado, Shinjin.
-Entonces
es cierto...
-¿El
qué, Eyland? -Me separa de sí lo justo para poder mirarme a los
ojos, con el ceño fruncido.
-Fue
todo un sueño, ¿verdad?
-Eso
me temo... -Sonríe de medio lado, esa sonrisa Fire.
-Me
alegra saberlo.
-¿Tan
horrible fue?
-Horrible...
Horrible es como lo tiene que estar pasando Desmond.
-¿Dónde
está, Eyland? ¿Dónde?
-No
lo sé. -Miro al suelo, agachando la cabeza. -Y eso es lo que más
miedo me da de todo este asunto.
-Lo
encontraremos.
-Y
lo salvaremos.
-Por
supuesto.
Asiente
y, casi como si de una señal se tratase, una alarma comienza a
sonar, rodeando toda la estancia con un ruido ensordecedor. Todas las
pantallas se apagan y se vuelven a encender, pero comparten un mismo
mensaje que ocupa todo el monitor a la vez que luces de color rojo
bañan la nave: S.O.S.
-¡Rápido!
¡Atiéndelo!
-Sí...
-Tiemblo, pero obligo a mis piernas a moverse hacia la fuente del
mensaje. ¿Y si se trata de mamá? -Sí.
Respondo
y la alarma deja de sonar, por fin. Una pantalla se transforma en un
transmisor de vídeo. Como un flash, una imagen aparece y al instante
se desvanece. El audio sí parece funcionar.
-Eyland...
Eyland, ¿eres tú? -Cojo el micrófono del panel de mandos.
-Sí,
soy yo.
-Necesito
ayuda. Niflheim está...
-Olaf,
¿cuál es el problema?
-Voy
a morir si no volvéis pronto. Por favor, daos prisa.
Y
la conexión se corta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario